Paul Kieve es un mago que lleva años dedicado a crear efectos especiales para el teatro y el cine. Se le reconoce en todo el mundo como uno de los más destacados en su profesión.
Una de las últimas obras en la que ha intervenido como consultor mágico ha sido Matilda, una comedia musical basada en la novela homónima de Roald Dahl que relata las andanzas de una niña con poderes telequinéticos.
Una vez más, el público encuentra convincente que una tiza pueda escribir en una pizarra sin la intervención de una mano; que una carta se pliegue sola o que un vaporoso fantasma traspase una sólida puerta.
Imagen superior: efecto especial de Paul Kieve para el montaje de «Ghost: The Musical» (2011), de Bruce Joel Rubin, Dave Stewart y Glen Ballard.
A mí me ha llamado aún más la atención su convicción de que siglo y medio de perfeccionamiento en la tecnología de los espectáculos no ha vuelto obsoletas las ilusiones victorianas porque el pensamiento que había detrás de ellas era muy sólido. No sólo entretenían, realmente hacían verosímil una ilusión, otra realidad, encandilaban al público. Y pone como ejemplo «un libro sobre juegos de manos con cartas, escrito por un tramposo de póker ». Seguramente se refiere a Erdnase. «Todo lo que estaba escrito allí tenía que ser bueno y funcionar, porque de lo contrario le freirían a balazos.»
Imagen de la cabecera: «Matilda the Musical» (2011), de Dennis Kelly y Tim Minchin © Royal Shakespeare Company.
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