Otra película de espíritu nostálgico. ¿Será posible? Pues lo es. Fíjense que incluso me imagino el mismo guion, encarnado por el mismo reparto, en una versión de 1985, con música de Jerry Goldsmith o James Horner, y dirigida por Matthew Robbins o algún director similar.
Es curioso. Lo digo porque El proyecto Adam no es, ni mucho menos, una gran película. Carece de una buena banda sonora, Shawn Levy no es lo que se dice un genio y su tramo final está resuelto con plantilla. Y sin embargo, el film posee el espíritu de aquellas cintas familiares que, cuando éramos unos críos, tanto nos gustaban a los cincuentones de hoy.
Como podrán comprobar, se trata de una aventura genérica de ciencia ficción, con detalles que parecen inspirarse en títulos como Starfighter: La aventura comienza (1984), de Nick Castle, la saga de Regreso al futuro (1985), de Robert Zemeckis, o El chico (2000), de Jon Turteltaub. Pero gracias a una impecable selección de actores y a un buen equilibrio entre comedia, acción y melodrama, el resultado final es francamente positivo.
Ryan Reynolds encarna con la esperable soltura a Adam Reed, ese piloto de combate que viaja en el tiempo, desde 2050 a 2022, para salvar a la mujer que ama (Zoe Saldaña). El personaje encuentra un perfecto aliado en otro Adam Reed: su yo del pasado, simpático y ocurrente, pero con las típicas inseguridades de un preadolescente (Walker Scobell).
La buena química que se advierte entre los protagonistas, la cuidada escritura de los diálogos y una ternura sincera, que nunca cae en la vulgaridad, elevan la categoría de un largometraje que, como ya dije, vibra con una nostalgia que también subrayan las cuatro canciones que suenan en los momentos más decisivos: «Foreplay / Long Time», de Boston, «Gimme Some Lovin'», de The Spencer Davis Group, «Let My Love Open the Door», de Pete Townshend, y «Good Times Bad Times», de Led Zeppelin.
Reynolds borda su papel de héroe sarcástico, y lo mismo cabe decir a propósito de Zoe Saldaña, Catherine Keener, Jennifer Garner y Mark Ruffalo. Sin embargo, quien más me ha sorprendido es el niño Walker Scobell, capaz de mostrar emociones bastante complejas, y al mismo tiempo, muy hábil en los momentos de comedia.
Aunque determinadas escenas funcionan con el piloto automático, buena parte del metraje brilla de forma convincente. El toque retrofuturista no cansa y el guion, aunque manido, fluye y alcanza su objetivo, que no es otro que entretener a toda la familia.
Sinopsis
Adam Reed es un piloto de caza que viaja en el tiempo. Cuando se estrella en el año 2022, conoce a su yo de 12 años y juntos emprenden una misión para salvar el futuro.
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