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Crítica: «El aprendiz de brujo» (Jon Turteltaub, 2010)

La comercialidad, entendida como esfuerzo por dar un sentido a productos que deben gustar a un público mayoritario, es algo no sólo respetable sino imprescindible en la industria del cine. El director Jon Turteltaub lo asume en cada uno de los planos de El aprendiz de brujo (The Sorcerer’s Apprentice).

Ya sé, ya sé que la historia de este joven inexperto (Jay Baruchel) salvado de la mediocridad por un maestro hechicero (Nicolas Cage) nos ha sido relatada de múltiples maneras desde la noche de los tiempos.

En último término, pocos negarán que cuando una historia funciona, vale la pena repetirla. Sobre todo porque siempre hay una nueva generación –en este caso, la que coincide en edad con el protagonista– que accede a ella sin los prejuicios que nos va endosando el paso de los años.

El brujo que da título a la película esta interpretado por Cage con energía y al gusto de los espectadores del momento. A su modo, viene a ser un Merlín cool, que bien podría ser el propietario de una discoteca en Manhattan.

Se nos dice que el mago en cuestión aprendió su arte en el mismísimo Camelot, y que allí comenzó su enfrentamiento con otro nigromante de similar poderío, encarnado con humor y sofisticación por Alfred Molina.

Turteltaub conoce que hay límites que no se deben transgredir en una producción de Jerry Bruckheimer, y evita la mirada cínica allí donde no la hay ni tiene por qué haberla. De ahí que El aprendiz de brujo conserve la inocencia y el sentido de la maravilla que, salvando las distancias y el muro que impone la nostalgia, caracterizaron a las comedias de aventuras de los ochenta. Así, cuando acaba la pirotecnia de los efectos y se esfuma el último rayo de éter, uno sigue simpatizando con los personajes de Cage, Molina y Baruchel, embarcados en esta peripecia entretenida, intrascendente y luminosa.

A todo esto, los trucajes y la dirección artística son excelentes. Por razones fáciles de explicar, son especialmente memorables el dragón que cobra vida en Chinatown y el águila de acero que se lanza a volar desde lo alto del Edificio Chrysler.

En el equipo, encontramos a veteranos de la escudería Bruckheimer que garantizan la excelente factura técnica del film. Junto al diseñador de vestuario Michael Kaplan (Pearl HarborArmageddon) demuestran su talento el montador William Goldenberg (La búsqueda / La leyenda del tesoro perdido), el supervisor de efectos especiales John Frazier (la saga Piratas del Caribe) y el coordinador de escenas de riesgo George Marshall Ruge (Piratas del Caribe y La búsqueda). El compositor Trevor Rabin (La búsquedaArmageddon) no tiene la sabiduría de los viejos maestros del género (Goldsmith, Williams), pero es habilidoso y consigue una partitura eficaz.

La presencia de todos estos profesionales, casi sobra añadirlo, confiere a este largometraje esa cualidad dinámica y comercial que caracteriza a todos los lanzamientos del sello Bruckheimer.

Sinopsis

Walt Disney Studios, el productor Jerry Bruckheimer y el director Jon Turteltaub, los creadores de la franquicia La búsqueda (La leyenda del tesoro perdido), presentan El aprendiz de brujo, una innovadora y épica comedia de aventuras acerca de un mago y su aprendiz, que son arrastrados hacia el epicentro de un antiguo conflicto entre el bien y el mal.

Balthazar Blake (Nicolas Cage) es un maestro hechicero en la Manhattan de hoy en día, que intenta defender la ciudad de su máximo enemigo, Maxim Horvath (Alfred Molina). Pero como él no puede hacerlo solo, recluta como su –algo reacio– protegido a Dave Stutler (Jay Baruchel), un chico aparentemente ‘normal’, universitario promedio, que demuestra sin embargo tener un potencial oculto.

A él le brinda entonces un curso relámpago sobre el arte y la ciencia de la magia. Juntos, estos dispares socios unen sus fuerzas para combatir a los villanos más feroces y despiadados de todos los tiempos.

Dicha misión requerirá todo el coraje que Dave pueda reunir para sobrevivir al entrenamiento, salvar la ciudad y conquistar a su chica, mientras se convierte en ‘El aprendiz de brujo’.

El aprendiz de brujo ha despertado la imaginación de algunas de las mentes más creativas de la historia. Todo comenzó con un poema de Johann Wolfgang von Goethe, un gran escritor alemán, autor en 1797 de la memorable balada “Der Zauberlehrling”. El poema de 14 estrofas está narrado por el mismo aprendiz de brujo quien, al ser dejado a solas por su anciano Hexenmeister (mago), decide en su arrogancia demostrar sus propias artes mágicas.

El aprendiz le ordena a una vieja escoba cubrirse con unos trapos, adquirir una cabeza y dos brazos y, con un balde, prepararle un baño al aprendiz. Pero la escoba viviente no solo llena la tina, sino cada recipiente y taza que encuentra en su camino; y el aprendiz ha olvidado la fórmula mágica para detenerla, lo que acaba provocando una terrible inundación.

El aprendiz toma un hacha y parte a la pobre escoba en dos pedazos… lo que da origen a dos hacendosas escobas nuevas. Finalmente el Hexenmeister regresa y salva, literalmente, al aprendiz. El anciano mago rápidamente ordena a la escoba regresar al armario del que salió, con la prohibición de salir si no es bajo las órdenes exclusivas del verdadero maestro.

Cien años más tarde, el compositor francés Paul Dukas adaptó el poema a una pieza sinfónica de 10 minutos inmensamente popular: L’apprenti sorcier. Un éxito inmediato por su brillante coloración musical, excelencia rítmica y su alegre “marcha de las escobas”, la obra ha verdaderamente superado la prueba del tiempo y es, para el público popular al menos, la pieza más consagrada de Dukas.

Walt Disney la descubrió unas cuatro décadas más tarde, y creó una versión animada para su inmortal película Fantasía, interpretada nada menos que por Mickey Mouse como El aprendiz de brujo. En el verano de 1937, mientras cenaba en el restaurante de Chasen en Beverly Hills, el aún joven rey de la animación cinematográfica invitó al afamado director de orquesta Leopold Stokowski, y entre ambos dieron vida a una pieza extraordinaria.

Walt Disney ya había utilizado música como fundamento de su serie de cortometrajes animados, “Silly Symphonies”, y esperaba colaborar con Stokowski en un cortometraje de dibujos animados basado en la pieza El aprendiz de brujo de Dukas. La idea de poner música clásica a segmentos animados luego se extendió y culminó en la arriesgada pero tan extraordinariamente ambiciosa Fantasía. La película de 125 minutos —inusitadamente extensa incluso hoy en día para un largometraje animado— se estrenó a pura fanfarria el 13 de noviembre de 1940, en el Broadway Theatre de la ciudad de Nueva York.

La música se realzó con un sistema de sonido multicanal especialmente desarrollado para la película denominado Fantasound, y Fantasía se convirtió en la primera película comercial jamás exhibida con sonido estereofónico. La película hoy permanece como un testimonio perpetuo de las ambiciones artísticas y voluntad inquebrantable de Walt Disney por hacer progresar el arte tanto de la animación como del cine, creando algo nunca antes visto ni escuchado por el público.

Fantasía es una de las películas seleccionadas para ser preservada en el United States National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, y El aprendiz de brujo es generalmente considerado el mejor y más entrañable episodio de todos.

Ahora, 69 años más tarde del estreno de Fantasía, Walt Disney Pictures y Jerry Bruckheimer Films han creado una nueva historia para la pantalla grande.

Si bien fue inspirada en sus antecesoras, esta nueva versión de El aprendiz de brujo de 2010 es una película de aventuras de acción real completamente nueva. La narración continúa siendo simple y divertida, pero conlleva un mensaje profundo y eterno. “Lo más maravilloso de la historia es esta pequeña lección sobre querer tomar el camino más corto, hacer las cosas de la manera más fácil, buscando satisfacer ese deseo que todos tenemos de crecer un poquito más rápidamente”, señala Turteltaub.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y cómo se hizo © Walt Disney Pictures, Jerry Bruckheimer Films, Saturn Films, Broken Road Productions, Junction Entertainment. Cortesía de Walt Disney Studios Motion Pictures Spain.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.