Desde la ácida crítica de la sociedad estadounidense hasta la épica de la Tierra Media, desde la música pop hasta el erotismo underground, todo tiene cabida en la obra de este ilustrador y animador, cuyo mundo desquiciado y colorista es un relato de su propia experiencia vital.
Bakshi nació en Haifa, cuando formaba parte del protectorado palestino, el 26 de octubre de 1938. Sus padres, inmigrantes, buscaron un nuevo horizonte en Brooklyn, el barrio de Nueva York donde el pequeño descubrió dos placeres irresistibles: dibujar a todas horas e ir al cine siempre que podía permitírselo.
Para aquellos que ya conocían la destreza de Bakshi con el lápiz y los pinceles, no fue raro que sus padres quisieran matricularlo en la Escuela de Arte. A los diecinueve años, con su título certificado, ya se había convertido en un ilustrador profesional.
Aunque la publicidad era un campo tentador, decidió especializarse en una disciplina más provechosa para él. Como había recibido clases de animación, buscó ofertas de empleo en el gremio del dibujo animado.
En 1959 llegó a New Rochelle. Acababa de ser admitido en el Terrytoons Animation Studio, de cuya factoría salía una de las teleseries infantiles más famosas de la época, Terrytoons, emitida por la cadena CBS. Con todo, los inicios de Bakshi en dicho estudio no fueron fáciles. Al principio, sólo le encomendaban fondos y láminas de intercalado. Al cabo del tiempo, y con una experiencia más sólida, pasó a formar parte de los animadores que realizaban las dos joyas de la corona de Terrytoons: Las aventuras de Super Ratón y los episodios protagonizados por cuervos gemelos Heckle & Jeckle.
A lo largo de seis años, Bakshi fue prosperando en Terrytoons, y con solo veinticinco años, se convirtió en director de animación. Dejó ese puesto cuando la CBS lo nombró director creativo de su estudio de dibujos animados. No mucho después, en 1967, pasó a figurar como director y productor de los Paramount Cartoon Studios, integrados por el antiguo equipo del animador Max Fleischer.
Como responsable de las franquicias de la compañía, Bakshi estrenó cuatro títulos en los que ponía de manifiesto su atrevida originalidad: Marvin Digs, Mini Squirts, Super Basher and Bop y The Fiendish Five.
Era una época vanguardista, y Bakshi tuvo claro que era preciso contratar a figuras del cómic para introducir sangre nueva en el mundo de la animación. De ahí que, bajo el paraguas financiero de Paramount, contratase a veteranos de la historieta como Jim Steranko, Wally Wood y Roy Krinkle.
El buen hacer de Bakshi en Paramount atrajo a Steve Krantz, un empresario que había contratado a numerosos animadores canadienses con el propósito de formar una empresa de dibujos animados en Toronto.
Tras alcanzar un acuerdo con Krantz, se encargó de los dos principales lanzamientos del nuevo estudio: Spiderman y Rocket Robin Hood.
Como el negocio de Krantz empezó a funcionar, Bakshi pudo regresar a Nueva York, como máximo gerente de un estudio filial.
La contracultura deparaba emociones intensas, y tanto Krantz como su animador jefe comprendieron que el undergroundproponía un temario convincente y seductor. ¿Su primer proyecto en este ámbito? Ahí es nada: la adaptación de un provocativo cómic de Robert Crumb, Fritz el gato.
El mayor éxito de El gato caliente (1971) fue, precisamente, la polémica que despertó. No en vano, hablamos del primer dibujo animado perseguido por los comités de censura por su contenido erótico.
Más allá de las prohibiciones o los recortes, la operación fue redonda para el estudio: con un coste aproximado de un millón de dólares, El gato caliente llegó a obtener cuarenta millones de dólares en beneficios. Por si ello no bastara, se convirtió en una película de culto.
Entendiendo que sus obras podían llegar al público adulto como ningún otro dibujo animado podía hacerlo, Bakshi y los animadores de los Krantz Studios llevaron a cabo otra película, Heavy Traffic (1973).
Alzando aún más la voz, Ralph Bakshi fundó la empresa Bakshi Productions, y decidió que su primer lanzamiento fuera Coonskin (1974), una cinta de animación que utilizaba los recursos del subgénero blaxploitaition.
En el equipo de animación de Coonskin participaron artistas como Bob Carlson, Virgil Ross, Manny Pérez y Johnny Vita. No obstante la película fue incomprendida, precisamente porque polemizaba sobre los enfrentamientos raciales. En realidad, ese fue el motivo de su fracaso. Diversos incidentes provocados por el Congress for Racial Equality condujeron finalmente a la prohibición de la película en diversos lugares de Estados Unidos. Hubo quien le acusó de racista y de pornógrafo, y eso llevó a Ralph Bakshi a una de las etapas menos brillantes de su carrera profesional.
Regresó a la estética underground con Wizards. Los hechiceros de la guerra (1977), una producción militante, solo explicable con la guerra de Vietnam al fondo. En todo caso, aquella historia, en la que el militarismo se oponía a la magia de elfos, hadas y hechiceros, sirve de anticipo al largometraje más conocido de Bakshi, El Señor de los Anillos (1978).
Producido por Saul Zaentz, y con un presupuesto de ocho millones de dólares, esta adaptación del primer tramo de la trilogía El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien, partía de un guión escrito por el novelista Peter S. Beagle.
El principal recurso técnico de la cinta, y el que proporcionaba realismo a sus personajes, era el rotoscopio, un mecanismo que permitía reproducir mediante la animación tomas rodadas previamente por actores reales.
Durante esta época, Bakshi se dio a conocer como pintor al óleo. Una de sus exposiciones más celebradas tuvo lugar en la galería de Ulrica Cantor, en Los Ángeles. Posteriormente, regresó al cine con irregular fortuna. Su homenaje a la música popular americana, American Pop (1981), demostró una vez más las posibilidades del rotoscopio.
Posteriormente, Bakshi gestó un nuevo proyecto junto al ilustrador Frank Frazetta, muy popular gracias a sus portadas y óleos dedicados al género de la fantasía heroica. Juntos desarrollaron el largometraje de animación Tygra, hielo y fuego (1983).
De ahí en adelante, su carrera fue en declive. En 1984 realizó el videoclip Harlem Shuffle, para los Rolling Stones, y tres años después regresó a la televisión, como director de la serie Las nuevas aventuras de Super Ratón.
Un malentendido con una escena de Las nuevas aventuras de Super Ratón desató una polémica aireada por movimientos puritanos. CBS canceló la serie, y a consecuencia de ello, otro proyecto de Bakshi, Junktown, propuesto a Nickelodeon, también fue descartado.
La filmación de The Butter Battle Book Special (1989) permitió a Bakshi colaborar con Ted Geisel, el conocido Dr. Seuss, creador de un personaje infantil muy divulgado en el mundo angloparlante: el Grinch.
Por desgracia, esta cinta no tuvo fortuna comercial, y tampoco tuvo éxito Cool World. Una rubia entre dos mundos (1992), donde se alternaban los personajes de animación con actores reales como Kim Basinger, Gabriel Byrne y Brad Pitt.
En 1994, un guión suyo dio lugar a Cool and the Crazy, protagonizada por Jared Leto, Alicia Silverstone, Jennifer Blanc y Matthew Flint. Un año más tarde, uno de los principales ejecutivos de Hanna-Barbera, Fred Seibert, le brindó la oportunidad de rodar dos cortos para Cartoon Network: Malcom and Melvin y Babe, He Calls Me. Posteriormente, desarrolló la serie Spicy City, emitida a partir de julio de 1997. Cansado de tener que negociar desfavorablemente con los estudios, Bakshi se dedicó a dos tareas menos inquietantes para él: la pintura y la enseñanza, como profesor de animación de la New York’s School of Visual Arts.
Copyright del texto © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos. (Esta es una versión expandida de varios estudios anteriores. En particular, incluye citas de varios artículos que escribí para el diario ABC y para la Enciclopedia Universal Multimedia, de Micronet. Asimismo, contiene algunas reflexiones y referencias que publiqué en los libros Perspectivas de la comunicación audiovisual (2000) y La cultura de la imagen (2006).
Copyright de las imágenes © Ralph Bakshi. Reservados todos los derechos.