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«Camino de campo (Der Feldweg)», de Martin Heidegger

Camino de campo (Der Feldweg), de Martin Heidegger, es una obra extraña y poco común. Lejos de ser un escrito académico como Ser y tiempo ‒su libro más conocido‒ o ¿Qué es metafísica?, esta obra es presentada de una forma extremadamente poética y enigmática. Se trata, sin duda, de uno de los textos más peculiares del autor alemán.

Este fue uno de los últimos libros de Heidegger, por lo que el famoso “giro filosófico” ‒más conocido por kehre‒ ya se había producido. Estamos ante una obra escrita cuando todo el pensamiento heideggeriano ya había sido expuesto y era conocido por los grandes filósofos de su tiempo. En ella, más que una exposición teórica, hallamos una necesidad vital por parte de Heidegger de expresar aquello que ha quedado sin ser desvelado en sus restantes obras.

Camino de campo se presenta como un texto muy personal y místico, donde Heidegger conversa consigo mismo, con su pensamiento y su entorno, sin dejar al descubierto ninguna conclusión. Es el propio lector quien debe desvelar aquello que el autor decide mantener oculto en su escrito, encerrado en el más puro misterio.

Sin duda alguna, en estas páginas Heidegger se muestra en varias ocasiones más místico que filósofo. Hablamos aquí de un escrito muy personal y distinto a aquello que el lector está acostumbrado a leer cuando abre un libro de este filósofo.

Rara es la ocasión que algún estudioso de Heidegger se centra en esta obra, y sin embargo, a pesar de que sea un trabajo no demasiado aceptado por el mundo académico, es una obra extraordinaria, donde su autor muestra cómo culmina su pensamiento.

En ella se ven expuestas todas las ideas del pensador, ya depuradas y perfiladas. Ideas que, al mismo tiempo, no terminan de ser desveladas del todo. Heidegger las muestra parcialmente, reservando así el misterio. Sin duda, Camino de campo es la encarnación del mismo sentido de αλήθεια, de ese desvelar que cubre con nuevos velos.

Por otro lado, su título tiene una importancia fundamental para comprender qué nos está queriendo decir Heidegger. Él considera que la filosofía es como un camino, como un sendero que nos conduce a nuevos prados y nos desvela un nuevo paisaje. Con el continuo andar, vamos desvelando aquello que se escondía y no se hacía presente.

De hecho, Heidegger señala que cuando los enigmas se amontonan y parece no haber salida, nos queda siempre el camino de campo. Para él, pensar es recorrer los senderos aún ocultos del ser, y también es como el obrar del campesino que despeja las malas hierbas de dicha senda. Al fin y al cabo, segar supone cortar aquello que sobresale, lo que molesta y no nos permite ver con claridad.

Si tenemos en cuenta el pensamiento de Heidegger y su pretensión de repensar la metafísica para que no caiga en el olvido del ser, segar también podría hacer referencia a esta actividad de volver a pensar el ser. Es decir, que el hombre sea pastor del ser. En este sentido, el campo es el retorno al ser y la salida a la extrema pobreza del pensamiento occidental.

Con Camino de campo Heidegger termina por romper los ropajes de la metafísica y empieza a escribir en un lenguaje más allá de ésta. En otras palabras: el lenguaje místico. El pensador alemán se libera de la gramática para poder hablar de aquello que está reservado tan solo al pensar y al poetizar, siendo éste último el lenguaje que verdaderamente nos permite abrirnos al ser.

Por último, cabe añadir que Heidegger no abandona la crítica que durante toda la realización de su corpus filosófico plantea a los filósofos que conciben la metafísica como olvido del ser. Tampoco renuncia a juzgar la concepción del mundo como recurso, idea que sin duda viene dada por la técnica. Todas estas cuestiones son retomadas en Camino de campo, pero esta vez de una forma muy singular y distinta a las anteriores: desde el pensar poético.

Por todo ello, podemos concluir que nos hallamos ante una síntesis y culminación del pensamiento heideggeriano desde una expresividad particularmente distinta a la anterior escritura del filósofo alemán. ¿Su objetivo? Alzarse como el comienzo de un nuevo pensar, que sólo es posible si se expresa mediante la poesía y el ocultamiento.

Aquí podemos ver tratadas las grandes preocupaciones y reflexiones del pensamiento de Heidegger, aunque, por primera vez, expuestos desde el verdadero lenguaje filosófico. Esto es: desde el poetizar como camino de reflexión. De ahí que Heidegger escriba: «Lo que es siempre lo mismo extraña y libera. Ahora el aliento de campo es muy nítido. ¿Es el alma que habla? ¿Es el mundo que habla? ¿Es Dios que habla?».

Sinopsis

En la juventud de Martin Heidegger el camino de campo nacía inmediatamente detrás del portón del jardín del castillo y, atravesando prados y campos sobre suaves ondulaciones que se amoldaban al terreno, se dirigía hacia el Ehnried. Hoy día la ciudad de Messkirch se ha extendido hacia el sur; el camino de campo es un camino vecinal con aceras, que está asfaltando y urbanizando y que termina en dos escuelas nuevas, entre ellas el Instituto Martin Heidegger. Sólo entonces el camino de campo pasa, ahora también asfaltado, al lado del crucifijo dirigiéndose hacia el banco bajo el viejo roble en la linde del bosque.

Las fotografías de aficionado de esta edición muestran el camino de campo original y se las debemos casi exclusivamente a la señora Elsbeth Büchin de Messkirch; pretenden servir como una mínima ayuda para que el lector se haga una idea de cómo era en otros tiempos el camino de campo.

Copyright del artículo © Paula Sánchez Romero. Reservados todos los derechos.

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Paula Sánchez

Estudiante de Filosofía en la Universidad de Barcelona y de Ciencias Religiosas en el Institut Superior de Ciències Religioses de Barcelona (ISCREB). Combina sus estudios con distintos seminarios (sobre todo de teología, en el Centre d'Estudis Cristianisme i Justícia) y forma parte del Seminario de Teología y Ciencias de Barcelona (STICB).