“Oh, freedom / oh, freedom / oh, freedom over me”, entona gospeliana la voz vibrante de la joven Joan, abriendo enérgica y dulce el telón de esta función.
Con toda su natural sencillez, es la propia Joan Baez, serena y lúcida, quien nos guía por este documental como anfitriona de su propia historia, de su leyenda, de sus pasiones y traumas, hasta abrirnos sin rubor ni miedo las páginas más íntimas y acaso tenebrosas de su diario emocional.
Joan Baez, I am a noise es algo más que un excelente testimonio narrado en primera persona. Es una ensoñación lírica, una reconstrucción sensible que trasciende la mera mecanicidad de lo biográfico, y ahonda paulatinamente en las cavidades más privadas y viscerales del alma de su protagonista. Y lo hace mediante un montaje artístico sutil, delicado, como si estuviésemos dando un paseo de la mano de Joan por paisajes primorosos, expansivos, lisérgicos y naturales, desafiando nuestros prejuicios y apelando a nuestros sentidos más anestesiados.
El tiempo no perdona, y las cuerdas del arpa que Joan atesoraba en su garganta se destensaron. Nos lo cuenta con aceptación, su voz prístina ya no vibra como el cristal, y el pasado glorioso es una abrumadora losa de la que ha sabido desprenderse. Su década favorita es esta, la actual, nos dice, y resulta creíble viendo cómo respira vitalidad y presente, y cómo lidia con el pasado como quien se libera de una carga que no hizo sino fatigar el azaroso viaje de su vida.
Le llegó el éxito sin buscarlo y no pareció sentirse nunca cómoda en esa sala VIP que el destino le impuso, ni persiguió la fama como un fin, sino que trató -ya que no podía eludirla-, de extraerle un provecho para otros objetivos más nobles que sí estaban en el manifiesto de su esencia humana. Su activismo y compromiso con los derechos civiles y las causas justan enfocaron su interés principal, tratando de canalizar la energía que despertaba su figura en un beneficio para los desfavorecidos del mundo.
Joan nos describe una infancia familiar en apariencia feliz, luminosa y libre, en compañía de sus padres y sus dos hermanas. Pero una chica tímida, morena y de ascendencia mexicana no encajaba fácilmente en la sociedad estadounidense de aquellos tiempos, lo que la hizo sufrir un complejo de inferioridad que trató de combatir a golpe de guitarra e irresistibles melodías folk virtuosamente entonadas. “Pasé de no sentirme suficiente, a que me considerasen la Virgen María”, narra intentando ilustrar el tremendo conflicto interno que le supuso el éxito, sentimiento que le ha acompañado toda la vida.
Durante un recital -explica la artista-, un muchacho con aspecto de vagabundo se subió al escenario a cantar con ella, un tal Bobby. Un joven talentoso que compartiría con Joan unos años de música, magia y romance, y que se lanzaría sin arrobo poco después -él sí-, en busca de la fama, convirtiéndose en una auténtica “rock star”. Bobby era, por supuesto, Bob Dylan.
Ambos participarían en la Marcha por la Libertad en 1963, en la ciudad de Washington, donde Martin Luther King declamó su famoso discurso en defensa de los derechos de los ciudadanos afroamericanos en Estados Unidos, “I have a dream…”
“Si disfrutaba demasiado, enseguida me ponía mala”, confiesa denotando un inconformismo con la autocomplacencia, y un sentimiento de culpa y de premio inmerecido. “Era adicta al activismo”, añade Joan con acritud, reconociendo que su labor mesiánica se acabó tornando en una obsesión y un escondrijo que le alejó de otras realidades más mundanas y pegadas al suelo, durante un tiempo en que todo se tornó excesivo.
El desarrollo de la segunda parte del documental va dando sentido a todo lo anteriormente expuesto, al conjunto de su biografía, como esa serie de piezas que componen el puzle y amplían y cambian la visión del paisaje incompleto que hasta entonces teníamos. Esto es algo que debe descubrir el espectador por sí mismo, pues resulta una experiencia íntima e intensa, como darle la vuelta a un single de vinilo y descubrir que detrás la canción estrella, la cara B se revela con una oscura e inesperada profundidad tan desasosegante como mágica.
Este documental explora como pocos dónde nace la pasión y la pulsión del artista. Y cómo ese don interior, esa luz y esa energía que animan un espíritu original y radiante, se proyectan al exterior en forma de manifestación artística.
Joan Baez se lanza en estas dos horas a una compleja y no poca dolorosa deconstrucción de su vida, exorcizando con valentía fantasmas y traumas, archivando lo prescrito, y ordenando el legado de lo salvable. Resulta en su discurso coherente, sutil, intimista; se abre al espectador desacomplejada y explora sus propias honduras existenciales, consciente de sus contradicciones, de sus heridas, de sus errores.
La puesta en escena del film, su desarrollo artístico, es una obra de artesanía exquisita, una sucesión de piedras preciosas de distinta coloración y brillo, irisadas, turbias y deslumbrantes, un rosario de fragmentos de vida plenos de contenido y significado. Técnicamente, la película es un meticuloso collage de imágenes, fotos, cintas familiares en Super 8, y grabaciones de conciertos. Pero artísticamente todo esto compone una obra deliciosamente poética que se puede llegar a disfrutar como una ficción, como una pieza de arte y ensayo que podríamos ver de madrugada en una filmoteca.
Joan Baez, I am a noise, es una emocionante película que pone a prueba la sensibilidad del espectador y la capacidad de introspección propia. Joan Baez ha sido, además de una sublime artista, una activista de muchas causas, pero si algo activa en esta cinta es el deseo del autoconocimiento, de ponerse uno a bien consigo mismo, y de hallarle a la vida algún mínimo sentido, aunque este sea el de bailar con los pies descalzos hasta que la música deje de sonar.
Sinopsis
Nacida en 1941, Joan Baez es una reconocida artista y activista cuya fuerza musical y compromiso con el activismo social nunca han flaqueado. A partir de sus grabaciones a principios de la década de 1960, sus canciones e interpretaciones de baladas tradicionales ejercieron una poderosa atracción en una generación. Fue incluida en el Salón de la Fama del Rock & Roll en 2017 y honrada por el Centro Kennedy en 2021, entre muchos otros reconocimientos.
A sus 20 años, Joan Baez fue la reina indiscutible de la música folk, una de las primeras personas en reconocer el talento de Bob Dylan y grabar sus canciones, y alguien que usó su fama para luchar por los derechos civiles y la justicia, y contra la guerra en Vietnam. La película repasa la vida de Baez mientras sigue a la artista en su gira de 2018/2019.
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