El lanzamiento del álbum recopilatorio Discover (Sony Music, 2012) nos brindó la oportunidad de reunirnos, una vez más, con Carlos Núñez. Como ha demostrado a lo largo de toda su carrera, Carlos volvía a perseguir aquí ese plus ultra que ha caraterizado a sus proyectos musicales, tejiendo lazos con otros estilos y, en esta oportunidad, dejándose acompañar por artistas tan notables como los que intervinieron en este álbum.
La lista es apabullante: Luz Casal, Ry Cooder, la Orquesta Sinfónica de Galicia, Carmen Linares, Liam Ó Maonlaí, Taraf Caransebes, Dulce Pontes, León Gieco, The Chieftains, Omara Portuondo, Cachaito, Compay Segundo, Linda Ronstadt, Los Lobos, Lenine, L’Héritage des Celtes, Sharon Shannon, Roger Hodgson, Mike Scott, Sinéad O’Connor, Hector Zazou, Laurie Anderson, Andreas Vollenweider, Jordi Savall y Montserrat Caballé.
P.- Bueno, pues hemos empezado con una absoluta fiesta: la que proponían aquí los Chieftains con Omara Portuondo, Orlando «Cachaíto» López y Ry Cooder en este «Galleguita», una pieza más de las 39 recogidas en este trabajo llamado Discover. Se trata de una antología que incluye un montón de sorpresas, desde piezas que estaban dispersas por un montón de trabajos a colaboraciones previas que Carlos había hecho con otros artistas. En fin, una absoluta joya… Carlos, ¿cómo estás?
R.- Muy buenas tardes, Gernot.
P.- Te veo estupendo…
R.- Bueno, tus oyentes seguramente no te podrán ver, pero te podrán descubrir seguramente por internet. Gernot Dudda es un hombre que tiene baby face. O sea, es eternamente joven desde que nos conocemos. De verdad que es un gustazo escucharte.
P.- Si te parece, vamos a hablar sobre este proyecto, Discover. No lo veo como una antología banal. Muy al contrario, es un disco con personalidad propia.
R.- Sí, tienes toda la razón del mundo. Fíjate, acabo de llegar de gira de Estados Unidos. Hicimos Discover un poco pensando en la gira americana. Por eso el título de Discover: «Descubran, señores, esta música que no conocen».
Hubo, por ejemplo, una periodista en Nueva York que me decía: «Carlos, esto no parece una antología. Parece un disco grabado a lo largo de 15 años de trabajo. Y es increíble, porque descubres que en todos estos 15 años de discografía, mi forma de trabajar, mi modus operandi ha sido siempre el mismo. Partiendo de nuestras tradiciones, buscar los puntos de contacto, los hilos mágicos con medio mundo. Y poco a poco, he ido creando un mundo propio, un mundo musical, que a veces llamamos música celta. Pero es cierto que partió de Galicia, por toda España, Irlanda, Escocia… Después ya nos fuimos a Latinoamérica, y de ahí pasamos a Estados Unidos, Japón, la música clásica, las bandas sonoras…
Me lo decían en los conciertos en Estados Unidos: «Es que vosotros tenéis una capacidad para unir a la gente». Y yo respondía: «Pues sí, será algo muy nuestro». Y es algo para tomárselo con orgullo, qué caramba.
«La música es para hacer amigos»
P.- ¿Tú te das cuenta, Carlos, de que has hecho en 15 años lo que otros artistas hubieran podido hacer en 30? Ahora es fácil verlo ante todo lo que hay metido en este disco. Que no es poco, ojo.
R.- La verdad es que se ha hecho con mucho trabajo. No sé hacer otra cosa que trabajar y que hacer música. Esa ha sido mi vida y eso ha sido mi sueño, siempre. Es posible que me haya dejado cosas por el camino. Por ejemplo, que no haya tenido la típica adolescencia que otros chavales tenían. Pero qué caramba, ahora la tendré. Tengo 40 años, y ahora voy a hacer lo que me dé la gana. Y de momento, me sigue apeteciendo el girar por el mundo, dar conciertos, sentir cada día ese contacto con el público, hacer amigos después de cada concierto. Tras cada actuación, la gente viene porque sabe que los vamos a recibir. Además, vamos a abrir una botella de lo que sea. La música es para hacer amigos.
R.- Coincidiendo con la publicación del disco, vas a actuar en Madrid. Además haciendo dos sesiones, como los mejores jazzmen. Esa modalidad es nueva, ¿no?
R.- Eso lo aprendimos en Argentina. Era muy curioso. En Argentina, si tienes éxito con un show se agrega una segunda función, y a veces hasta tres. Nos apetece muchísimo. Es un reencuentro porque hay muchos amigos que vendrán a vernos. Estamos, además, en clave de gira. Venimos de recorrernos América, y es el primer concierto que vamos a dar en casa desde hace mucho tiempo. Así que va a ser una fiesta.
«España apuesta por el flamenco como elemento de exportación, pero hay muchas más cosas»
P.- Oye, ya que has mencionado la gira americana, ¿cómo ha sido la experiencia? Porque has tocado por lo menos en 17 ciudades diferentes…
R.- Sí, ha sido un mes a saco. Hemos estado por las dos costas. Empezamos por Washington, Nueva York, Boston… y hemos ido subiendo hacia el norte. Ya llegamos hasta Canadá. Después bajamos, a la zona de Nuevo México. Y después hemos seguido por California, ya subiendo también hacia el norte. Pasamos por Los Ángeles, San Francisco, hasta Seattle. Y ha sido como volver a nacer de nuevo. Era como aquellas giras que yo tenía con los Chieftains en los años 90. Tenía 23 años y América era un mundo lejano, desconocido.
Eso vino después de Brasil, que fue una experiencia dura. Brasil es un país muy competitivo, uno de los países más duros para entrar. Son súper nacionalistas. Les gusta solo lo suyo. Fue un trabajo de titanes, durante tres años. Pero entonces, de pronto, América se me hizo fácil. Me sentía como tocando en casa. De pronto, notabas que muchos americanos habían hecho el camino de Santiago, y que ya se empezaba a conocer que From Spain no es solo flamenco. Ya están preparados para otras cosas.
P.- Además está esa conexión que tiene buena parte de la población norteamericana con Irlanda. Eso les ha familiarizado con un instrumento como la gaita.
R.- Es cierto. Habrá gente que piense que nuestro público podría ser el de la música latina, ¿no? Cuando ves músicos españoles que una vez que ya tienen éxito aquí, pues van a Latinoamérica… En nuestro caso, es curioso, porque nuestro público, el público que primero asiste a nuestros conciertos en Estados Unidos, son más los blanquitos. Aunque poco a poco, ya empieza a haber público latino.
P.- Me imagino que algo similar ocurre en el sur de Estados Unidos. Pienso en Linda Ronstadt, Los Lobos y todo eso.
R.- Es posible que el público latino en Estados Unidos sea un poco como los brasileros. Les gusta lo suyo, ¿no? Es un poco como el emigrante gallego en Latinoamérica. Normalmente, socializa poco, le gusta lo suyo, se ve con lo suyos… Pero yo empiezo a ver que ya esos emigrados de México, todos esos latinoamericanos que viven en Estados Unidos, ya empiezan a consumir producto internacional, y empieza a vérseles también en nuestros conciertos, por supuesto. Además, ¡qué caramba!, nuestra música conecta con ellos.
P.- Me imagino que bailarán como locos con todo esto.
R.- Es impresionante. Y además, les gusta mucho. Posiblemente, la música española es como hoy la conocemos gracias a Latinoamérica. ¿De dónde viene el fandango? ¿El fandango es nuestro y fue de aquí para allá? ¿O hubo una ida y vuelta? Lo mismo cabe decir sobre el flamenco, o incluso sobre la gaita.
Estoy convencido de que la propia música celta tiene muchas cosas de América. Elementos que han pasado por manos de los africanos, por los puertos de Veracruz en México, por La Plata, por Buenos Aire… Hay una ida y vuelta, sin duda, que hace que esa gente entiende nuestra música y la sienta. Y estoy convencido de que la música celta del futuro pasa por esa mezcla, por supuesto.
P.- Pues mira, ya que estamos hablando de Estados Unidos y de estos sonidos mestizos, si te parece, seguimos con «Guadalupe».
R.- ¡Uuuh! Con los Lobos y Linda Ronstadt…
P.- «Guadalupe» con los Chieftains, Linda Ronstadt, Los Lobos y, por supuesto, Carlos Núñez. Una absoluta fiesta… Esto me recuerda muchísimo a los tiempos de Santiago (1996) y de los discos aquellos que hiciste con todos ellos. Al igual que los Chieftains, Ry Cooder también ha sido una constante en tu vida.
R.- Sí, es cierto. Los Chieftains fueron los que me dieron la clave de que había que girar un poco la atención hacia Latinoamérica. Yo empecé a tocar la flauta en el colegio, como tantos niños, con ocho años. La gaita fue el paso natural, siendo muy jovencito. Nací en Galicia, parecía lógico. La música celta para mí era como una abertura hacia el mundo. Me fascinaba el hecho de que gente de Escocia, Irlanda, Bretaña, eran músicos que hablaban otras lenguas, pero la música era como la misma.
Yo tenía esa idea de que el flamenco era la España monolítica, la única España posible. Entonces lo veía casi como el enemigo. La música celta era la salida al mundo.
Para mi sorpresa, los Chieftains lo primero que me dijeron fue: «Carlos, ¿por qué no tocas con flamencos?». Y yo: «¿Cómo? Ando buscando el punto del norte, el punto celta, y me dices que ahora mire hacia el sur»… Y qué razón tenían. Porque la verdad es que el flamenco nos dio unas claves increíbles. En el flamenco descubrimos que existe efectivamente una España del norte y una España del sur, y una Iberia del norte, porque Portugal también tiene esto.
A Portugal le pasa un poco como a España. Portugal apuesta por el fado, España apuesta por el flamenco como elemento de exportación, pero hay muchas más cosas.
Todo el norte de España, no solo Galicia, que siempre la vemos como buque insignia de los celtas. Están ahí Asturias, Cantabria, el País Vasco… Aunque al País Vasco, más que con lo celta, le gusta relacionarse con Irlanda. Pero es cierto que hasta Cataluña, fíjate tú. Jordi Savall me decía: «La música catalana también tiene sonoridades célticas». Bueno, pues en Cataluña, en Aragón, existen las gaitas, existe todo ese mundo del que estamos hablando.
En este sentido, una experiencia que me fascinó fue el hecho de juntar el norte y el sur, el fandango del País Vasco con el flamenco. Por ejemplo, aquel tema que grabamos que se llamaba «A Irmandade das Estrelas», en el que juntamos la música del País Vasco, la tradición de la gaita y también el flamenco. Ahí descubrí que los Chieftains tenían razón. Teníamos muchos puntos en común.
«Tranquilo, compañero, bienvenido al duende»
P.- En tu discografía también has llevado a cabo ese acercamiento.
R.- Exacto, sí, sí…
P.- Y discográficamente, también lo has llevado a cabo, porque has grabado con Carmen Linares, por ejemplo. Has grabado con Vicente Amigo, con Cañizares, con Benavent, los músicos del grupo de Paco de Lucía…
R.- De esa experiencia del flamenco, uno de los recuerdos más fuertes que tengo fue al grabar la canción «Jigs and Bulls», grabando hasta altísimas horas de la madrugada con Cañizares, uno de los guitarristas más rápidos. Una falseta con él hasta las 7 de la mañana. Sentía que mi cabeza iba por delante de los dedos. O sea, lo que yo estaba tocando ya lo estaba escuchando antes en mi cabeza. Entonces me dijeron los flamencos: «Tranquilo, compañero, bienvenido al duende».
R.- Este ritmo que escuchamos es el ritmo de zapateado flamenco, que es igual que el de la muñeira y que, de pronto, se convierte en fandango, en jota. Es interesante cómo la gaita lo entiende por fandango, por jota… En cambio, los flamencos lo entendían por bulerías.
P.- Este es un disco con personalidad propia. Aprovecho también para recordar que el lunes estás actuando aquí en Madrid en el Teatro Lara, presentando este disco en directo. Me imagino que con tus chicos habituales: Pancho Álvarez y tu hermano Xurxo…
R.- También traemos a una joven violinista que viene de Escocia. Se llama Fiona Johnson. No sé por qué, pero siempre el puesto del violinista va cambiando. Además, dependiendo de los países. Es una forma fantástica también de dar a conocer a nuevos músicos.
Me encanta, además, un poco eso, dar a la gente un poco la oportunidad, igual que hicieron los Chieftains conmigo, ¿no? Lo de subir a bordo a jóvenes talentos, porque de verdad que hay gente joven por ahí adelante que está esperando una mínima oportunidad. Es fantástico. Y además, lo que me encanta es que hace años sería marciano, pero es que hoy ponemos a una escocesa a tocar con flamencos, y tiene que aprenderse todos estos palos, ¿no? O sea, esta música cada vez se va haciendo más compleja y no pasa nada.
«Cuando toqué con los Who, no sabía quién era esa gente»
P.- Sí, sí. Igual que te tocó a ti aprenderlo en su día, exactamente igual.
R.- Imagina, con 18 años, de pronto tenía que verme junto a unos irlandeses tocando allí, en América, con bandas de rock and roll. Yo, cuando toqué con los Who, no sabía quién era esa gente. No tenía ni idea de quién era Pearl Jam o Spin Doctor. Además, me daba igual. A mí me gustaban los Chieftains. Pero gracias a las colaboraciones fui descubriendo a esos músicos, ¿no? En cierto modo, he ido descubriendo la música por la propia experiencia de la vida.
P.- Sí, pero inevitablemente eso también ha generado un lado rockero en ti.
R.- Fíjate, comentábamos esto mismo antes, Gernot, con algunos colegas tuyos de los periódicos. El hecho de tocar en Estados Unidos a mí me cambió un poco la forma de interpretar.
Yo de pequeñito movía el pie. Cuando tocaba la gaita, se me movía el pie. Pero en el conservatorio siempre nos insistían mucho en lo de «no debes mover tu cuerpo, debes controlar el tempo, todo de forma cerebral». Vamos, el cuerpo es algo secundario, la música hay que sentirla por dentro, es el cerebro, es el alma, ¿no?
En cambio, en Estados Unidos empecé a tocar con los Chieftains, con Ry Cooder y los músicos de country, y de pronto, mi pie empezó a moverse de nuevo y así he seguido hasta hoy. O sea, esa sensación del tempo, ¿no? Eso que llaman los flamencos el pulso, que es tan importante. Pues un poco se hicieron las paces entre la cabeza y el cuerpo, y hoy, cuando son temas que tienen tempo, no lo puedo evitar. Me muevo y mi pie se mueve, por supuesto. Y fue desde entonces, desde esas giras americanas.
«Lo más importante no es la música, sino lo que está alrededor de la música»
P.- También el intelecto en tu música juega una parte importantísima. No conozco un músico que elabore discos tan documentados. Tú haces siempre una labor previa de campo y de conocimiento de dónde pisas. Sin ir más lejos, Alborada do Brasil no sé cuántos meses de viaje te llevó.
R.- Tres años.
P. Exactamente, tres años. Hasta ir cuajando el resultado final.
R.- ¿Sabes qué pasa? El formato disco, la verdad es que se nos quedaba y se nos quedó un poquito limitado a ese nivel. Con Alborada do Brasil hicimos el disco pero también hemos grabada una película documental. Me parece una forma también interesante de que la gente participe. Porque la música no es solo el concierto o el estudio de grabación, sino toda una serie de vivencias.
Como músicos, tenemos una suerte fantástica que es trabajar con muchas personas al mismo tiempo. No es como el pintor que suele trabajar en solitario o el escritor que también trabaja solo. Los músicos podemos trabajar en equipo y ese trabajo en equipo conlleva viajes, vivencias… Toda una cantidad de cosas que son lo que rodea a la música.
Muchas veces, los managers mas sabios y otros profesionales experimentados de la industria te dicen secretos como ese: «Carlos, lo más importante no es la música, sino lo que está alrededor de ella».
Alrededor de la música a veces hay relaciones sociales. Cosas tan sencillas como algo que nos decían en Estados Unidos hace unas semanas: «Vosotros tenéis la capacidad de unir a la gente». Junto a nosotros había un mexicano, un brasileiro, un argentino, un irlandés, un descendiente de apaches…. y todos estaban allí, encantados. Nos decían: «Esta unión es importantísima en este país».
La música tiene esa capacidad de conectarnos. Posee esa magia de conseguir todo lo contrario de lo que los países generan cuando cada uno se mira el ombligo. Vivimos separados en cajitas llamadas Estados, y la música a veces tiene esa extraña capacidad de volver a los humanos a eso tan profundo que es el amor, donde no existen fronteras.
«Relacionarme con irlandeses, con escoceses y con bretones me ha hecho descubrir la propia España»
P.- Encima, en tu caso tienes la suerte de pertenecer a uno de los pueblos más viajeros de toda la historia de la humanidad: el pueblo gallego, Eso te ha dado argumentos para acercarte a la historia. Es más, estoy seguro de que si tú te enteras de que ha habido un gallego pisando Alaska, vas a ir a ver qué es lo que ha hecho y qué ha podido salir de ahí. Te pasó eso mismo con Brasil. Hay muchísimas Galicias ocultas en muchísimos rincones del planeta todavía por descubrir. No sé si estás en ello, si hay otros mundos gallegos y todavía no lo sabemos.
R.- Por supuesto que sí. También existen muchos mundos vascos. Fíjate en las historias de los vascos desde Estados Unidos hasta Islandia. O en cómo los catalanes sueñan con todas esas relaciones con Provenza y con aquel reino de Aragón, ¿no? Evidentemente, todo el mundo tiene esos sueños. Además, la música tiene ese poder de crear nuevos países imaginarios. De pronto, el Atlántico ha pasado a ser mi país.
Desde pequeñito, aprendí a relacionarme con irlandeses, con escoceses, con bretones. Y esa gente me ha hecho descubrir la propia España.
O sea, los irlandeses a mí me han descubierto el flamenco. A partir de ahí, descubro Latinoamérica. Y de ahí, llegas a Japón, y los japoneses te cuentan que ellos habían recibido nuestra música cuando llegó el cristianismo a Japón y que ya tenían instrumentos como los nuestros…
P.- Pues si te parece, me voy a quedar ahora en ese Atlántico que has mencionado para escuchar «Nau Bretoa» con nuestro querido amigo Lenine, ¿te acuerdas?
R.- El noroeste de Brasil atesora una de las tradiciones más antiguas de Brasil. Ahí hay ecos de lo celta, hay ecos evidentemente de los ritmos de los esclavos africanos. Hay muchas cosas mezcladas. Es un mundo apasionante.
Fíjate Gernot, escuchamos ahí de fondo una gaita con las percusiones brasileiras. Dirá la gente: «Pero ¿cómo es esto?». Pues resulta que la gaita es el primer instrumento europeo que llegó a Brasil. Allí se mezcló con esas percusiones, existió esa gaita brasileira y, curiosamente, cuando yo le comentaba a Lenine que existía esa música celta en Brasil, estaba entusiasmado y se apuntó a grabar con nosotros. Puso su voz en el medio de esta canción. Es una música muy antigua, muy misteriosa.
P.- En Discover no hay nada nuevo, pero sí hay cosas que eran muy difíciles de encontrar. No sé si ha habido algún criterio, Carlos, a la hora de seleccionar los temas. Son 39 canciones. Muchas han sido publicadas, otras no. Y luego están esos cuatro inéditos sobre los que todavía no hemos hablado. No sé por dónde quieres empezar.
R.- Pues fíjate, pensé que para Discover, lo mejor sería hacer una especie de recorrido por todas estas aventuras de estos últimos 15 años, pensando en un nuevo público. Pero también pensando en la gente que ya nos seguía y que seguramente tendría nuestros discos, era una buena oportunidad para recoger colaboraciones que se hicieron en discos extraños… Qué se yo: desde una canción con Jackson Browne y con David Lindley en un concierto en directo o, por ejemplo, algo que no se ha publicado aquí, que son las Cantigas de Martín Códax, un trovador de Vigo, que es la ciudad donde yo nací.
En Vigo, en el siglo XIII, Martín Códax hizo siete cantigas, que son de las más antiguas de Europa. Las hemos hecho para un ballet brasileiro, el Grupo Corpo de Sao Paulo. Es una formación súper contemporánea, así que le hemos dado una lectura muy contemporánea, con la voz de Milton Nascimento y Chico Buarque.
Los brasileños han heredado ese legado de nuestros trovadores. Ese espíritu ya ha desaparecido aquí, pero ha viajado a lugares como Brasil. Ellos, con su intuición, nos han ayudado a recuperar cómo podría ser la música de ese pergamino de Martín Códax que se descubrió hace cien años en Madrid. Un librero de Madrid lo descubrió por accidente y es uno de los grandes misterios de la música: cómo se interpretarían aquellas canciones.
Tenemos los poemas y tenemos las notas musicales pero, ¿qué ritmos se le ponen esas notas? ¿Qué distribución silábica haces con las canciones, con esas melodías? Los brasileños, que tienen una intuición increíble, nos han ayudado a que eso funcionase. Estoy muy contento. Es un sueño para mí que esas cantigas se hayan estrenado en Nueva York.
De esa banda sonora hemos incluido, en concreto, una parte instrumental es una melodía que se llama «Diferencias sobre la gaita», que está compuesta en México en el 1600 y pico, y que demuestra que también había música de gaita en Latinoamérica. Aquí se percibe ya ese groove, esa especie de jugueteo que tienen en Latinoamérica entre la muñeira, el fandango, la jota y la música negra. Creo que aquellos jesuitas y franciscanos eran, en el fondo, unos druidas mezclaban las cosas para ofrecer todo el paquete de la religión completo, Navidad incluida. Es una pieza muy bonita.
P.- Pues venga, vamos a escucharla.
P.- «Diferencias sobre la gaita» es uno de los cuatro temas nuevos de este Discover. Hay algó en ella que me recuerda la música de Hans Zimmer para Amor a quemarropa.
R.- También porque Zimmer se ha inspirado un poco en esos villancicos que existen en Latinoamérica. Son villancicos que, en muchas ocasiones, provenían de melodías de gaita. Por eso, en Latinoamérica muchas veces se le llama ‘gaita’ a ese tipo de músicas.
P.- Hablando de temas inéditos, ¿qué pasó con aquel famoso disco que solo salió en Japón? ¿No es una leyenda, verdad?
R.- Sí, yo tengo un disco que solo salió en Japón. Se editó después de que colaborásemos con los estudios Ghibli, con Miyazaki y toda su gente, para la película Memorias de Terramar. Hicimos un disco para Japón un poco basado en todo aquel mundo mágico. Solo salió allí, con lo cual, yo creo que solo se puede conseguir online.
P.- No quiero ponerme triste pero también quiero recordar a Compay Segundo, que nos dejó en 2003. Con él grabaste «Para Vigo me voy».
R.- Lo grabamos en directo. Este sí que es un inédito. Lo hicimos en Vigo, delante de 30.000 personas. Compay entonces aún no era ese Compay Segundo de Buena Vista Social Club, ya conocido en todo el mundo. Ry Cooder aún no había ido a Cuba. Aquel era el Compay que había dado a conocer en España Santiago Userón.
P. Sí, señor, en la serie de Semilla del Son.
R. Bueno, fue fantástico. Tengo una anécdota. Antes de grabar esto, estaba mi hermano Xurxo en los camerinos, con Compay. Y Compay le decía: «Niño, la clave cubana es así… Esta es la clave vieja y esta es la clave nueva…». Entonces le dice Xurxo, mi hermano, que había aprendido con un profesor cubano: «Perdone maestro, creo que se ha equivocado. Creo que es al revés, ¿no?». Y él respondió: «No me he equivocado… Me he confundido».
P.- Tenía ese humor absolutamente suyo. Vamos a escucharlo ahora en este «Para Vigo me voy»…
Imagen de la cabecera: Carlos Núñez en las Islas Cíes © Javier Salas / Turismo de Vigo. Reservados todos los derechos.
Este artículo incluye una transcripción de mi programa radiofónico «Orient Express», emitido por Radio Círculo © Gernot Dudda. Reservados todos los derechos.