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Crítica: «Red de mentiras» (Ridley Scott, 2008)

El éxito editorial de la novela Red de mentiras (Body of Lies) se ve ahora respaldado por esta millonaria superproducción en la que Ridley Scott adapta su intrincado argumento. El libro, titulado originalmente Penetration –gracias a Warner Bros., hoy se llama de otro modo–, lleva la firma de David Ignatius, un prestigioso columnista y editor del Washington Post, especialista en política internacional.

Tanto la novela como su versión cinematográfica repiten los estereotipos del clásico thriller de espionaje, y los amoldan a una lúcida reflexión sobre las actividades de la CIA en Oriente Medio. En este caso, las misiones de inteligencia se desarrollan en la primera fila de una guerra total contra el terrorismo. Un enfrentamiento sin cuartel, en el que la tecnología punta no siempre funciona, precisamente porque el enemigo recurre a estrategias medievales. De hecho, en más de una ocasión, las cabezas calientes de la Agencia van un paso por detrás de otros servicios secretos –por ejemplo, el jordano–, y tienen poco que hacer ante sociedades culturalmente herméticas.

Gracias al estupendo guión de William Monahan (revisado por otro de los grandes, Steve Zaillian), Red de mentiras posee el mismo atractivo que las cintas de la saga Bourne. Nos hallamos, pues, ante una aventura apasionante, que recorre el patio de operaciones de la CIA sin dejar un respiro al espectador y evitando fáciles maniqueísmos.

No, no se me olvida que Ridley Scott está llamado a formar parte de los clásicos. Su extraordinario oficio queda patente en la factura de este largometraje: bien rodado, mejor montado y maravillosamente fotografiado.

Aunque no hablamos de una obra maestra –hay demasiados convencionalismos en su desarrollo narrativo–, Red de mentiras se afianza en una laberíntica progresión, tan entretenida como brillante.

En la piel del espía protagonista, Leonardo DiCaprio construye a un tipo complejo, heroico por necesidad. Un pistolero cansado, que en el momento más inoportuno toma partido por el ser humano. No voy a descubrirles que DiCaprio es un intérprete sensacional. Aquí cuenta, además, con el sólido apoyo de Russell Crowe, que encarna a su jefe de operaciones con un cinismo lleno de humor (Por cierto, ¿recuerdan que ambos ya trabajaron juntos en Rápida y mortal / The Quick and the Dead?)

Crowe y DiCaprio, como digo, están excelentes. Pero su importancia surge precisamente de que los rodea un buen grupo de secundarios. En particular, no se pierdan la sutileza de dos actores muy poco conocidos: la iraní Golshifteh Farahani y el británico Mark Strong. Este último consigue que Hani Salaam, jefe del Departamento de Inteligencia Jordano, sea una de las figuras más memorables e inquietantes de toda la película.

¿Y qué decir sobre la ambientación? Como es habitual en Scott, ésta es fiel a la realidad, pero sin perder ese aire idealizado y artificioso que nos recuerda la faceta publicitaria del realizador. Como ya hiciera en otras producciones del cineasta inglés, el equipo del director artístico Arthur Max ha sacado un inmejorable partido de los Estudios CLA, ubicados en la localidad marroquí de Ouarzazate.

Sinopsis

El protagonista de Red de mentiras, Roger Ferris (Leonardo DiCaprio), es el mejor agente de campo del que dispone el Servicio de Inteligencia de los Estados Unidos en lugares donde una vida humana vale tanto como la información que puede proporcionarte. En diferentes operaciones que le llevan por todo el mundo, la vida de Ferris depende a menudo de la voz que escucha al otro lado de una línea de teléfono segura, el veterano de la CIA Ed Hoffman (Russell Crowe).

Mientras diseña estrategias desde un portátil en un barrio residencial de las afueras de la urbe, Hoffman sigue la pista de un líder terrorista emergente que ha organizado una campaña de bombardeos, eludiendo a la más sofisticada red de inteligencia del mundo. Para sacar a la luz al terrorista, Ferris tendrá que penetrar en su turbio mundo, pero cuanto más se acerque a su objetivo, más consciente será de que la confianza es un bien peligroso y al mismo tiempo lo único que puede sacarle de allí vivo.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y notas de producción © Warner Bros. Pictures y Scott Free/De Line Pictures. Cortesía del Departamento de Prensa de Warner Bros. Pictures International España. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.