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Crítica: «Drive» (Nicolas Winding Refn, 2011)

Una de las sensaciones del Festival de Sitges en su edición de 2011 fue Drive, la última película del danés Nicolas Winding Refn (Valhalla Raising), un extraño thriller tenso a la vez que calmado y con reminiscencias del cine décadas pasadas.

Una espectadora de Michigan denunció a los responsables de esta película, ya que, según ella, el trailer prometía una joya fílmica como A todo gas, y ella se encontró con un film “aburrido” y “con poca acción”.

Quizá la denunciante tenía razón, puesto que Drive puede resultar “lenta” (signifique eso lo que signifique) para el espectador contemporáneo estándar, aquejado de un trastorno de déficit de atención.

Las escenas de acción se pueden contar con los dedos de una mano, y no hay un gran clímax final con persecuciones o coches volando, algo casi impensable para un thriller cuyo personaje protagonista es, dependiendo de las circunstancias, conductor especialista en escenas de riesgo y automovilista mercenario en actos delictivos.

Lo estrambótico de la denuncia citada es, en realidad, que el delito de Drive consiste en que se trata de una excelente película, algo por lo visto denunciable en estos días.

Sobre el papel, la trama no es especialmente original. A decir verdad, su esquema argumental podría ser el de cualquier cinta de serie B de Van Damme o Jason Statham. Es más, la historia del solitario que apoya a una familia bien podría derivar de westerns como Raíces profundas (George Stevens, 1953) o El jinete pálido (Clint Eastwood, 1985).

Podemos añadir otras referencias. Drive comparte ciertos rasgos argumentales con The Driver, la cinta que rodó Walter Hill en 1978, y asimismo con el cine negro de Jean-Pierre Melville.

En realidad, aunque se inspira en la novela homónima de James Sallis, el guión de Hossein Amini comparte aire de familia con un buen puñado de películas que aumentaría generosamente la lista de las ya mencionadas.

Sin embargo, la verdadera fuerza de Drive reside en lo que se ve en la pantalla. Y es que nos encontramos ante un largometraje extraordinariamente dirigido, con interpretaciones sólidas (un Ryan Gosling con ecos de Steve McQueen, acompañado de secundarios carismáticos como Albert BrooksRon Perlman o Bryan Cranston) y una deliciosa banda sonora que aporta una atmósfera ensoñadora.

En cierto modo, Drive emula el tono frío –sereno pero extrañamente enérgico– de thrillers de mediados de los 80 como Ocho millones de maneras de morir (Hal Ashby, 1986), film del que prácticamente calca los títulos de crédito iniciales. Asimismo, recuerda las obras que Michael Mann firmó durante el mismo periodo.

El arranque es todo un ejemplo de perfecta planificación, montaje y realización al servicio de una huida en la que se demuestra la pericia del protagonista.

De ahí en adelante, el film se mueve con buen pulso y no decae. La cámara no tiembla en ningún momento (esa nefasta costumbre del cine moderno).

En su película, Nicolas Winding Refn alterna tranquilo romanticismo con drama libre de histerismos. Sus secas incursiones de explosiva violencia cautivan al público sin necesidad de distraer con fuegos artificiales o niñerías similares.

Drive es un film que bien podría convertirse en una película de culto, pero nos gustaría pensar en ella como un ejemplo de película de género, incluso “comercial” –¿por qué no?–, realizada con gusto y calidad. Un modelo a seguir, si el público demandara cintas de evasión bien hechas, y no se contentara con sucesiones aleatorias de planos de explosiones y ruidos atronadores.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Bold Films, Oddlot Entertainment, Marc Platt/Motel Movies. Cortesía de The Walt Disney Company. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).