En el apartado de virtudes, esta nueva entrega del MonsterVerse apuesta sin ningún tipo de vergüenza por el pulp de aventuras fantásticas con solera, reciclando ideas de obras que se publicarn hace un siglo o más en aquellas revistas como Weird Tales o Astounding Stories acerca de mundos subterráneos poblados de monstruos, civilizaciones perdidas y prodigios insólitos. Si ya en Godzilla Vs. Kong se nos presentó una Tierra Hueca que mucho se parecía al Pellucidar de Edgar Rice Burroughs, aquí la mayoría de la acción transcurre en ese lugar imposible, donde los protagonistas humanos y el primate gigante realizan nuevos descubrimientos. Entre ellos, algunos que no desmerecerían de las casi psicotrópicas historias de Abraham Merritt como El estanque de la Luna o Los habitantes del pozo.
También se puede respetar que el director y coguionista Adam Wingard haya optado sin ningún pudor por reinterpretar la etapa más infantil de los monstruos de la Toho, la de los 70 (o final de la era Showa, si se prefiere), cuando ya se optó directamente por productos infantiles cercanos al manga, transformando a los monstruos en superhéroes y supervillanos en un mundo donde cabían las naves futuristas, los extraterrestres y los «ultramanes» de todo tipo; nada que ver con la intensidad dramática y la seriedad del primer Gojira de 1954. Teniendo en cuenta esto, parece injusto comparar Godzilla y Kong: El nuevo imperio con la reciente y magnífica Godzilla Minus One, película extremadamente bien hecha y con fundamento, pero también es injusto que el film de Takashi Yamazaki apenas tuviera distribución y la mayoría de la crítica la ignorara, mientras que este circo digital de Wingard acapara salas, marquesinas y publicaciones por doquier durante su estreno.
Las buenas intenciones descritas más arriba sirven para que el film no se haga antipático, y a ello se añade la presencia de un par de intérpretes británicos con carisma, talento y atractivo físico como son Rebecca Hall y el mejor James Bond que nunca tendremos, Dan Stevens, aunque tengan poco que hacer. También aparece el clásico personaje afroamericano «gracioso» y siempre asustado, cliché que habría que ir dejando por haber pasado la fecha de caducidad cómica y aquí desempeña con resignación el actor Brian Tyree Henry.
Lo que realmente le falla a esta aventura estrambótica de sesión matinal es la puesta en escena, basada un poco en el anime (bien) y mucho en el estilo visual de los videojuegos (mal), apoyándose para ello en unos efectos especiales que optan por la cantidad en lugar de por la calidad, otra de las diferencias fundamentales entre esta superproducción y el modesto Godzilla Minus One, de presupuesto risible y puesta en escena mucho más espectacular y creíble.
En su afán por hacer protagonistas a los monstruos (la reducción de personajes humanos es notable respecto a anteriores films del MonsterVerse), se nos «obsequian» largas escenas en las que solo vemos a los kaiju digitales interactuando entre ellos, momentos en los que los responsables del CGI parecen olvidarse del inmenso tamaño y volumen de las bestias, que parecen moverse con más agilidad que un chimpancé normal, luchando, saltando y corriendo como dibujos animados (que es lo que son, en realidad) sin sensación de corporeidad.
La progresiva acumulación de criaturas, lucecitas, movimientos giratorios de cámara y explosiones acaban transformando el film en un caos visual que hace doler los ojos y admirar más el trabajo James Cameron en las películas de Avatar (saqueadas también en más de una secuencia de Godzilla y Kong: El nuevo imperio), que también peca de saturación de elementos en plano, pero lo hace apostando por la fisicidad y cuidando al extremo las imágenes digitales, cosa que no sucede con los efectos estándar y algo chapucerillos de este film.
Volviendo a los puntos positivos, cabe agradecer la primera aparición del legendario Godzilla (o, al menos, de lo que los americanos consideran Godzilla) en la península ibérica, aplastando fugazmente las españolas calles de Cádiz y emulando al James Bond de Alta tensión al saltar de lo alto del británico Peñón de Gibraltar.
Godzilla, que en realidad es un secundario de lujo en este film con protagonismo de Kong, se enfrentará a varios monstruos en luchas breves y poco espectaculares, la mayoría bestias de nueva creación (como un dragón de hielo con aspecto de Pokemon), aunque en el film también realizan cameos versiones «modernizadas» de veteranos de ña Toho como la araña Kumonga y la polilla Mothra, con un aspecto bastante repulsivo que poco tiene que ver con la adorable criatura de los films japoneses.
Entre los aciertos de este cebatil infográfico, nos quedamos con una imagen divertida y hasta tierna: Godzilla decidiendo que el Coliseo de Roma es su sitio preferido para descansar, durmiendo dentro y enroscado cual lindo gatito en su cama.
Sinopsis
¡La épica batalla continúa!. El Monsterverse cinematográfico de Legendary Pictures da continuidad al explosivo enfrentamiento de Godzilla y Kong: El nuevo imperio con una aventura totalmente nueva que enfrenta al todopoderoso Kong y al temible Godzilla contra una colosal amenaza aún por descubrir que se oculta en nuestro mundo, desafiando su propia existencia… y la nuestra. Godzilla y Kong: El nuevo imperio profundiza en la historia de estos titanes y sus orígenes, así como en los misterios de la Isla Calavera y más allá, al tiempo que desvela la mítica batalla que ayudó a forjar a estos extraordinarios seres y los unió a la humanidad para siempre.
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