Django desencadenado es un viaje largo –165 minutos– pero divertido y apasionante, tanto desde el punto de vista cinéfilo como desde la perspectiva del espectador que quiere sólo disfrutar de lo lindo frente a la gran pantalla. Todos los ingredientes del cine de Tarantino, incluso los más imprudentes, tienen su lugar en este western de altos vuelos: una severa dosis de aventura, romanticismo, violencia, comedia y realismo sucio.
Nos situamos en el año 1858. Los protagonistas del relato son un locuaz cazarrecompensas alemán, el Dr. King Schultz (Christoph Waltz) y un esclavo liberado por éste, Django (Jamie Foxx), separado a la fuerza de su esposa Broomhilda (Kerry Washington), que ha sido vendida al dueño de una plantación, el racista Calvin Candie (Leonardo DiCaprio).
A lo largo de las dos primeras horas de la película seguimos las aventuras de Schultz y de Django con verdadera fascinación. De hecho, hay momentos de genuino encanto hawksiano, como si el tiempo no hubiera pasado y ésta fuese una producción de otra época. De no ser por los puntuales –y furiosos– estallidos de violencia, uno podría creer que en Django desencadenado está presente la luz del viejo Hollywood.
El último tramo, mucho más tarantinesco, satisfará a sus fans con una cantidad casi irracional de estimulantes visuales: todo un grand guignol que, pese a su eficacia, rompe el estilo de la película y la conduce por la vía del exceso. En cualquier caso, esas dos facetas, la clásica y la heredera del grindhouse, producen una mezcla chispeante que no aburre ni un solo segundo. Esto es cine con mayúsculas, no sé si destinado a la posteridad, pero empeñado en conseguirla.
Siempre he considerado a Tarantino un gran director técnico, tanto o más que algunos realizadores de superproducciones que se enorgullecen de esa etiqueta. En todo caso, me alegra decir que en Django desencadenado, además de una impecable planificación, bulle el alma del mejor cine de entretenimiento.
A su modo, es una cinta de madurez, con más empatía y compasión que otros títulos del realizador.
Christoph Waltz –el Oscar va por usted, maestro–, DiCaprio y Samuel L. Jackson llevan sus interpretaciones al extremo, tanto en los momentos sutiles como en aquellos en los que una hemorragia salpica el plano.
La presencia en el reparto de tipos con tanto pasado como Robert Carradine, James Remar, Bruce Dern, Don Johnson y Franco Nero nos conduce a un terreno igualmente entretenido: el de las referencias. Los cortes musicales de Riz Ortolani o Ennio Morricone insisten en subrayar que aquí aletea el ADN del spaghetti-western. Pero Django desencadenado es mucho más que un homenaje, por más que Django (1966), de Sergio Corbucci, amplíe su linaje gracias a esta película.
Otras influencias de Tarantino podrían ser la cinta de venganza y motoristas Angel Unchained (1970), aquel engendro inclasificable llamado Mandingo (1975) y un blaxploitation de 1975, igualmente ambientado en el Oeste: Boss Nigger, escrito y protagonizado por Fred Williamson. Es curioso que una gran película pueda construirse a partir de materiales de derribo.
Por cierto, procuren ver la película en versión original. El cerrado acento alemán del Dr. Schultz y las cadencias sureñas del resto del reparto se pierden por completo en el doblaje.
Sinopsis
Ambientada en los estados del Sur estadounidense dos años antes de estallar la Guerra Civil, Django desencadenado está protagonizada por el actor ganador del Oscar® Jamie Foxx en el papel de Django, un esclavo cuyo brutal pasado con sus antiguos dueños le lleva cara a cara con el cazarrecompensas de origen alemán, el Dr. King Schultz (el actor ganador del Oscar Christoph Waltz). Schultz le sigue la pista a los hermanos asesinos Brittle y Django es el único que podrá llevarle hasta ellos. El poco ortodoxo Schultz compra a Django con la promesa de dejarlo en libertad tras capturar a los Brittle, muertos o vivos.
Tras la exitosa misión Schultz deja en libertad a Django pero ambos optan por no separarse y seguir el mismo camino. Con la ayuda de Django, Schultz emprende la búsqueda y captura de los delincuentes más buscados del Sur. Según va puliendo sus capacidad como cazador, Django se centra en su única meta: hallar y rescatar a Broomhilda (Kerry Washington), la esposa que le arrebató el tráfico de esclavos muchos años atrás.
La búsqueda de Django y Schultz los guiará en última instancia a Calvin Candie (encarnado por el actor nominado al Oscar Leonardo DiCaprio), el propietario de “Candyland,” una infame plantación donde los esclavos son preparados por el entrenador Ace Woody (Kurt Russell) para luchar unos contra otros por diversión. Al reconocer la propiedad bajo pretensiones falsas, Django y Schultz levantan la sospecha de Stephen (el actor nominado al Oscar Samuel L. Jackson), el esclavo doméstico de confianza de Candie. Ahora siguen sus pasos, y una despiadada organización se les aproxima. Si Django y Schultz quieren escapar con Broomhilda, se verán obligados a escoger entre la independencia y la solidaridad, el sacrificio y la supervivencia …
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