Es muy difícil no disfrutar de este Cuento de Navidad realizado por Robert Zemeckis. Emocionante, sensible y espectacular, este largometraje puede considerarse la versión definitiva de la obra original de Dickens.
Sin duda, Charles Dickens fue autor de novelas de una admirable exactitud, conmovedoras, divertidas y muy bien resueltas. Dicen que los pioneros del cine –entre ellos, Griffith– imitaron su estilo narrativo a la hora de idear sus primeros guiones. No es raro, pues, que muchas de las obras del famoso escritor inglés hayan sido llevadas a la pantalla una vez tras otra.
Entre las piezas que mayor atención han recibido por parte del cine, la novela breve Cuento de Navidad: villancico en prosa o cuento navideño de espectros (A Christmas Carol, 1843) es una de las que ha tenido mejor fortuna. Desde su primera adaptación, Scrooge; or Marley’s Ghost (1901), hasta ahora, hemos podido admirar producciones tan redondas como Scrooge (1935), Un cuento de Navidad (A Christmas Carol, 1951) y la memorable Muchas gracias, Mr. Scrooge (Scrooge, 1970), aquel musical de Ronal Neame con Albert Finney y Alec Guinness en los principales papeles.
En la moderna versión de Zemeckis, la espectacularidad técnica y la calidad literaria se mezclan a través de una estética elegante, poco habitual en producciones de esta naturaleza, que suelen acentuar los efectismos del último software digital.
Que la película lleva al límite las posibilidades de las 3D, es indudable. Pero incluso aquellos que no tengan una predilección por este formato, pueden dejarse llevar un relato clásico, en el que los más pequeños gozarán de sentimientos como el romanticismo, el miedo sobrenatural y una cierta melancolía, sumados a ese exultante happy end que es tan propio de Dickens.
Da la impresión de que Zemeckis ha captado el espíritu dickensiano en los mismos términos con que lo definió otro escritor, Chesterton. Y es que, a juicio de este último, Dickens fue más un mitólogo que un novelista. Un creador optimista, cuya meta fue retratar a sus personajes en una especie de vacío feliz. O dicho de otro modo, en un perpetuo verano.
El cuidado puesto en la dirección artística merece un párrafo aparte. Las grandes referencias estéticas del libro pasan por sus dos ilustradores más conocidos, John Leech, que participó en la primera edición, y Arthur Rackham, que intervino en la de 1915. Aunque personalmente prefiero a Rackham, comprendo que Zemeckis haya optado por fijar su mirada en las ilustraciones de Leech, y no hay duda de que le saca un notable partido a esa inspiración, sobre todo en el aspecto que luce el espíritu de la Navidad presente.
Con un buen guión guardándole las espaldas, el realizador procura evitar todo aquello que pueda resultar artificioso o acartonado. Aprovecha el dinamismo del formato y le añade tensión a cada plano, agilizando en todo momento la puesta en escena.
Cuento de Navidad tiene una primera hora que sigues sin pestañear, no sólo por el virtuosismo técnico, sino por el buen hacer de un reparto en el que brillan Jim Carrey, Gary Oldman, Colin Firth y Bob Hoskins.
Por lo demás, el tramo final, con su progresivo cambio de registro en el personaje de Scrooge, emociona donde debe, sin necesidad de trampas ni gestos excesivos.
El texto de Dickens, coloreado con las ilusiones de la Navidad, era leído a los postres por las familias inglesas del XIX. Ha pasado más de un siglo, pero el hechizo especial que acuñó aquel libro no ha perdido su efecto. Así lo demuestra esta excelente adaptación, llena de buenos momentos, mucha ternura y algo de terror. Una película con el sabor del cine de ayer, pero filmada con recursos técnicos que a más de uno le parecerán prodigiosos.
Sinopsis
Ebenezer Scrooge (Jim Carrey) comienza las navidades haciendo uso de su habitual mezquindad, gritando a su fiel empleado (Gary Oldman) y a su sobrino (Colin Firth).
Pero esa misma noche los fantasmas de las Navidades Pasadas, Presentes y Futuras se presentan en su habitación para llevarle a un viaje en el que tendrá que enfrentarse a una realidad que no quiere ver. Entonces, el viejo Scrooge tendrá que abrir su corazón e intentar arreglar todo el mal que ha hecho antes de que sea demasiado tarde.
El Fantasma de las Navidades Pasadas (Jim Carrey) aparece en la forma de una llama parpadeante. El Fantasma acompaña al avaro Scrooge en un viaje de retorno al pasado, revisitando momentos de su vida. Se ve cuando era joven, como aprendiz de Fezziwig (Bob Hoskins), como un joven alegre que conversa con su compañero de trabajo Dick Wilkins (Cary Elwes), y como un hombre enamorado y comprometido con Belle (Robrin Wright). Estos recuerdos producen un enorme efecto en Scrooge.
El Fantasma de las Navidades del Presente (Carrey), un divertido gigante engalanado con enormes togas, llega para mostrar a Scrooge cómo es su verdadera vida en el presente. Scrooge va a la casa de Cratchit y ve la precaria situación de su empleado, incluyendo la grave enfermedad que padece su hijo, el joven Tiny Tim (Gary Oldman). El Fantasma también permite a Scrooge observar la fiesta de Navidad de su sobrino, donde son testigos de un juego de adivinanzas en el que la deprimente vida de Scrooge es la frase clave.
Después, y puede que el más inquietante, llega el Fantasma de las Navidades Futuras (Carrey), un monstruo que transporta a Scrooge al futuro mientras la pareja indaga la reciente muerte de un hombre sin nombre. Los hombres de negocios hablan sobre las riquezas del hombre, mientras el Viejo Joe (Hoskins) y la Sra. Dilber (Fionnula Flannagan) se reparten su ropa de cama y sus cortinas. Scrooge pregunta cuál es la identidad del hombre y se queda de piedra la ver su nombre gravado en la tumba. ¡Si tuviera otra oportunidad!
A Christmas Carol (Cuento de Navidad) está considerado uno de los cuentos navideños más bellos de la literatura y que disfrutan millones de personas todas las Navidades. Charles Dickens lo publicó por primera vez en 1843. El relato fue un éxito inmediato y duradero y se convirtió en una tradición navideña para muchas generaciones. Fue la primera historia de viajes y puede que uno de los cuentos de fantasmas más populares de la literatura. Pero en su esencia, la historia habla de redención. “A todo el mundo le gusta una buena historia transformadora”, dice Jim Carrey. “Alguien que ve la luz, que encuentra por fin lo que es verdaderamente importante en la vida. y esta es una de las más grandes jamás escritas”. Por supuesto, son los fantasmas los que propician el cambio del mezquino Scrooge.
Pero para los realizadores ninguna película había logrado recrear la historia tal y como la concibió Dickens. “Es como si Charles Dickens hubiera escrito el relato «Cuento de Navidad» para que fuera una película,. Es increíblemente visual y cinematográfico», señala Zemeckis. “Es la historia de viajes a través del tiempo más grandiosa jamás escrita; y yo deseaba hacer una película que lograra recrear el relato tal y como lo concibió originalmente el escritor».
La técnica denominada ‘captura de movimiento’ (conocida en inglés como motion capture) permite almacenar digitalmente las interpretaciones de los actores y utilizar esa información para animar modelos digitales de personajes en animación 3D. Las tecnologías permitieron a los realizadores ofrecer un mundo absolutamente dickensiano, que carece de limitaciones artísticas y que traslada al espectador a un tiempo y lugar que no estaban disponibles antes. «Como realizador, la tecnología es liberadora», apunta Zemeckis. «Me permite separar los aspectos cinematográficos de la realización, que es algo que todos los realizadores intentan controlar, y concentrarme en la magia de las interpretaciones de mi reparto. Es la combinación perfecta que integra esos maravillosos accidentes que ocurren cuando un actor está interpretando, y permite incorporar después el lenguaje cinematográfico a la película”.
Según Zemeckis, “Disney’s A Christmas Carol (Cuento de Navidad) es la película perfecta para mostrar lo lejos que ha legado la tecnología denominada captura de movimiento y cómo permite a los realizadores innovar, pero sin dejar de mostrar los puntos fuertes de los actores. Para los actores es un proceso fascinante sin vestuario, sin maquillaje físico y con platós muy pequeños.
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