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«Alien Legion» (1984), de Carl Potts, Alan Zelenetz y Frank Cirocco

Carl Potts llegó a Nueva York procedente de su California nativa en 1975 con el propósito de hacer carrera como dibujante de comics. Pero los tiempos no eran propicios y los únicos trabajos que consiguió fueron encargos menores que pasaron desapercibidos.

Cuando ya estaba dispuesto a tirar la toalla y regresar a casa, Neal Adams –uno de los grandes maestros del cómic y por entonces director de su propia editorial, Continuity– lo contrató para realizar trabajos de arte comercial y publicitario. Al cabo de un tiempo, cansado de una tarea por lo demás monótona y no demasiado estimulante, regresó al ámbito del cómic realizando un par de trabajos para Marvel y, finalmente, ocupando el cargo de editor de varias colecciones de la casa.

Potts llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de un comic protagonizado por una unidad militar de infantería espacial modelada a imitación de la Legión Extranjera francesa. En ella, patriotas, criminales y desheredados de varios mundos combatirían codo con codo, ejecutando misiones peligrosas al servicio de un gobierno que administra los destinos de nada menos que tres galaxias y billones de seres. En el concepto original, todos los legionarios eran humanos, pero tras ver Star WarsPotts decidió convertir la Legión en una amalgama de seres de diferentes especies, de procedencia y cultura diversas que se unían para combatir por un bien común al tiempo que trataban de solucionar los problemas que su misma diversidad les causaba (idea, por lo demás, familiar para todos los seguidores de Star Trek).

Nunca olvidó aquella idea pero ya en los ochenta, su trabajo de editor le impedía sacar tiempo para desarrollarla y perfilarla como era debido. Así que buscó a quien pudiera hacerlo. Y entonces entró en juego Alan Zelenetz, un recién llegado al mundo del comic. No era, sin embargo, un muchacho. A sus 35 años no tenía currículo alguno como escritor de ficción aunque sí en trabajos relacionados con el lenguaje: había trabajado como profesor de lengua, literatura comparada y humanidades en diferentes institutos neoyorquinos. Llegó a Marvel por casualidad y rápidamente ascendió en el escalafón de guionistas ocupándose de varias colecciones (ThorKullRey ConanCaballero Luna). La independencia de la nueva serie que le presentó Carl Potts respecto al resto de personajes Marvel y la posibilidad de desarrollar desde cero todo un nuevo universo, fue lo que decidió a Zelenetz a aceptar el encargo, colaborar con Potts en la definición de lo que se convertiría en Alien Legion y escribir los primeros guiones.

Faltaba un dibujante. Frank Cirocco no se había prodigado en el mundo del cómic más allá de algunos trabajos esporádicos en el campo alternativo, posters y portafolios. Sencillamente, consideraba que las compañías de cómics pagaban poco y exigían mucho, así que prefirió dedicarse a la ilustración comercial. Su trabajo como ilustrador de temas fantásticos y su relación con Carl Potts –a quien había conocido en Continuity Comics– le ganaron el puesto de dibujante para Alien LegionTerry Austin fue encargado de entintar el trabajo de Cirocco.

Con el equipo creativo ya listo, en 1984, Marvel Comics decidió publicar la nueva serie en un formato de lujo de cadencia bimensual bajo el sello editorial Epic Comics, que en aquellos momentos publicaba títulos más maduros que los habituales de la casa madre, además de permitir a los autores conservar sus derechos de autor.

Como hemos mencionado más arriba, el marco en el que transcurre la acción es el de tres galaxias, Aurora, Ophides y Thermor, habitadas por un amplio catálogo de especies. Buena parte de esas galaxias está administrada por un gobierno, la Unión Galáctica, al estilo del antiguo imperio romano, mezclando las políticas paternalistas con el imperialismo más agresivo. Quedan, sin embargo, amplios sectores que escapan a su dominio, siendo su principal enemigo el Imperio Harkilon (algo parecido a la relación entre la Federación y los klingons en la franquicia Star Trek).

Siguiendo el ejemplo de series televisivas de la época, como Canción Triste de Hill Street (Hill Street Blues, 1981-1987), Alien Legion se centra en las vicisitudes de un grupo de personajes al tiempo que va prestando atención, según los episodios, a varios de ellos. En este caso se trata del Escuadrón Nómada, que, dentro de la Legión, es el Primer Escuadrón de la Tercera Compañía del Primer Batallón. Carl Potts y Alan Zelenetz desarrollaron un completo perfil biográfico y psicológico no sólo para los personajes principales, sino también para muchos secundarios. Aunque Sarigar es obviamente el líder y pieza central del grupo, hay otros cuatro personajes que reciben una atención especial ya desde el inicio de la serie.

El capitán Sarigar es el líder del escuadrón. La mitad de su cuerpo es reptiliano, producto de la modificación genética impuesta a sus antepasados, esclavos en un planeta de intensa gravedad. Perfeccionista y de estricta disciplina, es también justo, valiente y ferviente seguidor de las reglas y normas de la Legión. Combina el espíritu militar con un poderoso intelecto y una amplia cultura.

Torie Montroc, el segundo al mando, es la fuerza emocional que equilibra el frío liderazgo del capitán, asegurando la eficacia del escuadrón. Hijo de una familia acomodada, fue alistado a la fuerza por su padre, quien le exigía madurar antes de darle acceso al dinero que le permitirá llevar una vida de lujo y comodidad. Intelectual y atlético, es, sobre todo, humano. Por supuesto, esto también trae problemas: su naturaleza bondadosa tiende a enredarle en situaciones comprometidas. Alan Zelenetz definía la relación con su superior al mando como: «Montroc es piedad para la justicia de Sarigar, e idealismo para su pragmatismo».

Jugger Grimrod es el inevitable sociópata de todo equipo. Experto en armas, muchos de sus trucos están prohibidos por la Legión, como por ejemplo un cable de grosor molecular con el que decapita a sus adversarios. Hará lo que sea para sobrevivir y cumplir la misión y seguirá las órdenes mientras no se le ocurra una idea que piense que es mejor. Su posible pasado criminal queda a salvo gracias a que las regulaciones de la Legión impiden hurgar en los antecedentes de sus miembros. De aspecto semihumanoide, su talón de Aquiles es su claustrofobia.

Meico es el médico de cuatro brazos, nativo de un planeta que sucumbió a una catástrofe ecológica. Se trasladó con su familia a otro planeta sólo para verla morir al ser acusados de espías. Sin dinero ni lugar a donde ir, Meico se alistó en la Legión. Su mejor amigo es Skathe Meskad, un revolucionario fallido, excelente soldado aunque reniegue y se queje con frecuencia.

Existen muchos otros personajes, con mayor o menor grado de importancia y personalidades, biotipos y pasados de lo más diverso: burócratas corruptos, luchadores deportivos con aspecto de tortuga, poetas, sacerdotes renegados, mercenarios, cómicos robóticos… Cada uno de ellos ofrecerá una visión diferente de la Legión, el papel que cumplen en ella y las misiones en las que se ven envueltos.

Como la Legión francesa, la Legión alienígena encuentra más importancia y honor en el valor y la resistencia que en la victoria. En los primeros números, no ganan, sólo sobreviven. Otro de los aspectos notables de la serie es el planteamiento de los problemas derivados de la integración de tantas especies alienígenas. El guionista Alan Zelenetz admitía que difícilmente se podían seguir las reglas de la lógica, la física o la biología, puesto que no tendría demasiado sentido agrupar para una misma tarea a seres tan diversos. Pero lo que sí hicieron los guionistas es seguir unas directrices racionales dentro del universo que habían creado. Por ejemplo, el deseo del gobierno de integrar a diferentes razas dentro de un espíritu militar unitario, obtiene resultados extraños en el caso de los uniformes: aunque existe un uniforme estándar, forzosamente ha de sufrir modificaciones para adaptarse a los cuerpos de las diferentes especies.

El lenguaje es otro problema. Aunque existe un idioma común, la Galingua, muchos soldados no la conocen, por lo que cada legionario lleva un pequeño ordenador–traductor implantado, de tal forma que pueden hablar en su propia lengua y, al tiempo, ser entendidos por todos los demás.

La primera serie, inaugurada, como hemos dicho, en 1984, duró 20 números y se centró principalmente en la Fuerza Nómada y, concretamente, en Montroc, Grimrod y Sarigar. El trabajo de Cirocco no era particularmente llamativo y las historias carecían de la complejidad esperada y descansaban sobre todo en el oscuro Grimrod. En 1986 apareció una interesante novela gráfica titulada Alien Legion: Grey Day to Die, en la que la Fuerza Nómada recibe la orden de asesinar al líder de un culto fanático de la mecanización, los Tecnoides. La historia versa sobre la moralidad del asesinato individual.

Al año siguiente, 1987, comenzó la segunda serie, en la que se profundizó en el estudio de las diferentes razas, mejorando tanto los diseños gráficos de naves, armas y entornos extraterrestres como la calidad de las historias. Pero tras 18 números, fue cancelada para transformarse, en 1990, en una serie limitada de tres números en formato prestigio: Alien Legion: On the Edge. La acción transcurre quince años en el futuro de las anteriores aventuras, después de haber quedado atrapados en el horizonte de un agujero negro, luchando para sobrevivir con un ejército de alienígenas diversos. Cuando regresan al espacio de la Unión Galáctica, el tiempo ha pasado, las cosas han cambiado y no para mejor. La Legión seguirá recibiendo misiones de combate, pero esta vez no para defender los ideales de la Unión, sino para beneficio de las corporaciones empresariales. Esta miniserie constituye el punto más alto de la colección, tanto en el aspecto gráfico como argumental.

Por el contrario, el punto más bajo fue la novela gráfica de 1992 dedicada a Jugger Grimrod, que había decidido separarse de la Legion en la serie de 1987 para continuar en solitario su violenta vida. Aunque el personaje podía haber dado mucho de sí, la historia resultó francamente mediocre.

Tampoco a la altura de la antigua serie regular estuvieron los tres títulos que aparecieron a mediados de los noventa, cuando el sello Epic daba sus últimas bocanadas: Tenants of Hell (2 números), One Planet at a Time (3 números, 1993) y Binary Deep (número único, 1993)

Gracias al difícil carácter de sus protagonistas, su abundante violencia, sus misiones a menudo moralmente ambiguas y su impredecibilidad (los guionistas no tenían problema para matar o mutilar personajes principales si el guión lo exigía), Alien Legion recordaba más a las historias de CF «sucia» propias de revistas británicas como 2000 AD que a los luminosos superhéroes Marvel, y ello fue sin duda una de las razones de su éxito entre los aficionados a los comics de aventuras menos convencionales. Tomando elementos de los pulps, comics independientes y diferentes películas, Carl Potts dio con una mezcla equilibrada entre comic bélico y ciencia ficción dura que recordaba vagamente a Tropas del espacio, de Robert A. Heinlein. Sin embargo, la trayectoria de Alien Legion fue, cuando menos errática. Por alguna razón no llegó a calar lo suficiente en los lectores como para asegurar su continuidad. La discontinuidad de sus apariciones y los meses o incluso años que pasaban entre una y otra, despistaron a sus seguidores. Tampoco ayudó el cambio de equipo creativo (entre los nombres que se encargaron de uno u otro proyecto se cuentan los de los guionistas Chuck Dixon y Larry Stroman y los artistas Whilce Portacio y Scott Hanna). Cuando el sello Epic fue finalmente cancelado en 1994, Alien Legión desapareció con él.

Alien Legion fue un buen cómic de ciencia ficción militar con cierto sabor a los 80 que, no obstante, ha seguido gozando del favor de los lectores, como lo demuestra la recopilación parcial de sus aventuras en dos volúmenes (incluyendo la primera serie y novela gráfica) por parte de Dark Horse.

Esta misma editorial anunció, además, su intención de lanzar una nueva colección con ese mismo título si bien todavía no se ha concretado nada. Actualmente, los derechos cinematográficos los tiene Jerry Bruckheimer, quien ya afirmó hace algún tiempo que tenía un guión en marcha… Casi treinta años después de su nacimiento, puede que los legionarios espaciales no hayan triunfado, pero siguen vivos, haciendo honor a su espíritu indomable.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Publicado previamente en Un universo de ciencia ficción y editado en Cualia con permiso del autor. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".