En marzo de 1998, la revista Investigación y Ciencia publicó un artículo sobre Lise Meitner, codescubridora de la fisión nuclear e ignorada por el jurado de los premios Nobel.
Meitner nace en Leopoldstadt, el segundo distrito de la capital de Austria, en 1878, en el seno de una familia judía. Cuando llega a la edad adulta, se convierte al luteranismo. En 1906 se doctora en Física en la Universidad de Viena en 1906. Tiene como profesor a Ludwig Boltzmann, experto en termodinámica y autor de la expresión matemática de la entropía (S=k.log W).
En la Universidad Humboldt de Berlín, Max Planck le da permiso para asistir a sus clases. Tras colaborar con Planck, trabaja en la Sociedad Kaiser Wilhelm (Kaiser Wilhelm Gesellschaft KWG) con el profesor Otto Hahn, que lleva la sección de radioquímica. Juntos descubren en 1918 el protactinio, elemento 91 de la tabla periódica anterior al uranio (92). Por desgracia, ella no recibe ninguna remuneración por su trabajo y depende enteramente del dinero que le envía su padre.
En 1926 se convierte en la primera mujer que ocupa una plaza de profesora en la Universidad de Berlín. El título perderá su valor cuando los nazis suban al poder y le impidan ejercer la docencia.
A principio de los años 1930, se interesa por los experimentos de Enrico Fermi, en Roma. Bombardeando con neutrones diversos elementos, Fermi había descubierto que, cuando se trataba del uranio, se producían emisiones beta, cuyas características correspondían a elementos transuránicos (en la tabla periódica).
En 1937 Meitner publica un artículo en el que cuestiona el modelo nuclear imperante en su época. Está a punto de identificar el modelo de fisión nuclear, pero la deriva histórica de Alemania va en su contra. En 1938, pierde la nacionalidad austríaca y la expulsan del laboratorio a causa de su origen judío. Como el Gobierno le ha retirado el pasaporte, decide viajar a Holanda de forma encubierta. Finalmente, consigue dejar su país sin equipaje, con solo diez marcos en el bolsillo.
Imagen superior: Lise Meitner y Otto Hahn en su laboratorio.
A duras penas, y superando incontables inconvenientes, reemprende sus investigaciones en Estocolmo. Mantiene correspondencia con Hahn, y en secreto, se entrevista con él en Copenhage. Durante la discusión que mantienen, Meitner defiende que, en los experimentos que se están practicando, no se obtienen isótopos de uranio sino que el proceso tiene otros resultados.
En enero de 1939 Hahn publica en una revista alemana un articulo sobre la fisión nuclear y Meitner y su sobrino Otto Frisch, también físico, lo hacen pocas semanas después en la revista Nature. Para los no iniciados “parecía que los químicos habían descubierto la fisión y los físicos se habían limitado a dotarla de un bastidor teórico.”
En 1942 ofrecen a Meitner incorporarse al equipo de investigadores que desarrollará la bomba atómica. Ella va a ser el único científico que, por razones pacifistas, rechace esa oferta que le llega desde Estados Unidos.
Imagen superior: Meitner junto a la actriz Katharine Cornell y el físico Arthur Compton el 6 de junio de 1946, durante la entrega de premios de la National Conference of Christians and Jews.
Hahn va a recibir en 1944 el premio Nobel de Química, pero no se porta con honradez: ni una sola vez menciona la participación de Lise en el descubrimiento. Según comentan sus detractores, no va a ser su única jugada en contra de la científica: también intenta en 1966 que no le concedan el premio Enrico Fermi. En todo caso, hay otros autores que matizan esa actitud. Por ejemplo, el químico e historiador Klaus Hoffmann, biógrafo de Hahn, insiste en que la fisión fue un descubrimiento demostrado por Otto Hahn y Fritz Strassmann, en el que Lise Meitner, pese a su importancia, no tuvo el suficiente protagonismo. Obviamente, la de Hoffmann es hoy una opinión minoritaria.
Cuando termina la contienda en Europa, Hahn, Max von Laue, Werner Heisenberg y Carl Friedrich von Weizsäcker son investigados para conocer su grado de compromiso con el nazismo. Hahn va a mostrarse muy amistoso con los aliados, pero cae en la más profunda desesperación en agosto de 1945, cuando se produce el bombardeo atómico de Hiroshima.
Comprender que sus descubrimientos han dado lugar a un arma tan letal le trastorna, y provoca en él una gran crisis existencial. De ahí en adelante se convertirá en un activista contra la carrera nuclear. En Alemania es una figura nacional, entre otras razones, por no haber construido la bomba para los nazis.
Imagen superior: Otto Hahn y Lise Meitner se van a reencontrar en un entorno muy amistoso en 1959, durante la ceremonia de inauguración del Instituto Hahn-Meitner para la Investigación Atómica (Berlín).
A diferencia de Hahn y otros colegas, Lise Meitner es un persona introvertida que detesta la publicidad. En 1960 se marcha a Cambridge, donde fallece en 1968, a punto de cumplir los 90 años.
Ironías de la Historia: en 1997 se decide dar su nombre al meitnerio, un elemento químico de la tabla periódica cuyo número atómico es 109. Una venganza del destino.
Imagen de la cabecera: Lise Meitner (1878-1968) en la Universidad Católica de América, Washington, D.C., 1946.
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