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Una clase de canto con Elvira de Hidalgo (narrada por Maria Callas)

La voz de Maria Callas, que se apagó en París el 16 de septiembre de 1977, había abandonado los escenarios años antes, con un triste declive, durante la década de los sesenta, al que contribuyeron los acontecimientos de su vida personal. Sin embargo, en abril de 1968, poco antes de la ruptura con Onassis, legaría a la posteridad las famosas Callas Conversations, las entrevistas con el melómano Lord Harewood desde su lujoso apartamento en el número 36 de la avenida Georges Mandel, al lado de la Torre Eiffel, en que la diva explicaba, con regia actitud, algunos secretos de su arte y de su temprana formación musical.

A pesar de la sabiduría “tardía” en un cantante, Callas siempre recordó a la soprano aragonesa Elvira de Hidalgo como su verdadera maestra, tanto en el aspecto vocal como en el escénico. En efecto, el repertorio belcantista, de tan difícil ejecución, fue piedra angular en la instrucción de la diva: “se trata de una formación muy dura, es como ponerse una camisa de fuerza. Se quiera o no [sonríe]. Hay que aprender a leer, a escribir, a formar frases, a saber hasta dónde se puede llegar, hasta cómo caer, a hacerse daño y a levantarse de nuevo. Se aprende música y buen gusto. Ambas cosas son irrenunciables. Si no se domina el bel canto, no se puede cantar ópera. Ni la más moderna”.

En este punto, la soprano griega volvía a remitirse a su formación con Elvira de Hidalgo y, particularmente, en la vocalidad elástica, llena de colorido y vibrantes armónicos, necesaria para afrontar el repertorio belcantista: “no importa la dificultad de una frase, la voz siempre debe ser ligera. Tiene que mantenerse flexible, no pesada”. “Cuando abrió la boca, me quedé sin habla –relataba la maestra, rememorando su primer encuentro–. Maria cantaba con una fuerza excepciona, como un trombón. Era tosca, pero tenía un timbre personal extraordinario. Me emocioné en el acto. De repente, sentí un extraño aprecio por aquella chica. Era como si su canto me hubiera tocado alguna fibra. Intuí que tenía que ayudarla y que sólo yo podía hacerlo”.

Pero Elvira de Hidalgo no sólo enseñaba técnica vocal, sino un repertorio corporal de difícil dominio para dar verdad al personaje operístico sobre el escenario: “con de Hidalgo aprendí a moverme. Tenía catorce años y buscaba movimientos fluidos. Y cómo caer. A la mínima tensión se produce una lesión”. Cuando Callas obtuvo el éxito internación, de Hidalgo reconoció: “Yo, que había sido considerada una gran actriz y que había cantado con los más grandes… vi que había algo distinto y totalmente suyo…”. Fue así como Callas desarrolló la prodigiosa expresividad que hoy admiramos en los vídeos conservados:

“Es una misión complicada [el bel canto], pero fascinante”, declaraba Maria cuando recordaba la base del magisterio recibido, con agotadoras vocalizaciones y “casi siempre con escalas y trinos”. De cualquier manera, el amor por la música de la entonces soprano en ciernes vino propiciado por el divorcio de sus padres en Nueva York y la mala relación con su madre, con quien vivía en Atenas: “Yo era una chica solitaria. Escuchaba fascinada por todos los alumnos, por todo su repertorio. Solía entrar en el conservatorio a las diez de la mañana, y solía salir con el último alumno. Asombraba incluso a Elvira de Hidalgo: ‘¿qué haces siempre aquí?’”. Por su parte, la maestra refirió más tarde que, como alumna, Callas era perfecta, obediente, inteligente, que trabajaba duro, de modo que desde el principio trabajó los diversos papeles, Norma, Giconda, Sor Angelica, Aída…, entre ellos, algunos considerados como los más difíciles del repertorio, como el de la sacerdotisa gala.

El caso de Maria Callas, desde los inicios, fue tan particular, que sólo seis meses después de empezar sus estudios con Elvira de Hidalgo, fue contratada por la ópera griega (de reciente existencia), de modo que la joven pudo despreocuparse del dinero y seguir su trayectoria: “De Hidalgo negoció el contrato. Obtuve un buen sueldo”.

Finalmente, Maria Callas declaró: “Elvira de Hidalgo aún gozó de una verdadera formación. Tal vez la última gran formación en el verdadero bel canto. Con trece años, prácticamente, me echaron en sus brazos. Con ella aprendí los secretos del bel canto…”. Probablemente, sin los azares de la vida, que llevaron a Elvira de Hidalgo, nacida en Valderrobres (Teruel), a Atenas, tras dos matrimonios fallidos, en vísperas de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial, el mito de Maria Callas no hubiera llegado a ser tal.

Para saber más: Elvira de Hidalgo, de prima donna a maestra de Maria Callas, de Juan Villalba (Fórcola, 2021).

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Marta Vela

Marta Vela es pianista, escritora y docente en la Universidad Internacional de La Rioja. Junto a una actividad muy intensa en diversos ámbitos artísticos –interpretación, dirección musical, gestión cultural, elaboración de contenidos audiovisuales–, sus líneas de investigación versan sobre música y literatura, interpretación y análisis, música vocal post-tridentina y música instrumental de los siglos XVIII, XIX y XX. Sus artículos han sido publicados en diversas revistas especializadas de España, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, México, Costa Rica y Reino Unido, entre las que destaca la "Revista de Occidente". Sus actividades artísticas han aparecido en medios de alcance nacional, Es.Radio, Cadena Cope, TVE 1, Radio Nacional de España, "El País", "El Mundo", "La Razón". En Radio Clásica ha presentado y dirigido espacios como "Temas de música" y "Música con estilo". Dos de sus libros, "Correspondencias entre música y palabra" (Academia del Hispanismo, 2019) y "Las nueve sinfonías de Beethoven" (Fórcola, 2020) le han valido sendas candidaturas, en 2020 y 2021, al Premio Princesa de Girona, en la modalidad de Artes y Letras. Asimismo, es autora de "La jota, aragonesa y cosmopolita" (Pregunta Ediciones, 2022).