El veterano periodista y director de periódico de Cleveland William Ritt estaba fascinado por las posibilidades que ofrecía el medio historietístico. Sus primeras incursiones en él no tuvieron demasiado éxito y duraron poco: Chip Collin’s Adventures (con ilustraciones de Jack Wilhelm) y más tarde Gabby (dibujado por Joe King). Pero a la tercera fue la vencida.
Brick Bradford debutó el 21 de agosto de 1933 como tira diaria dibujada por Clarence Gray y distribuida por Central Press Association, una subsidiaria de la poderosa King Features Syndicate, propiedad de William Randolph Hearst. Éste deseaba encontrar un personaje que contrarrestara el éxito obtenido por la competencia con Buck Rogers y aunque la serie que conseguiría tal hazaña no apareció hasta un año más tarde (Flash Gordon), Brick Bradford fue un primer intento cuyo resultado, a tenor de su longevidad, no puede sino calificarse de rentable. Además, lejos de ser una mera imitación de Buck Rogers, sus autores crearon a un héroe cuyas directrices diferían bastante –al menos inicialmente– de la space opera cultivada por aquél.
En su concepción original, Brick era un pelirrojo aviador aventurero siempre listo para embarcarse en las misiones más estrafalarias, desde explorar una ciudad sumergida en los Andes a enfrentarse a una secta de asesinos que pretende conquistar el mundo, de verse reducido a un tamaño diminuto a luchar contra peligrosos robots. Eran aventuras claramente inspiradas por las revistas pulp del momento y en ellas se pueden rastrear fácilmente elementos propios de los relatos de Edgar Rice Burroughs o Abraham Merritt. Ritt, con su prosa florida, tejía historias abundantes en tópicos y con argumentos intrincados hasta rozar el disparate pero nunca faltaba el suspense y la acción.
Por su parte, Gray las plasmaba con una economía de medios que no excluía el sentido del misterio y una poderosa capacidad de evocación. Su estilo era claramente deudor de las ilustraciones de las revistas pulp contemporáneas. Gray, ya curtido en el ámbito gráfico de la prensa, era notablemente superior a Dick Calkins, responsable del dibujo del popular Buck Rogers. Apoyándose casi exclusivamente en masas de negro y blanco con pocos grises y pinceladas sobrias, se deleitaba presentando la acción en términos cinematográficos, con frecuentes panorámicas y largas secuencias sin diálogo. Sus escenas de batallas y aquellas que transcurrían de noche eran particularmente efectivas.
El 24 de noviembre de 1934, a la tira diaria se le añadió una página dominical y fue en este formato más amplio donde Gray pudo dar rienda suelta a su talento. Inspirado por los cuentos de corte mitológico que escribía Ritt, situó a su héroe en escenarios espectaculares propios de la fantasía heroica, como ciudades de fábula, reinos escondidos en el centro de la Tierra o junglas primitivas pobladas por razas perdidas, brujos, princesas y monstruos legendarios, a los que el añadido del color dotó de una elegancia añadida.
Durante un tiempo ambos autores se habían circunscrito básicamente al género de la aventura fantástica. Pero el Syndicate, deseoso de repetir el éxito cosechado por Flash Gordon, decidió recortar el espacio dominical de Brick Bradford añadiendo una tira adicional, The Time Top, cuya vida se prolongó durante unos cuantos meses en 1935. En ella se presentaba la Cronoesfera, una invención claramente inspirada en La máquina del tiempo, de H.G. Wells y supuestamente construida por el científico Horatio Southern con el objetivo de viajar por el tiempo y el espacio.
Cuando The Time Top se canceló, sus personajes y la Cronoesfera pasaron a integrarse en la plancha de Brick Bradford, permitiendo entonces al héroe recorrer toda la línea temporal, desde la prehistoria hasta el más lejano futuro. Este nuevo elemento permitió al dibujante imaginar tanto sociedades hipertecnológicas como rituales atávicos. Fue en ese momento cuando Bradford se internó –no con el completo beneplácito de sus autores, que disfrutaban más escribiendo y dibujando espacios naturales y anatomía humana que naves y artefactos– en la space opera de corte más convencional.
Brick Bradford era una tira cuyo exclusivo protagonista era el héroe, sin nadie que le hiciera sombra. No había compañeros regulares ni novias eternas . Sus mejores amigos solían ser científicos, como Kalla Kopak –en las tiras diarias– y Horatio Southern –en las dominicales–, que enviaban a Brick a las misiones más extravagantes. June Salisbury, hija del profesor Salisbury, otro científico, era su compañera femenina más habitual, pero a lo largo de los años acumuló muchas otras novias en el pasado, presente y futuro, incluyendo a ladies inglesas, princesas mayas y reinas de galaxias lejanas.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Brick Bradford fue una de las pocas series de aventuras que sobrevivieron al conflicto. Las dominicales se dedicaron a contar historias de viajes por el tiempo, mientras que en las tiras diarias el héroe era enviado a un interminable viaje que comenzaba en 1940 en la Antártida y finalizaba en la Luna en 1946. Con la firma de la paz, William Ritt pareció recobrar su entusiasmo, pero duró poco tiempo. Cansado y desencantado, fue delegando las tareas de guionista en su colaborador hasta que finalmente, en 1949, el sindicato decidió prescindir de él ante su aparente incapacidad para cumplir los plazos de entrega.
Entretanto, con cierto retraso respecto a otros personajes de cómic más populares, Bradford hizo su debut en la gran pantalla en 1947 en la forma de un serial de quince episodios dirigido por Spencer Bennett y Thomas Carr. Siguiendo la tónica de los seriales de la época y las propias aventuras gráficas del héroe, éste viajaba al pasado a bordo de la Cronosfera, se enfrentaba a indios centroamericanos y piratas y se salvaba de amenazas ya harto conocidas para los amantes de este formato cinematográfico, como gases letales o rayos de la muerte. El protagonista estaba encarnado por Kane Richmond (reciclado de su participación en el segundo serial de Flash Gordon)
Como hemos mencionado y ya de vuelta al ámbito de la historieta, en 1949, ante el abandono de Ritt, Clarence Grayse convirtió en el único responsable de la serie. Trató de concentrarse en historias más breves, pero nunca pudo llegar a cumplir sus ambiciones: a finales de aquel mismo año se le diagnosticó un cáncer de garganta e, inevitablemente, su trabajo comenzó a acusar también la enfermedad. En 1952 hubo de dejar los guiones y el dibujo de la tira diaria en manos de su ayudante, Paul Norris (que ya se había encargado ocasionalmente del personaje en los momentos en que Gray se hallaba demasiado enfermo como para trabajar).
Quedándose sólo con la página dominical, en su última etapa Gray convirtió a Brick Bradford en una serie de cuentos fantásticos y de ciencia ficción. Había destellos de brillantez en algunas páginas, pero la magia se había esfumado. Tercamente aferrado a su mesa de dibujo, continuó trabajando en su héroe hasta su muerte en 1957, si bien hacía ya tiempo que las planchas no eran sino pálidos reflejos de lo que una vez fueron.
Paul Norris pasó entonces a firmar la serie en solitario. Pero su estilo gráfico carecía del brío de su predecesor. Sus historias, sin embargo, demostraron ser sólidas y, en ocasiones, hasta excelentes, llevando a Brick hasta el espacio exterior y a través del tiempo durante más de tres décadas. Su trabajo en la serie, por tanto, se prolongó casi el doble que el de Clarence Gray. La última tira diaria dibujada por Norris apareció el 25 de abril de 1987 con la siguiente leyenda: «Y así… cincuenta y tres años y medio después de que Brick Bradford iniciara su aparición periódica en los diarios de América y de todo el mundo, sus aventuras bajan el telón». En esa última tira, se sugería que Brick estaba, por fin, dispuesto a sentar cabeza. A causa de los caprichos propios del negocio periodístico, la última página dominical –dibujada en realidad antes que la mencionada tira– se publicó el 10 de mayo de 1987. Y así, con medio siglo de aventuras en su haber, finalizó la saga de uno de los aventureros y héroes de la ciencia ficción más longevos del género.
Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.