Cuando leía tebeos de niño, me atraían aquellos que más se acercaban a mis gustos cinematográficos. En primer lugar, el western, así que disfrutaba a lo grande de ediciones de Novaro como el Red Ryder (1939-1965), de Stephen Slesinger y Fred Harman, o el Tomahawk (1947-1972), de Joe Samachson y Edmund Good. Como seguidor de las películas de Tarzán, también me encantaban los cómics de este personaje (otra cortesía de la editorial Novaro), que yo alternaba con las aventuras exóticas de Kalar (1963-1986), creadas por Tomás Marco Nadal. Para completar el repertorio, leía cualquier historieta de guerra que cayera en mis manos, muy en especial Hazañas Bélicas (1948), una obra inolvidable que marcó a dos o tres generaciones.
Aunque fue Boixcar quien definió el tono y el fondo de las Hazañas Bélicas, hubo otros dibujantes que participaron en sus páginas a lo largo de una trayectoria que se prolongó a lo largo de varias décadas. Quién nos iba a decir entonces que la herencia de Boixcar sería reivindicada en 2011 desde Ediciones Glénat, gracias al editor Joan Navarro y a un guionista inteligentísimo, culto y atrevido: Hernán Migoya.
Sus Nuevas Hazañas Bélicas se aproximan, con una precisión devastadora, a aquellos españoles que desataron sus peores instintos durante la Guerra Civil. A diferencia de las Hazañas de Boixcar, estas nuevas entregas están escritas con un estilo afilado y demoledor, y su valentía me recuerda un libro como A sangre y fuego, cuyo autor, el gran Manuel Chaves Nogales, nos dejó claro que, durante aquel periodo de barbarie, «había contraído méritos bastantes para ser fusilado por los unos y por los otros».
El resultado ‒recopilado por Norma Editorial en un solo volumen (2019)‒ es un auténtico festín narrativo. Migoya escribe con astucia, ironía y ferocidad, consciente de que la guerra del 36 fue un atavismo violento, un baño de sangre sin brillo ni esperanza. En estas historias autoconclusivas hay algún que otro héroe y algún apunte humanista, pero lo que predomina es el humor negro, el tenebrismo a lo Gutiérrez Solana y la crueldad en estado puro. No falta la épica, desde luego, pero en su faceta más despiadada y vengativa.
Para convertir aquella tragedia en historietas, Hernán Migoya cuenta con un variado y admirable grupo de dibujantes. Las portadas son de Daniel Acuña, y las páginas interiores llevan la firma de veteranos como Joan Escandell o Edmond (Jan Europa), alineados en un equipo del que también forman parte Albert Monteys, Bartolomé Seguí, Calpurnio, Carlos García (Perro), Keko, Cels Piñol, Diego Olmos, Enrique Ventura, Javier Fernández, Joan Marín, Juaco Vizuete, Juanjo Sáez, Kano, Kim, Miguel Ángel Martín, Miquel Fuster, Natacha Bustos, Pedro Rodríguez, Pere Joan, Danide y Santiago Sequeiros.
Hay momentos en los que estas historias de Migoya parecen aguafuertes de Solana, o estampas valleinclanescas. Sin embargo, el aluvión de referencias viene de otra parte, bastante más popular. Migoya habla de Tom T. Chamales, el autor de Cuando hierve la sangre, de Sam Peckinpah, o del propio Boixcar.
«Se menciona como fuente de inspiración ‒escribe el escritor y guionista‒ los Episodios nacionales de Galdós en clave pulp. Yo añadiría con sus gotas de Sven Hassel y sus Panzers de la muerte, más unas dosis de Paul Verhoeven y su Libro negro (¡y su Starship Troopers!), y una rociada de vaquilla berlanguiana también resulta inevitable, es quien mejor nos definió siempre… Pero obviamente este concepto que escoge protagonistas de ambos bandos de la Guerra Civil Española no existiría sin una película que me deslumbró de niño: El fuera de la ley de Clint Eastwood«.
Sinopsis
Nacida como homenaje a la mítica colección Hazañas Bélicas, de Boixcar, esta colección de historias bélicas traslada la acción a la Guerra Civil Española incorporando al reparto a algunos de los protagonistas de aquella contienda, incluidos Franco, Azaña o Durruti. Veintidós relatos escritos en clave pulp por Hernán Migoya (Carvalho. Tatuaje) y dibujados por los mejores autores del panorama: Keko, Calpurnio, Kim, Bartolomé Seguí, Cels Piñol y un largo etcétera.
“En estas historias de acción, Migoya desata todas sus facetas narrativas y el dominio de los géneros, para llevar la contienda al territorio que le es propio: el del disparate. Pasiones extremas, delirios, crueldades sadianas y humoradas que subrayan el absurdo guerracivilista componen estos mitos modernos, donde héroes de uniforme y de paisano ponen en escena una historia que creíamos ya contada pero suena nueva en los guiones de Migoya, dibujados por los mejores lápices de España.” Sergio del Molino.
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