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Crítica: «Furia de Titanes» (Louis Leterrier, 2010)

En el origen de Furia de Titanes hay dos referencias: la primera pertenece a la película del mismo título, rodada en 1981 por Desmond Davis y Ray Harryhausen. La segunda corresponde a la nueva corriente de aventuras mitológicas que llega a nuestro tiempo impulsada por videojuegos como God of War.

Si una superproducción logra ser eficaz, tanto en el terreno de las interpretaciones como en el del diseño artístico y los efectos, no cabe aspirar a más. Al fin y al cabo, eso fue lo que intentó Furia de Titanes en 1981 ‒¿qué hubiera sido de esa película sin Harryhausen?‒, y esa es la aspiración de Louis Leterrier en este remake que ahora llega a las pantallas.

En este sentido, la película de Leterrier muestra sus cartas desde el primer momento. Se ve que pertenece a la misma familia que las producciones de Jerry Bruckheimer, con su capacidad para animar a la audiencia con su montaje frenético, sus alardes digitales, sus combates embarullados y un irritante nerviosismo en la narración (Seamos justos: todo eso encanta a un buen número de espectadores).

Pero les diré algo: dentro de ese envoltorio, nos encontramos con un relato que se alimenta con nostalgias de los ochenta. Así, el homenaje a la cinta de Harryhausen tiene algún punto interesante.

Hay detalles de peplum –la recreación de Argos es intencionadamente camp– y de espada y brujería –la lucha con Calibos–. Incluso se festejan las películas de Simbad –a Harryhausen le habrán encantado los djinn del desierto y sus escorpiones gigantes– y el anime de aires mitológicos –¿Soy el único que recuerda Los Caballeros del Zodiaco al ver el Olimpo?–. En definitiva, el festín es lo suficientemente agradable como para que nos olvidemos de la temblorosa dirección de Leterrier y de un empacho digital que provocará alergia a los devotos del stop-motion.
El dilema que plantea la película es viejo pero no ha perdido interés. Perseo (Sam Worthington) se debate entre su lado humano y su linaje divino. Con la ayuda de un puñado de guerreros, debe enfrentarse al dios Hades (Ralph Fiennes) antes de que éste consiga doblegar en el Olimpo al mismísimo Zeus (Liam Neeson).

A lo largo de su peligrosa misión, Perseo y los suyos tendrán que luchar con criaturas prácticamente invencibles. El resto de los personajes proceden de la misma tradición inmemorial: Gemma Arterton es Io, la guía espiritual de Perseo; un convincente Mads Mikkelsen da vida al paladín Draco; Jason Flemyng es Acrisio, el rey transformado en la bestia Calibos; Danny Huston hace un cameo como el dios de los mares, Poseidón, y Alexa Davalos interpreta a Andrómeda, la princesa de Argos a quien el héroe debe rescatar de un peligro peor que la muerte: el monstruo acuático Ceto (que en la película recibe el nombre de Kraken).

El proyecto de remozar el último largometraje de Harryhausen surgió en 2002, gracias al productor Adam Schroeder y a los guionistas John Glenn y Travis Wright. Su plan no llegó a buen puerto, y pasó a manos de Basil Iwanyk en 2006.

No tiene aquí mucho sentido pararse a ver el porqué de las siguientes deserciones –dos guionistas, Travis Beacham y Lawrence Kasdan, y un director, Stephen Norrington, dejaron su huella antes de abandonar la película–. En cualquier caso, es muy posible que la llegada de Louis Leterrier tenga mucho que ver con esa llamada que su agente le hizo a Norrington, insistiendo en el hecho de que el realizador francés es un fanático de la obra de Harryhausen.

Después de probar su gusto por la acción y los efectos especiales en El increíble Hulk, Leterrier quiso convertir Furia de Titanes en algo único: puro cómic, con un esquema narrativo eficaz (sobre todo pensando en el público al que se dirige) y con la ambición de una fantasía de gran escala. Que consiga esas metas es otra cuestión.

Phil Hay y Matt Manfredi aligeraron de contenidos adultos el guión de Kasdan. El propio Leterrier se mostró complacido con ese texto, fiel a la cinta original pero sin descuidar el gusto de esa nueva generación que hoy disfruta con videojuegos que ninguno hubiéramos soñado hace treinta años. Por algo la nómina de técnicos está encabezada por Aaron Sims, quien ya trabajó como diseñador en Hulk, y que aquí reinventa a viejas criaturas mitológicas tan evocadoras, temibles y poco discretas como Medusa y los escorpiones gigantes.

Supongo que alguien debió de emocionarse al ver cómo salía de un baúl Bubo, el búho que acompañaba a Perseo en la primera versión, y cómo vuela Pegaso, el mágico caballo alado que sirve de montura al protagonista. Me refiero al técnico de efectos especiales y supervisor de criaturas animatrónicas Neil Corbould, que, cuando apenas era un adolescente, trabajó en la primera versión de Furia de Titanes.

Al encararse con su tarea, Leterrier y su equipo optaron por filmar en escenarios reales. Aunque los escenógrafos digitales son capaces de calcar y reproducir casi cualquier paisaje en su ordenador, pocas experiencias son más satisfactorias para el público que reconocer una ambientación auténtica. De ahí que buena parte de Furia de Titanes se haya filmado en prodigiosos enclaves de Tenerife (el Llano de Ucanca, en pleno Parque Nacional del Teide), Gales, Islandia y Etiopía.
La laguna Estigia se recreó en los legendarios Estudios Pinewood, en Buckinghamshire, y el resto del rodaje transcurrió en los Estudios Shepperton, de Londres.

Sinopsis

Furia de Titanes cuenta la historia de cómo la lucha por el poder enfrenta a los hombres contra los reyes y a los reyes contra los dioses. Pero la guerra entre los dioses podría destruir el mundo.
Nacido como un dios pero criado como un hombre, Perseo (Sam Worthington) se ve incapaz de salvar a su familia de Hades (Ralph Fiennes), el dios vengativo del inframundo.
Al no tener ya nada que perder, Perseo se ofrece a liderar una misión peligrosa para derrotar a Hades, antes de que éste pueda arrebatar los poderes a Zeus (Liam Neeson) y pueda desatar el infierno en la tierra.
Encabezando a un grupo de guerreros valientes, Perseo inicia un viaje peligroso hacia el fondo de los mundos prohibidos. Combatiendo a demonios y a bestias terribles, él sólo podrá sobrevivir, si es capaz de aceptar sus poderes como dios, de vencer a su destino y de crearse un destino propio.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Warner Bros. Pictures, Legendary Pictures, Thunder Road Film, Zanuck Company. Cortesía de Warner Bros. Pictures Publicity Dept. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.