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«American Noir», de James Ellroy y Otto Penzler (eds.)

Cuando uno lee American Noir, siente que acaban de presentarse los testigos de un crimen, y que un nervioso taquígrafo transcribe sus declaraciones al pie de la letra. En esta antología hallará el aficionado todo aquello que hace grande al género negro. Para empezar, literatura destilada bajo presión y retratos sociológicos dignos de un periodista de sucesos.

¿Y qué decir de los personajes? Ya saben lo que conlleva el noir. Investigadores con muchos expedientes descansando sobre su escritorio. Tipos duros, expertos en apretar las tuercas al prójimo, siempre por razones estrictamente profesionales. Perdedores con deudas pendientes, y sin ganas de escuchar consejos… Así se construye un género adictivo y poderoso, y así se consolida una literatura cuyas líneas oscilan entre las denuncias de una vieja comisaría y las promesas de una femme fatale.

American Noir es una antología hilvanada por dos maestros, uno de las letras, el novelista James Ellroy (Los Ángeles, 1948), y otro de la edición, Otto Penzler (Nueva York, 1942), fundador del sello The Mysterious Press, propietario en Nueva York de The Mysterious Bookshop ‒una mítica librería especializada‒ y coautor de la Encyclopedia of Mystery and Detection, que le hizo merecedor del premio Edgar en 1977. Con dos anfitriones como estos, tan acostumbrados al bullir de la tinta caliente, comprenderá el lector que este paseo por la literatura criminal tiene un sello de garantía que pocos libros pueden ofrecer.

Publicada en 2010 bajo el título original The Best American Noir of the Century, esta selección de relatos, espléndidamente traducida por Enrique de Hériz, cataloga históricamente lo mejor del noir, siempre bajo el informado punto de vista de sus dos editores. El resultado es un auténtico tesoro: una lectura apasionante, que uno tiene que devorar forzosamente a contraluz, y si me apuran, experimentando una continua distorsión temporal.

¿Cómo resumir el contenido? A poco que uno pase el índice por la lista de autores que acá se reúnen, comprenderá que las presentaciones son ociosas, porque en este repertorio se comprime acertadamente la narrativa breve de género negro del siglo pasado. Así, el lector puede comparar la tersura impactante de “¡Muere!, dijo la dama” (1953), de Mickey Spillane, con la ambigüedad de “Como un hueso en la garganta” (1998), de Lawrence Block, disfrutando luego de la ironía presente en “Cuando las mujeres salen a bailar” (2002), de Elmore Leonard, la brutal oscuridad que surge en “Desde que no te tengo” (1988) de James Ellroy, la crítica social de “Infiel” (1997), de Joyce Carol Oates, el humor de “Para siempre jamás” (1960), de Jim Thompson, el clasicismo de “Pastoral” (1928), de James M. Cain, la complejidad existencialista de “Quedarse sin perros” (1999), de Dennis Lehane, o la devastadora melancolía de “Un profesional” (1953), de David Goodis.

Prueben a comenzar este libro, y en cuanto se descuiden, comprenderán que ya han sido atrapados por esta reunión de detectives con un informe de autopsia bajo el brazo, damas que nunca pasarían la prueba del detector de mentiras, tiradores agazapados junto a un Oldsmobile del 49, y otros muchos personajes perfilados en un rutilante blanco y negro.

Sinopsis

De entre todos los retoños que brotaron de la ficción hard-boiled, el género negro es el más escrupulosamente estudiado. La fascinación de lo negro está en la fuerza de la renuncia moral y de la entrega a la excitación. Este volumen recoge diez ejemplos de narraciones de este género firmados por algunos de los escritores más prestigiosos que lo cultivaron: James M. CainMickey SpillaneDavid GoodisJim ThompsonPatricia HighsmithJames EllroyJoyce Carol OatesLawrence BlockDennis Lehane y Elmore Leonard.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.