Mar Rey BuenoVirago: mujer que tiene aspecto, ademanes y actitudes que se consideran propios de los hombres. Mujer que pretende vivir como un hombre. Cuando ese «vivir como un hombre» significa reclamar un espacio propio, un acceso al saber, una imagen exclusiva…
Virago cruelísima. Vampiresa de La Romaña. Con tan sólo veintiún años, y estando embarazada de siete meses, montó a caballo y comandó las tropas que habían de tomar el Castillo de Sant’ Angelo. Con veinticinco, viuda y madre de seis hijos, defendió con las armas su patrimonio.
Cuenta Maquiavelo que, habiendo tomado prisioneros a sus hijos los mismos enemigos que habían acabado con la vida de su esposo, y amenazando con matarlos, si no se rendía, Caterina, la gran Caterina Sforza (1463–1509), se subió a la muralla que protegía su castillo, se levantó las faldas y «agarrándose la natura», dijo aquello de «Fatelo, se volete: impiccateli pure davanti a me, qui ho quanto basta per farne altri!». Hacedlo, si queréis, matadlos delante mío, que aquí tengo cuanto necesito para hacer otros…
Pues bien, no sólo le sobraban arrestos a la Sforza para enfrentarse a sus enemigos. No sólo defendió el patrimonio de sus hijos. También tuvo tiempo para dedicarse a la alquimia. Tenía su propio laboratorio. Hacía sus propios experimentos. Escribió su propio cuaderno de trabajo…
Y no fue la única. No. Como ella, legiones de “viragos” poderosas, legiones de mujeres que esperan ser rescatadas del olvido…
Imagen superior: Caterina Sforza, imaginada por Dario Gobbi en 1914.
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