Vicente DíazA este paso, la moda nostálgica de los 80 va a durar más que la propia década de los 80. Es comprensible: un servidor lleva mitificando y echando de menos aquellos años desde 1990, aunque también hay que admitir que nadie ha conseguido recuperar la esencia de aquel arte popular. Y es que, por fortuna o por desgracia, el pasado es irrecuperable.
Las películas infantiles y juveniles de la productora Amblin, creada por Steven Spielberg, son las más imitadas. Aunque ninguna ha conseguido replicar su esencia, algunas sí que han triunfado entre crítica y público, como Super 8 (J.J. Abrams, 2011) y especialmente, la teleserie Stranger Things, en principio planteada como ejercicio nostálgico pero que ha acabado siendo la serie favorita de los preadolescentes actuales.
Los ¡tres! directores de Turbo Kid (2015), Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, ya demostraron en dicho film su afición por el cine “ochentero”. En esa oportunidad, trataron de homenajear las películas de videoclub, en su variante postapocaliptica, al estilo de las copias italianas de Mad Max y emulando la estética de los videojuegos de antaño. Las intenciones superaron al resultado en lo que acabó siendo una cinta bastante aburrida e impostada.
El trío canadiense centra esta vez su homenaje en la mencionada “escuela Amblin”, y asimismo en la literatura juvenil de aventuras que representan sagas como Los Cinco, Los tres investigadores o los Hardy Boys (una de esas novelas aparece en la propia película).
Como sucedía en La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954), en No matarás… al vecino (Joe Dante, 1989) o en Noche de miedo (Tom Holland, 1985), al joven protagonista, Davey (Graham Verchere), se le mete en su cabeza quinceañera que uno de los vecinos del tranquilo barrio residencial en el que vive ‒y por el que reparte periódicos‒ es un asesino en serie. Este vecino (Rich Sommer) es nada menos que uno de los ayudantes del sheriff, y parece un tipo muy majo.
Pese a esto último, el quinceañero consigue a arrastrar a sus amigos (una panda de obsesos sexuales, por cosas de la edad) en una descabellada misión de vigilancia de cada uno de los movimientos del policía.
Sin llegar a ser lo que se dice un festival del diversión, el film no carece de interés en su retrato de los adolescentes y de las tonterías que pueden llegar a hacer para no aburrirse en verano. Lamentablemente, no funciona demasiado en su recreación “histórica” y, lo más importante, no contiene las suficientes peripecias, lo cual hace que la trama resulte algo aburrida casi hasta el tercer acto.
Verano del 84 tiene un desenlace interesante que bien podría dar pie a una secuela muy al estilo del It de Stephen King. Además, se agradece el tono cada vez más siniestro que va adquiriendo lo que, en principio, parecía que iba a ser el enésimo plagio de Los Goonies. Por desgracia, la lentitud en el desarrollo de la historia y el tono desangelado de la narración provocan que el espectador no se involucre demasiado en lo que está sucediendo en la pantalla.
Sinopsis
Un grupo de adolescentes sospecha que un agente de policía vecino del barrio donde viven es en realidad un asesino en serie. Deciden que pasarán el verano vigilando a este hombre, con la intención de obtener las pruebas que confirmen su teoría. Pero a medida que se van acercando a la verdad, aumenta también el peligro que se cierne sobre sus vidas.
Verano del 84 (Summer of 84), la nueva película de los directores de la éxitosa Turbo Kid, Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, también conocidos como RKSS. Al igual que su primer largometraje, el pasado mes de octubre presentaron en la Sección Oficial del Festival de Sitges su segunda película, después de ser presentada en el Festival de Sundance. También ha pasado por los festivales Nocturna de Madrid, Terror Donostia, el Fancine de Málaga y el Terror Molins. Siguiendo el camino del fenómeno televisivo Stranger Things o el remake de la película It, Verano del 84 es un thriller de suspense que nos trasladará de nuevo a los años ochenta para seguir las aventuras de unos aficionados detectives adolescentes.
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Hernán Migoya
