El planteamiento narrativo de Quantum of Solace propone todo un desafío a los bondianos de la vieja escuela. Intuir algo no significa que uno pueda demostrarlo, pero da la impresión de que en el código genético de nuestro agente sobreabundan los cromosomas de Jason Bourne.
Esta vez, 007 es definido exclusivamente como un héroe de acción. Un mercenario eficacísimo, que podría haberse criado en un cámping de caravanas. Un tipo duro, frío, capaz de engañar al detector de mentiras y de arrojar a cualquier sospechoso a un pozo de grava.
La película resulta muy fluida, precisamente porque está rodada y montada de un modo impecable. Pero hay algo que los veteranos echarán de menos. Falta ironía, y el glamour se ofrece con gestos de quitar importancia al asunto. ¿Admite Bond esa sobredosis de realismo? Al final, es obvio que la franquicia se amolda a los tiempos que corren, y eso obliga a que el agente circule por un nuevo territorio emocional.
En cualquier caso, la debilitadora sequía de talento en Hollywood nos obliga a poner las cosas en su lugar. De hecho, si comparamos este Bond 22 con la mayoría de los thrillers recientes, queda claro que la cinta de Marc Forster es un producto vigoroso, dinámico, de alto octanaje.
Lo que sí conviene es vigilar con cautela esta deriva de la saga. De entrada, Quantum of Solace no alcanza el excelente nivel de Casino Royale, y como decía, elimina de la ecuación elementos sustanciales –los dobles sentidos, las bromas con Moneypenny, los inventos de Q, la sofisticación elegante, los gestos de picardía–; ingredientes que, hasta ahora, concedían a Bond un rasgo de originalidad.
Está por ver que esta nueva dirección sea la más idónea. En cuanto al resto de los detalles que merecen valoración, sólo cabe felicitar a los productores. La dirección artística es sensacional, David Arnold compone una partitura vibrante y los actores –en especial Daniel Craig, Mathieu Almaric, Judi Dench y Giancarlo Giannini– demuestran que el prestigio no se regala. Lo mismo vale para los secundarios, empezando por el español Fernando Guillén Cuervo y el excelente intérprete mexicano Joaquín Cosío. Como nota al margen, les diré que en el apartado de las chicas Bond, Olga Kurylenko tiene todos los créditos para figurar entre lo más lucido de la saga.
Sinopsis
Escrita por el ganador de un Oscar Paul Haggis y por Neal Purvis y Robert Wade, la acción de la película arranca una hora después del final de 007: Casino Royale, lo que convierte a 007 Quantum of Solace en la primera secuela producida por EON.
El interrogatorio del Agente 007 (Daniel Craig) y de M (Judi Dench) a Mr. White (Jesper Christensen) es la prueba de que nadie puede fiarse de nadie en la nueva aventura de James Bond, Quantum of Solace.
Alimentada por la traición de Vesper, la mujer que ama, la determinación de Bond para atrapar al cerebro de la siniestra organización de White le lleva hasta Haití, donde encuentra a una inesperada aliada en Camille (Olga Kurylenko), una bella y luchadora extranjera.
Las pistas conducen directamente a Dominic Greene (Mathieu Amalric) pero con el Gobierno británico y la CIA trabajando contra él, Bond se ve obligado a matar o morir en su misión de descubrir la verdad y destruir ‘Quantum’.
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