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Crítica: «El desafío: Frost contra Nixon» (Ron Howard, 2008)

Dicen los románticos del oficio que hubo un tiempo, lejano ya, en que los periodistas buscaban la noticia como un Santo Grial, y no como un resorte para vender periódicos. No sé si es del todo cierto, pero ya saben cómo acabó esa leyenda. La necrológica se debe a John Lawton, un reportero de la vieja escuela que prefirió decir la verdad en la Asociación Americana de Periodistas de Radio.

“La gran paradoja de la era de la información –declaró Lawton– es que ha concedido nueva respetabilidad a la opinión desinformada”.

El vendaval cibernético ha terminado de complicar las cosas, y cada vez más, la opinión pública y la opinión publicada crecen a partir de rumores, apariencias y declaraciones sacadas de contexto. Todo ello tan superficial como una romería sin santo.

El desafío: Frost contra Nixon alude a una forma de ver la noticia que tiene mucho que ver con esta idea. Y es que, en la excelente cinta de Ron Howard, queda plasmado ese instante en que, allá por los setenta, un primer plano televisivo demostró mayor fuerza que el más brillante de los editoriales.

En contra de lo que pueda creerse, El desafío no es la autopsia del mandato de Nixon. Es una historia con conciencia, y también una acerada crítica de la cofradía periodística, ambientada en un periodo de vertiginoso desarrollo de los holdings mediáticos.

Con la película de Howard vuelve a producirse el milagro del buen cine americano: su capacidad de entretener y, al mismo tiempo, mover a la reflexión. Qué quieren que les diga: esa manera de atrapar al espectador con un discurso dramáticamente irreprochable me sigue pareciendo una virtud cuya patente está registrada en Hollywood.

En este caso, además, el mérito corresponde a un realizador de muchos kilates –fíjense cómo mantiene la tensión de cada plano– que ha ido creciendo en el seno de la industria sin hacerle ascos a la comercialidad. Dicho de otro modo: El desafío es la obra de un profesional con oficio. Un tipo inteligente que desea agradar al público por encima de todo.

Después de encarnar a Nixon y al periodista David Frost en el montaje teatral en el que se basa esta película, Michael Sheen y Frank Langella retoman sus papeles, y les dan nuevo lustre en la gran pantalla.

Langella no hace una imitación de Nixon. Con naturalidad y soberanía, se limita a ser Nixon. El suyo es un trabajo imaginativo, minucioso, en el que revive el ex presidente –sus voces, sus gestos, sus miradas– como si lo materializase un espiritista.

Michael Sheen le da la répica sin perder pie. El inglés guarda mucha experiencia teatral en la mochila, y eso se nota en su interpretación: fresca, sutil, seductora, juiciosamente estructurada.

El resto del elenco es de primera. Es más: cuesta elegir entre Matthew Macfadyen, Oliver Platt, Sam Rockwell, Toby Jones o Kevin Bacon, pues todos ellos componen un escenario humano poderoso, lleno de contrastes, de una riqueza volcánica.

Sinopsis

El oscarizado director Ron Howard lleva a la gran pantalla la obra del dramaturgo y guionista Peter Morgan (The Queen/La reinaEl último rey de Escocia) en una adaptación electrizante de la batalla que libraron Richard Nixon, el ex presidente que quería limpiar su nombre, interpretado por Frank Langella, y el presentador David Frost, interpretado por Michael Sheen, donde se cuenta lo que no se sabe acerca del histórico enfrentamiento que les cambió a ambos.

En verano de 1977, las entrevistas televisadas que realizó David Frost a Richard Nixon obtuvieron la mayor audiencia de un programa de noticias en la historia de la televisión estadounidense.

Más de 45 millones de telespectadores, con ganas de echar un vistazo a la mente del ex presidente caído en desgracia y de oírle reconocer los abusos de poder por los que se vio obligado a dimitir, se sentaron ante el televisor mientras Nixon y Frost se enfrentaban en un fascinante duelo verbal durante cuatro noches.

Los dos hombres eran conscientes de que sólo podía haber un ganador. Su legendario enfrentamiento revolucionó el arte de la entrevista, cambió el aspecto de la política e hizo admitir algo al ex presidente que sorprendió a muchos, incluso a él mismo.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Universal Pictures, Imagine Entertainment, Working Title Films, Studio Canal y Relativity Media. Fotos por Ralph Nelson. Cortesía del Departamento de Prensa de Universal Pictures International Spain. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.