Con su habitual rapidez, monseñor Lorenzo Perosi estrenó su oratorio Jerusalén en abril de 1900, habiéndolo comenzado en enero, a bordo del tren que lo llevaba de Venecia a Milán.
La popularidad ya adquirida le permitió hacerlo en el enorme Salón que llevaba su nombre, en la capital lombarda, con el aparatoso dispositivo del caso: dos coros, una gran orquesta, cobres fuera de escena, dos arpas y tres solistas vocales.
Perosi, entre sus muchas habilidades, tenía la de convertir los textos de las Escrituras en libretos dramáticos, sin perder la compostura oratorial que sus obras exigían. No son óperas, pero hay en ellas elementos de acción y personajes que alcanzan el borde de los escenarios.
En Jerusalén se trata de la llegada de Cristo a la ciudad donde será juzgado y martirizado. Cristo es una figura de la trama y Perosi lo hace cantar junto a los coros, que son también personas, y los diversos nombres episódicos que el Evangelio convoca en su relato.
La fórmula perosiana es clara y eficaz: sintetiza la grandiosidad del oratorio barroco con los recursos del oratorio romántico, todo ello servido por su conocimiento de la música eclesial antigua, desde el gregoriano y la polifonía renacentista hasta la recitación inmemorial de las liturgias romanas. Su orquestación prudente y efectiva provee de atmósferas a los distintos cuadros y da diversa textura a las viñetas: intimidad, reflexión, tumulto, estremecimiento, apoteosis.
Vale la pena, a la luz de estas exhumaciones perosianas cumplidas en tierras de las Marcas de Italia, hacer un repaso al conjunto de estas partituras (Moisés, El Juicio Universal, La Transfiguración de Jesucristo, Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz). Su arquitectura nos revelará todo un mundo.
Disco recomendado: Lorenzo Perosi (1872-1956): Gerusalemme (Oratorio) / Marco Camastra, Gianni Puddu, Emidio Guidotti. Orchestra Filarmonica Marchigiana. Dir.: Arturo Sacchetti / Bongiovanni / Ref.: GB 2355-2 (1 CD)
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