Poco después del 200º aniversario de su muerte (1821-2021) se han recuperado algunas canciones de Emilio Arrieta (Puente La Reina, 1821-Madrid, 1894), en el álbum Los cisnes en palacio de Sabina Puértolas y Rubén Fernández Aguirre (IBS, 2023), que reflejan la profunda filiación italiana y belcantista del autor.
No en vano, el compositor estudió en Italia durante su juventud, aproximadamente, desde 1839 hasta 1846, cuando regresó a España avalado por su enorme éxito en la Scala de Milán. Allí había triunfado el año anterior con su ópera Ildegonda, escrita en colaboración con Temistocle Solera, el libretista de las primeras óperas de Verdi (como Nabucco, I Lombardi o Attila).
Ya en Madrid, en vísperas de la inauguración del nuevo Teatro Real (19 de noviembre de 1850), escribía una nueva ópera para el cumpleaños de Isabel II, estrenada el 10 de octubre, iniciando el profuso género del alhambrismo con La conquista de Granada. Siempre con el favor de la soberana, Arrieta estrenaría nuevas obras en el coliseo madrileño, bajo la dirección de Solera desde 1851 –asiduo visitante del real lecho– y consolidaría su influencia en la corte con su pertenencia al gobierno del Liceo artístico y literario de Madrid, que había propiciado la visita a España de figuras como Giambattista Rubini (1841), Pauline Viardot-García (1842) o Franz Liszt (1844).
«El Liceo recobra nueva vida y parece hallarse en camino de elevarse al grado de esplendor de sus mejores tiempos. La junta de gobierno nombrada últimamente, en uso de las facultades que le han sido conferidas por la delegada, ha disuelto las actuales secciones, y para proceder inmediatamente a su reorganización sobre la base de un buen personal, ha creado para cada una de ellas una comisión calificadora, encargada de fallar acerca de la admisión de los señores que aspiren a ser declarados socios facultativos de ellas respectivamente, y de formar con estos y los que hoy son o fueren a su tiempo socios facultativos. Componen dichas comisiones calificadoras los sugetos (sic) siguientes (…): Sección de música. Señores Martín, Arrieta y Lahoz. También ha sido invitado para la junta gubernativa para formar parte de esta última comisión, D. Eduardo Vélaz de Medrano. Muy próximamente parece que se verificará una brillante función, a la que hay esperanzas se digne asistir S. M. la Reina; y para más adelante se anuncian varias sesiones de competencia, que no desmerecerán en nada de las que esta escogida sociedad ha dado en sus mejores tiempos. También se habla de restablecer los juegos florales» (El Heraldo, 28/V/1848).
La esencia belcantista de Arrieta se demuestra en obras como In morte di una bambina, que homenajea, además, a otro italianista convencido, Chopin, y al primero de sus Nocturnos…
…mientras que, en Serenata morisca, se siente el latido de lo arábigo, tan de moda en la corte madrileña:
Imagen superior: ‘Madrid Cómico’ (3/X/1880)
Sin embargo, a la llegada de la revolución, un Arrieta desapegado de la soberana pese a su inscripción en su larga lista de amantes, compuso el himno patriótico ¡¡¡Abajo los borbones!!!, con letra de Antonio García Gutiérrez, que también había renegado del apoyo al trono isabelino, militando desde 1864 en el Partido Progresista:
¡Abajo los Borbones!,
exclama el pueblo entero,
hirviéndole en el pecho
la afrenta y el rencor.
Aquel que entre nosotros
tuviera madre honrada
esposa, madre o hija,
y estime su virtud,
que diga si no siente
la indignación sagrada
con que la España toda
rompió su esclavitud.
El famoso autor de El trovador, que conquistase España en 1836 y, después, el mundo entero a partir de la versión operística de Verdi en 1853, publicaría unos amargos versos a modo de recitado introductorio al himno de Arrieta, tan distintos a los de la era en que había puesto todo su talento al servicio de la monarquía:
Triunfó el Borbón; y, ahora,
por despedida deja
cadalsos, sangre, luto y la miseria en pos;
y aún hoy, en el destierro,
de ingratitud se queja,
la que sucumbe herida por el rigor de Dios.
Precisamente, el álbum finaliza con una obra por encargo a Alberto García Demestres, la escena lírica homónima Los cisnes en palacio, que recrea el desengaño de la de los tristes destinos, en el decir galdosiano, con el recuerdo del himno de Arrieta en este magnífico álbum de IBS, con el vigor que Puértolas y Fernández Aguirre han acostumbrado al público en sus recitales.
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