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El destino de Lawrence de Arabia

A principios del siglo XX, la península de Arabia estaba bajo el dominio nominal del Imperio Turco. El control real lo ejercían diversos reinos y tribus. Los más importantes eran la casa de Saud, al este, controlando Riad, y los hachemitas, controlando el oeste y las ciudades santas de La Meca y Medina, en el Hiyaz.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el Imperio Británico, que tenía colocado un peón, Harry Saint John Philby, cerca del rey Ibn Saud, culminó una alianza con los hachemitas mediante la que Thomas Edward Lawrence, como agente sobre el terreno, serviría de asesor en la rebelión contra los turcos.

Lawrence, estudiante en Oxford, hizo su tesis doctoral en 1910 sobre las fortalezas de los cruzados en Palestina. Más tarde participó en excavaciones en Karkemish, en la actual Turquía. Como todos los arqueólogos en aquella época, y en aquella zona, acabó siendo espía oficioso por cuenta de los británicos.

Imagen superior: el Crac de los Caballeros, sede central de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en territorio sirio.

Después de la guerra, en 1921, Lawrence fue reclutado por Winston Churchill, a la sazón ministro de Colonias, para participar en la conferencia de El Cairo, en la que se nombró emir de Transjordania a Abdullah, uno de los hijos de Hussein, el jerife hachemita de La Meca.

Imagen superior: Churchill, Lawrence y Abdullah.

En 1925 los saudíes se apoderaron del Hiyaz, derrotando a los hachemitas. En realidad, los británicos habían jugado a dos bandas. La India Office, el departamento de la Administración colonial de la India, había apoyado a Ibn Saud, y sin embargo, el Arab Bureau, dependiente de la Oficina de Guerra y el Foreign Office, estaba detrás de los hachemitas. Tan poderoso era el Imperio que se permitió el lujo de que dos facciones internas lucharan entre sí para dictar la política exterior.

Imagen superior: Ibn Saud y Abdullah (17 de agosto de 1935).

Ya era demasiado tarde. El descubrimiento en los años treinta de las reservas de petróleo en la zona y la alianza de los saudíes con los norteamericanos dio al traste con las posibilidades del decadente y agotado Imperio británico. Lo que resulta interesante es comprobar que las actividades políticas de los imperios están generadas y dirigidas por grupos de poder que, desde el interior de estos, luchan entre sí.

Imagen superior: Lawrence (a la derecha, con ropa occidental) junto a un grupo de jefes beduinos y circasianos en el Aeródromo de Amán, 1921.

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Joaquín Sanz Gavín

Contable y licenciado en Derecho.

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