Vicente DíazLa productora A24 sigue manteniendo, en estos extraños tiempos para el cine, la llama del ‘cine indie pero comercial’ que los espectadores más o menos inquietos y principalmente jóvenes siempre agradecen, e incluso veneran. Películas peculiares pero vendibles que los agonizantes Globos de Oro y Oscars reciben como agua de mayo. A24 es algo así como una Miramax adaptada a los tiempos actuales, aunque con más tendencia al terror de autor y al thriller inusual.
Quizá también sea una de las pocas productoras cuyos productos generan discusión, amores y odios, algo que los robots de lo que queda de Hollywood ya ni siquiera son capaces de generar con sus productos estériles y carentes de mojo. En este sentido. Babygirl se presenta como un ejemplo perfecto de película-excusa para la discusión acalorada, si bien se le puede ver el plumero, la fórmula, algo que podría señalar que A24 cada vez va siendo menos «alternativa» y más hollywoodiense (ley natural, en todo caso).
Tras una estética de película indie de las que se solían hacer alrededor del año 2000, aquellas de aspecto nórdico, frialdad buscada, cámara titubeante y fotografía dominada por el naranja apagado (obra del holandés Jasper Wolf), lo que en realidad tenemos es un compendio de películas de Adrian Lyne, pero sin las cuidadas imágenes videocliperas tan propias del difunto creador de éxitos de los 80.
En esta historia sobre una mujer que lo tiene todo, pero que se mete en (dis)gustos al liarse con un becario joven en una relación SM, encontramos temas de 9 semanas y media, Atracción fatal, Infiel o Lolita. ¿Recuerdan aquella noticia sobre los tres inmigrantes que pasaron 11 días viajando sobre la pala del timón de un petrolero? Todavía no hay película sobre aquella triste epopeya, pero aquí tenemos la enésima historia sobre ricos privilegiados con problemas de chichinabo. Al fin y al cabo, no nos gusta ir al cine a deprimirnos en exceso.
Infidelidad y juegos de poder
¿Eyes Wide Shut 2? Tenemos a Nicole Kidman, a gente de las altas esferas con matrimonios y prole -aparentemente- perfectos (incluyendo la obligada hija no-hetero) e incluso la historia transcurre en las semanas navideñas. Además, como en la última obra maestra de Kubrick, la trama es algo estúpida, los protagonistas caen fatal (el pimpollo amante, interpretado con excelente cara de pánfilo protestón por Harris Dickinson, tiene un buen sopapo) y no se nos acaba de convencer del importante detalle de por qué debería interesarnos todo lo que le sucede a estos merluzos.
Es de suponer que bajo la historia de una infidelidad y (risibles y timoratos) encuentros sadomasoquistas en realidad de lo que se nos habla es de los juegos de poder, del machismo sistemático que se oculta detrás de las denominadas «mujeres de éxito» en las empresas y de los males del capitalismo, pero tampoco es del todo una idea loca pensar que Babygirl no es más que otro intento de película erótica escandalosa según la ingenua mentalidad hollywoodiense, siguiendo la estela de las mencionadas películas de Adrian Lyne o las diversas sombras de Grey.
Quien busque aquí erotismo hardcore se llevará un chasco, ya que las escenas subidas de tono no impresionarían ni a Ned Flanders. Es más, algún momento como el del jovenzuelo tratando de hacer un baile sensual a ritmo de George Michael resultan involuntariamente cómicas, y hacen desear una parodia a manos de los hermanos Wayans.
Mención especial a Antonio Banderas por encarnar con humanidad cartoonesca al personaje que menos mal cae y a la inclusión, breve, en la banda sonora de «Deceptacon», el inmortal temazo del grupo Le Tigre.
Sinopsis
Babygirl es un sensual thriller erótico que narra la historia de Romy (Nicole Kidman), una alta ejecutiva que inicia una ardiente aventura de sexo extremo con su joven becario, Samuel (Harris Dickinson) a espaldas de su marido Jacob (Antonio Banderas). Romy invertirá su rol habitual en el trabajo, pasando de ser quien da las órdenes a disfrutar siendo sometida en la cama. Esta tórrida relación extramatrimonial le permitirá encontrar el camino hacia su libertad sexual, a pesar del riesgo y los prejuicios.
La película, narrada desde el punto de vista de nuestra mujer protagonista, explora un intenso conflicto alimentado por las sensacionales interpretaciones de Antonio Banderas (La piel que habito, La máscara del zorro), que logra desequilibrar nuestras emociones, y Harris Dickinson (Triangulo de la tristeza, Beach Rats), la estrella en auge que lo da todo por comerse la gran pantalla y que denota un talento cada vez mayor. Completa el reparto Sophie Wilde, actriz que ya nos sorprendió a todos con su actuación en Háblame.
Su directora, Halina Reijn (Muerte, muerte, muerte; Instinto), decidió explorar la vulnerabilidad, la vergüenza y la libertad de una mujer, que se enfrenta a los tabúes y fantasías que también componen su personalidad. Una nueva visión dentro del thriller erótico con la intención de entender las crisis existenciales ligadas al deseo sin juzgar a la mujer.
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Arturo Montenegro
Guzmán Urrero
