«Yo fui el primero en percatarme de la pereza del agua…».
Soy muy todo de Manuel Scorza, escritor limeño que el año 83 murió en los Madriles en accidente de avión y que lleva décadas sin ser reeditado en su país. Scorza tuvo una etapa al parecer menos gloriosa como editor y encima su libro más conocido es Redoble por Rancas, el primero de un ciclo dedicado a los levantamientos de los campesinos peruanos contra la oligarquía terrateniente en la segunda mitad del siglo pasado, y que alcanzó cierto eco en una edición española de Cátedra; pero a su continuación, Historia de Garabombo el Invisible, le pasa lo mismo que a la secuela de El Quijote: que es mucho mejor.
Qué pequeña maravilla Garabombo, qué ópera jocosa, escrita con un pulso lírico y humorístico sostenido en equilibrio por cientos de páginas. Además, sus personajes rurales están tratados sin paternalismos ni lloriqueos, con relieve épico, ternura de la crueldad y reivindicación del rural way of life: pero el real, no el chantaje emocional ensoñado por pijos urbanitas para desahogar su estrés culposo. En cierto modo, su saga La guerra silenciosa (1) me remite a lo que sentiríamos si Sergio Corbucci dirigiera una peli de realismo mágico sudamericano. Como una fastuosa serie B (buena, bonita y bastarda) para encajar en el estante, como quien quiere la cosa, entre un Rosa Cuchillo y Los ríos profundos.
Ahora por suerte aferro en mis manos la tercera obra del quinteto: El jinete insomne. No tendría modo de dar con ella si no fuera gracias al buen fondo editorial de la Biblioteca de Miraflores, que albergaba agazapado y tímido este ejemplar de 1977: muchas, muchas gracias, querida biblioteca, por prestarme este libro impagable.
Sinopsis
Esta obra es la crónica exasperantemente real de una lucha solitaria: la que en los Andes Centrales libraron, entre 1950 y 1962, los hombres de algunas aldeas sólo visibles en las cartas militares de los destacamentos que las arrasaron. Los protagonistas, los crímenes, la traición y la grandeza, casi tienen aquí sus nombres verdaderos”
“Yo he dotado de una memoria a los oprimidos del Perú ‒escribe Manuel Scorza‒, a los indios del Perú que eran hombres invisibles de la historia, que eran protagonistas anónimos de una guerra silenciosa, y que tienen hoy una memoria…Tienen esa memoria, está dada ya irreparablemente y no se podrá borrar nunca, porque la han adoptado incluso los pueblos en combate…”
(1) Redoble por Rancas (1970), Historia de Garabombo el Invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977), La tumba del relámpago (1979) y La danza inmóvil (1983).
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