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Freddie Mercury: sus 12 canciones más inolvidables

Desde 1985 soy fanático de Freddie Mercury. Incluso llegué a imitarle sobre varios escenarios varias veces, como ya expliqué aquí. Me parece increíble que hoy [24 de noviembre de 2016] se celebren 25 años desde su desaparición… ¡Y pensar que con su grupo Queen sólo estuvo en activo 18 años, desde 1973 hasta su muerte!

Mercury vivió toda su vida siendo despreciado por la prensa musical. Sus fans veíamos con dolor cómo la crítica le consideraba un payaso: Queen nunca obtuvo el prestigio de los Beatles, ni de los Rolling Stones, y Freddie era especialmente odiado. Jamás alcanzó a disfrutar la categoría con que era considerado un David Bowie o un Mick Jagger. Los periodistas detestaban su rotunda franqueza y despreciaban su voluntad de ser, ante todo, un entertainer, especialmente el descaro con que salía al escenario subido sobre dos tipos vestidos de Superman o luciendo la bandera de Gran Bretaña, como si frivolizase con la colonización, él que era un ciudadano originario de una colonia británica. Era un artista excesivo y los medios no se lo perdonaron nunca.

Como cholo español que me siento, un poco emigrante en mi nihilismo hedonista, siempre me identifiqué con el espíritu de Freddie Mercury y tomé su espíritu desprejuiciado como bandera inspiradora de mi obra. Por eso hoy, transcurridos 25 años desde que él se largó de esta Tierra (tal vez al planeta Mercurio), quiero dejar aquí constancia de los doce temas musicales que siempre escucho primero y seguiré escuchando hasta el fin de mis días:

12. «Nevermore»

En menos de un minuto y medio, Freddie entrega en el segundo disco de Queen uno de sus grandes temas, cuando la banda todavía buscaba su identidad, entre aires medievales y motivos tolkieanos. Un piano y ese coro que ya marcaba época y al que el bajista John Deacon debía acoplarse en los videoclips por simples cuestiones de estética, completan un minuto y medio de eterna belleza:

11. «Lilly Of The Valley»

Parece la continuación del tema anterior, sólo que la voz de Freddie alcanza aquí una dulzura de agudos que estremece al oyente. Y de nuevo, no necesita más de un minuto cuarenta y cinco segundos para transportarnos al cielo de la melancolía y el desgarro. Otra pieza irrepetible:

10. «Death On Two Legs»

Y llegamos al impresionante disco A Night at the Opera. Con el permiso de mis hermanos fans, me salto las archiconocidas «Bohemian Rhapsody», «You’re my best friend» y «Love of my Life», que definirían por siempre el sonido de la banda, y me centro en alguna joya escondida como este tema inicial del elepé de 1975, escrito por Mercury y dedicado con desdén al ex mánager de Queen: “Now you can kiss my ass… Goodbye!“. La guitarra afilada de Brian May y ese coro arrollador hacen el resto.

Y el tema que le sigue, «Lazing on a Sunday Afternoon», es otro must que lleva a su madurez el repertorio cabaretero de Freddie

9. «The Millionaire Waltz»

Aquí sí que la cago: imposible escoger entre tantas buenas canciones como las que integran el disco Un día en las carreras. John Deacon aporta su primera composición deliciosa («You and I»), Brian May dos himnos memorables de nostalgia («Long Away» y «Teo Torriatte»), Roger Taylor su gusto por el ritmo rock sin tanta estridencia como de costumbre («Drowse»). Todo funciona en A Day at the Races, como en su noche precedente en la ópera, sólo que aquí me funciona más, porque todo es más triste y auténtico.

Freddie perfecciona su amor por el cabaret y lanza tres canciones rotundas: la maravillosamente alemana «You Take my Breath Away»; la segunda es un tour de force con los espirituales negros (ya se iniciaba ese eclecticismo tan criticado en ellos), «Somebody to Love»; la tercera, una travesura juguetona muy años 20s, «Good Old-Fashioned Lover Boy». Me quedo por esta vez con otro arrebato cabaretero de mi héroe, este vals más grande que la vida que es también un himno al hedonismo y la frivolidad de fastuosa y hermosa sobreactuación, donde por momentos Freddie canta como Marlene Dietrich.

Aquí, como curiosidad, comprobemos también el modo en que Freddie lo interpretaba entonces, racionando los agudos para preservarse la garganta y sobrevivir a sus actuaciones en vivo.

8. «Don’t Stop Me Now»

Curiosamente, News of the World (1977), el disco del que Queen extraería sus dos himnos más populares («We Will Rock You» y «We Are the Champions») es el que menos me gusta de su discografía oficial (por oficial entiendo la que salió en vida de Freddie, la única que importa). Parece un disco hecho a retazos, sin cohesión, y sólo reconozco el genio intimista de Freddie en algún tema perdido como la pizpireta «Who Needs You». Cuando tenía quince años, mi canción favorita suya de esta etapa era con diferencia «Don’t Stop Me Now» del álbum Jazz (1978), pero también muero por «In Only Seven Days», una de sus mejores colaboraciones con Deacon.

Sin embargo, si no cuelgo «Don’t Stop Me Now» los fans me matarían, y con razón… ¡Me mataría yo! Qué decir de este tema, de esta nueva declaración de principios de la alegría de vivir mercuryana, de su urgencia por gastar las balas de los días. Dios mío… ¡es tan él!

7. «Radio Ga Ga»

En The Game (1980) creo que las mejores canciones las aportó Brian May (las preciosas baladas «Sail Away Sweet Sister» y «Save Me»), y a pesar de mis simpatías por la etapa disco de Queen (los divertidos e incomprendidos hasta la fecha Hot Space y la banda sonora de Flash Gordon), considero que para compendiar, mejor me voy directo a mi disco favorito de la etapa “con sintetizadores”…

The Works supuso un denostadísimo regreso de Queen, y no pudo hacerlo en mejor forma: sus nueve canciones incluidas son perfectas. Elijo entre ellas un clásico que todo el mundo conoce y cuya existencia debemos al bataca: al César lo que es del César, Roger Taylor no se trata de un compositor célebre precisamente por su sutileza, pero aquí, no sé cómo, la clavó. Y es que no me canso de escuchar este himno y su ritmo de máquinita hipnótica. Además, la estética de Freddie en este videoclip es mi favorita de todas las que puso en escena:

Igualmente recomendable es su “secuela” o continuación, estética y temática, «Machines (or Back to Humans)», otra gema del disco poco conocida o comentada, y que yo no me aburro de oír una y otra vez.

6. «It’s a Hard Life»

Por una vez nos saltaremos de The Works la irrepetible obra maestra compuesta por John Deacon que todos conocemos («I Want to Break Free») para centrarnos en la que tal vez sea la mejor balada de Freddie, «It’s a Hard Life». Todo en esta canción me flipa: su inicio basado en la aria de la ópera Pagliacci; el corazón con que está escrita y cantada; el solo de May; ¡el vestuario de Mercury en su vídeo correspondiente!

5. «Love Kills»

Las sesiones de The Works debieron de ser tan fecundas que al parecer de ahí surgió también la génesis de este temazo, compuesto en colaboración con el gran Giorgio Moroder para su versión popmusicalizada y coloreada del clásico mudo Metrópolis de Fritz Lang. Creo que nunca leí tantos insultos a un artista como los que le dedicaron a Moroder los críticos de cine, pero en todo caso, esta canción es otro estandarte de Freddie, el primero de sus breves pero intensos pinitos en solitario.

Y aunque no me agrada la versión con fondo instrumental roquero con la que el Queen superviviente se apropió de este trabajo, añado esta otra donde se aprecia mejor la pureza vocal de su líder:

4. «One Vision»

A Kind of Magic (1986) puede ser sin duda uno de los discos más banales de Queen (¡que ya es decir!), pero también es uno de los más deslumbrantes y divertidos. Mi tema favorito es el primero, «One Vision», que al contrario que los otros no aparece en la banda sonora de Highlander: una lección modélica de cómo eran capaces de transformar cualquier cosa en épica, por ridículo o inexistente que fuera el contenido. Aquí lo hacen hasta con la expresión “pollo frito”. Cada vez que veo este videoclip me emociono, porque fue el primero que viví frente a la tele en el momento de estrenarse:

3. «Mr. Bad Guy»

Después de grabar un disco que me encanta pero que, cosa rara en Queen, no contiene un solo tema redondo, sino buenas ideas hilvanadas en estudio con la costura a la vista (The Miracle, de 1989), Mercury aportó en 1991 su postrera inspiración artística en el más que interesante Innuendo, regalándonos el último gran himno de su repertorio con «The Show Must Go On». Como todo el mundo conoce esa canción, me voy directamente a su único elepé en solitario, de 1985, y al tema que le dio nombre: «Mr. Bad Guy». El disco en realidad está lleno de temas enormes (como «I Was Born to Love You», donde él es más él que nunca), pero siento también debilidad por este autorretrato idílico y flamboyante que Mercury hizo de sí mismo:

“Vámonos a cazar arcoiris al cielo, yo invito. Soy el Sr. Malvado, todos me tienen miedo, puedo arruinar las vidas de la gente. Es mi destino. ¿No lo ves? Soy el Sr. Mercury. Extiende tus alas y vuela conmigo…”.

2. «Guide Me Home / How Can I Go On»

De su disco Barcelona (1987) con la soprano Montserrat Caballé, se recuerda hasta la náusea ese himno a mi ciudad del que tanto se burlaron los intelectuales barceloneses en su momento, pero hay dos temas unidos en ese trabajo que sí me parecen dignos de recuperar, porque son mercuryanos a muerte. En ellos están latentes la melancolía y el desasosiego románticos del chico de Zanzíbar que amaba la lírica. Me siguen pareciendo dos temas bellos y entiendo la nostalgia de la Caballé cada vez que recuerda a su compañero de grabación:

1. «Made In Heaven»

Fue el primer tema que escuché de Freddie y será el que me lleve en mi corazón a la tumba, tal vez a ese Infierno tan bonito del que se coronó soberano para el mejor realizador de sus videoclips, David Mallet. Ojalá exista un Infierno así de glamuroso y divertido, donde podamos ser nosotros mismos sin ningún dictador omnipotente que nos imponga reglas y nos castigue. Ni donde pueda asomar la nariz el Dios hijoputa que se lo llevó.

Gracias, Freddie, por tu vida, tu entrega y tu buen ejemplo. 25 años después, te recordamos y queremos.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Publicado previamente en Utero.Pe con licencia CC.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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