El ombrómano Chassino (Eléonor Chassin, 1869-1955) era de nacionalidad francesa. De niño fue pastor de ovejas. La primera vez que vio un espectáculo de sombras fue en la iglesia de su pueblo. Desde entonces entretenía las largas horas de soledad componiendo formas y figuras en las paredes de oquedades y cuevas. Un caso parecido al del pintor Giotto, que dibujaba en el suelo cuando le descubrió Bramante.
A Chassino no le descubrió nadie, pero abandonó su pueblo de Louville y recorrió las campiñas vendiendo bobinas de hilo, botones, estampas, almanaques e imágenes piadosas. Por la noche, dormía al raso, en compañía de los pájaros. Con ellos aprendió a silbar. Debutó en París, a los 19 años, con el nombre de El hombre pájaro. Realizaba imitaciones de las aves.
Sin embargo, fueron las sombras las que le convirtieron en uno de los artistas de variedades mejor pagados. Perfeccionó un número con tres personajes que ejecutaban un divertido sketch. Lograba crear la apariencia de una escena en movimiento.
Aunque su especialidad, en la que no tenía competencia, era hacer sombras con los pies. Chassino explicaba que para la mayoría del género humano resultaba imposible aprender a utilizar los pies. Se necesitaban una disposición especial, unas condiciones de flexibilidad, elasticidad y blandura que no todo el mundo poseía. Os animo a ensayar.
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