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«Code Name: Eternity» (1999), de William Fruet y Jeff King

Por alguna razón la Tierra parece ser el rincón del Universo en el que acaban perdiéndose un montón de parientes de alienígenas televisivos. Así lo atestiguan series como El Fénix (1982), en la que su protagonista extraterrestre buscaba en nuestro planeta a su mujer; o Starman (1986), con Robert Hays siguiendo también la pista de su esposa al tiempo que se escabullía de un agente del gobierno. Más recientemente, El visitante (1998) trataba de encontrar a su hijo evitando –otra vez– a un fanático coronel.

Code Name: Eternity seguía una premisa similar. Un soldado alienígena llamado Ethaniel (Cameron Bancroft) trata de encontrar a su hermano mientras interfiere una y otra vez los malvados planes de un congénere renegado, Banning (Andrew Gillies), quien ha adoptado la identidad de un respetable y próspero hombre de negocios terrestre. Ethaniel toma forma humana (joven y atractiva, claro) y hace amistad con una psiquiatra, la doctora Laura Keating (Indrid Kavelaars), quien intenta ayudarle a comprender las extrañas costumbres de nuestra especie. Ambos tienen su base en un yate perfectamente equipado con lo último en ordenadores, operados por el experto en conspiraciones Byder (Joseph Baldwin).

Fue el director Bill Fruet quien creó el concepto básico para la productora canadiense Protocol Entertainment, pero en aquella etapa inicial aún se parecía demasiado a Starman . El productor Peter Mohan pensó que los nuevos descubrimientos en genética y los dilemas éticos que planteaban podrían constituir una dirección interesante para el nuevo proyecto televisivo, jugando con la idea de los límites que marcan la humanidad. Sin embargo, el asunto se estancó. Tenían un guión general y varios elementos con posibilidades pero no encontraban la forma de integrarlo todo de forma satisfactoria. Fue entonces cuando contrataron a Jeff King (StargateStar Trek: Deep Space Nine). Éste dejó de lado la propuesta original que le presentaron y empezó de cero, introduciendo sus propias ideas y escribiendo el guión del episodio piloto.

La historia comienza cuando el hermano mayor de Ethaniel, Thorber, fue enviado hace años a la Tierra junto a Banning para realizar investigaciones de campo sobre los humanos. Pero cuando se da cuenta de los perversos propósitos de su compañero (utilizar tecnología cuántica para mover el eje terrestre, cambiando de esta manera las condiciones atmosféricas de la Tierra para asemejarlas a las de su planeta natal, Theron, y eliminando de paso la vida humana), envía un mensaje de alarma a su mundo de origen. Ethaniel acude en su ayuda con un equipo de soldados con la misión de atrapar a Banning, pero su nave se estrella. Ethaniel sobrevive, aunque sin memoria. Será Laura quien le ayudará a reconstruir su identidad.

Banning es el presidente del Grupo Eternidad, una poderosa fundación de investigación. A sus órdenes actúa Dent (Gordon Currie), un androide que puede metamorfosearse en otras personas y autorepararse recurriendo a un efecto similar al del T–1000 de Terminator 2. Cuando le ordenan matar a alguien, su cara se retuerce en una siniestra mueca; además, sufre de un muy humano e irritante tic nervioso.

El episodio piloto, en el que Dent perseguía ferozmente a Ethaniel y Laura, tenía un ritmo vigoroso. Pero en otros episodios hubo también tiempo para el sosiego. Ethaniel sentía una fascinación infantil por los humanos («Enséñame a ligar para que así pueda reconocerlo», le pide a Laura).

A veces, sus actos parecen más fruto del cálculo que de la inocencia. Cuando ambos están subiendo por una escalera, Ethaniel mira arriba y, admirando el trasero de Laura, exclama: «Me está empezando a gustar». Ella le dirige una mirada asesina y él se disculpa con una sonrisa inocente: «¡Es humor!».

Donde no había precisamente humor era en los despachos de los productores. Code Name:Eternity era un producto independiente canadiense que tenía que encontrar compradores fuera de Norteamérica. Y eso significaba complacer otras sensibilidades en no pocas ocasiones contrapuestas. Jeff King recuerda que no fue nada fácil atender y combinar las quejas y sugerencias de los clientes . A la audiencia alemana no le gustaban las historias televisivas de ciencia-ficción sin una sólida justificación racional, los franceses no aguantarían que el villano de turno llevara un chirriante traje de látex… Al final, se pudieron conciliar todas las exigencias, King escribió el piloto y la compañía canadiense la pasó a sus socios para recibir la aprobación.

Sin embargo, King quedó desvinculado del proyecto antes incluso de que empezaran a rodarse los episodios. En el interludio entre la realización del piloto y el sí definitivo por parte de los canales de televisión interesados, King se comprometió con otra serie, Total Recall 2070.

Cuando Code Name: Eternity recibió el visto bueno, intentó retirarse del otro programa para reengancharse, pero la productora no se lo permitió. Así que fue finalmente otro equipo creativo el que hubo de desarrollar la serie a partir del piloto, no siempre respetando las ideas que King tenía en mente.

A diferencia de otras series televisivas con alienígena, Ethaniel no es un fugitivo, sino un cazador. Su presa es Banning y vez tras vez conseguirá arruinarle los planes. Y vez tras vez, episodio tras episodio, el inútil de Banning aparecerá tan arrogante y confiado como si nada hubiera pasado, infravalorando volviendo a infravalorar a Ethaniel y Laura. Dent, el androide, tiene el mismo problema: a pesar de su extraordinaria fuerza, siempre acaba reventado, tiroteado, arrojado por una ventana o de un tren en marcha, tirado al agua, golpeado en la cabeza, incendiado, explotado, atropellado e incluso electrocutado. Pero gracias a la nanotecnología de su cuerpo artificial que le permite regenerarse, en el siguiente episodio vuelve a aparecer como nuevo, luciendo un traje impecable y su insolente sonrisa.

Dent comienza siendo un asesino carente de personalidad, pero poco a poco se le fue dotando de cierto encanto. En uno de los episodios queda inoperativo y Ethaniel se ve obligado a repararlo para poder escapar. Éste tiene la habilidad de comunicarse con las máquinas y mientras manipula su sistema operativo, le dota de algo parecido a un alma. A partir de ese momento, salpicará sus conversaciones con Banning con preguntas sobre la naturaleza del bien y el mal.

Por su parte, los poderes alienígenas de Ethaniel le permitían distinguir si una persona mentía o no. Además, contaba con superfuerza, hablaba un inglés correcto, era sensible, sereno y con un sólido sentido de la justicia. Poco a poco irá desarrollando un sentimiento especial por su compañera Laura. Ésta no es la típica heroína propensa al grito y los aspavientos: inteligente y hábil luchadora, la tensión sexual que mantiene con Ethaniel nunca llega a marcar demasiado el tono de la relación entre ambos, por lo que no nos encontramos con escenas emotivas y cariñosas que rebajen el dinamismo propio de la serie (aunque en el último episodio ambos se declaraban mutuamente su amor).

Lidiando con la culpa y la ira, Laura piensa que nunca ha recibido la aprobación de sus padres: «Siempre creyeron que no tenía los amigos correctos, que nunca estudié lo que debía y que no elegí una profesión adecuada», se lamenta. Para empeorar las cosas, Banning interfiere en su vida personal contando a sus padres que su nuevo amigo es un psicópata. Esta maniobra crea una brecha que distancia a la doctora de su padre, con quien ya mantenía una difícil relación.

Producida y rodada en 1999 en Toronto, el público estadounidense no tuvo acceso a la serie hasta mucho después. Sólo se emitieron 26 episodios, lo que no la convirtió en un producto apetecible para las cadenas norteamericanas en aquel momento (aunque sí para las canadienses y las británicas).

Cuando cinco años después, en 2004, el Sci-Fi Channel se hizo con ellos y los incluyó en su programación, las críticas se mostraron muy divididas. Para algunos, no fue más que material de relleno de bajo presupuesto sin el menor interés; para otros, se trató de un producto digno que mezclaba la acción con el aspecto humano en un envoltorio visual sorprendentemente elegante dados los escasos medios de que disponían. Probablemente la serie hubiera sido más redonda y longeva si los diferentes estudios y cadenas se hubieran abstenido de presionar a los creadores para conseguir un producto que, por querer contentar a todos los ejecutivos, no llegó a satisfacer a quien debía: al público.

Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".