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«Air Wonder Stories» (1929)

En 1929, Hugo Gernsback –cuya figura absolutamente fundamental para el género de la ciencia-ficción, en su calidad de editor, glosaremos en otra ocasión– perdió el control de su hija predilecta, Amazing Stories, cuando su compañía cayó en la bancarrota, y no tanto por falta de éxito sino por una serie de inversiones financieras que terminaron en juicio. Pero el pionero editor no se rindió, ni mucho menos. En cuestión de meses tenía otras tres revistas en el mercado, una de la cuales fue esta Air Wonder Stories (las otras fueron Science Wonder Stories y Science Wonder Quarterly).

Cuando apareció Air Wonder Stories, ya había otras revistas pulp que trataban de aventuras aéreas, como Sky Birds o Flyin Aces, si bien Gernsback, en su primer editorial las despreciaba por no tratarse sino de historias bélicas o westerns recocinadas en el molde de la aún joven aviación. En cambio, su intención era la de ofrecer al lector “historias aéreas del futuro, siguiendo una directriz estrictamente científico–mecánica, llenas de aventura, exploración y éxitos”.

Los relatos se complementaban con material diverso, incluyendo artículos sobre aviación, pasatiempos y críticas literarias. La sección de correo de los lectores pronto demostró que la revista atraía a más aficionados de ciencia-ficción que interesados por los aviones reales y el propio Gernsback comentaría más tarde que los lectores de la revista y los de Science Wonder –sucesora de Air Wonder Stories aunque más centrada en la ciencia-ficción– coincidían en un 90% a decir de las suscripciones.

La siguiente anécdota nos ofrece una buena muestra de que estas revistas ejercieron una influencia fundamental en futuros escritores. Uno de los frecuentes concursos que Gernsback organizaba entre los lectores sirvió, en febrero de 1930, para premiar el que sería eslogan de la revista. El ganador fue un tal John Beynon Harris, que propuso “Future Flying Action”. Harris sería más conocido veinte años más tarde como John Wyndham, autor de uno de los clásicos imprescindibles del género de la ciencia-ficción: El día de los trífidos.

Y no puedo olvidarme de las portadas, dibujadas por Frank R. Paul, un dibujante que con sus maravillosos diseños, llamativas composiciones y brillantes colores ayudaron a esculpir en la mente de los lectores más jóvenes una imagen muy concreta y reconocible del futuro que influiría no sólo en futuros escritores, sino en ilustradores y diseñadores de producción cinematográfica.

In 1930, a pesar de la ilusión de Gernsback, era evidente que las cosas no acababan de ir bien. Air Wonder Stories era un título demasiado especializado. Sus historias tenían un marco narrativo tan restringido que era muy difícil que encontraran un amplio mercado. El número de historias que se podían contar sobre piratas aéreos, ciudades flotantes, aeronaves futuristas y batallas en el aire era limitado. Sus ventas decayeron y, además, Gernsback necesitaba hacer sitio en su calendario de edición para otra nueva revista, Aviation Mechanics. Así que en 1930, Air Wonder Stories se fusionó con Science Wonder Stories para formar Wonder Stories, de la que hablaremos en otra ocasión.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".