Como tantos europeos de su época, al eslovaco Viteszlav Novák le tocó asistir a su muerte y resurrección, repetidas y patéticas. Nació en el imperio bicéfalo, fue ciudadano de la República Checoeslovaca, súbdito del Tercer Reich y camarada de la democracia popular.
Hoy lo vemos como músico de una ideal Europa, en su caso la de un temperado, tardío y elegante romanticismo. Ahora circulan en nuestro medio sus obras para piano, querencia privilegiada de su catálogo. Pero Novák cultivó la orquesta, ya desde sus comienzos, y así lo atestiguan los títulos del disco que recomendamos. En ellos se advierte un sostenido cuidado en la escritura, una fidelidad flexible a los gestos de la escuela romántica de Europa Central, un puntilloso tratamiento de la instrumentación y un uso comedido de la melodía, siempre acolchada por agradables fórmulas armónicas.
Siendo todavía alumno de Dvorak compuso Novák la obertura para El corsario, poema de Lord Byron que interesó a tantos compositores del siglo XIX.
En su Serenata, en cambio, hay ecos de la pulcritud clásica, las colaciones del siglo XVIII, aunque pasadas por la experiencia de Brahms, que hizo de la serenata para orquesta una suerte de sinfonía de bolsillo.
En Marysa, la inspiración literaria dispara en otro sentido. Se trata de una música de escena para la pieza teatral homónima de Alois y Vilém Mrstic. Un fino empleo de motivos folclóricos eslovacos muestra esta leve faceta nacional, ya que no nacionalista, de Novák, que supo sobrevivir a los terremotos de la historia alojado en la invulnerable burbuja de su música.
Disco recomendado: Vitezslav Novák (1870-1949). Obertura Korsár; Serenade 1894; Marysa op.18 / Bergische Symphoniker. Dir.: Romely Pfund / MDG / Ref.: MDG 1159 (1 CD)
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