Hace bastantes años, era común que Televisión Española programara casi de relleno alguna de las inquietantes secuelas televisivas de The Stepford wives, una agobiante historia cercana al género de terror en la que el cotizado guionista William Goldman adaptaba una de esas claustrofóbicas historias de Ira Levin, todo ello servido en imágenes por el competente director británico Bryan Forbes. Poca gente recuerda este mini-clásico, y muchos irán a ver esta película sin saber que se trata de un remake, como suele ocurrir con frecuencia.
En una arriesgada jugada, los responsables del proyecto han optado por abandonar la pesadilla paranoica y tirarse de lleno a la sátira social, a la que la historia se presta, aunque pese al aficionado más respetuoso. Tampoco podía esperarse un alarde de suspense y peripecias oscuras por parte de Frank Oz, el hombre que dio voz y alma a legendarios personajes como la Cerdita Piggy o el Maestro Yoda, y posteriormente director de desquiciadas comedias como la versión musical de La tienda de los horrores o la cartoonesca ¿Qué pasa con Bob?
Así, la película carga las tintas contra el ideal social de los republicanos estadounidenses, el mundo que se mostraba en la televisión de la década de los cincuenta, donde reinaban los automatismos de la superciencia aplicados a las tareas domésticas, las urbanizaciones afables, la camaradería masculina y las esposas tan sumisas en su comportamiento como perfectas en su aspecto, todo esto libre de la molesta presencia de etnias de tez oscura.
Pero la crítica no se limita a ridiculizar esta utopía tan absurda, sino que se ríe con tranquilidad de los esnobs de ciudad, representados por estereotipos como el homosexual plumoso (Roger Bart), la feminista radical (Bette Midler) y la ejecutiva insensible (que solo podía llevar la cara de la gélida Nicole Kidman). Hasta las mascotas salen malparadas.
Es de agradecer que alguien llame la atención sobre la estupidez reinante en este principio de siglo, pero también es cierto que, siendo tan odiosos los personajes, uno nunca llegue a sentirse cercano a ninguno o preocupado por lo que le pueda pasar a este grupo de mendrugos, quizá con la (ligera) excepción del personaje de Matthew Broderick (cada vez más parecido a John Ritter), un sufrido esposo que aguanta con aplomo a su egocéntrica esposa, pero que cede a las tentaciones del “plan renove” que le ofrecen los machistas de Stepford.
Aunque lo cierto es que lo que no termina de convencer de esta película es lo deslavazado del guión, que nunca llega a explicar claramente en qué consiste el recambio marital, y que muestra bastantes problemas en su parte final, algo así como el desenlace de un episodio de Scooby Doo alargado hasta el extremo y que repercute negativamente en la percepción final de la película.
Aun así, la película no está desprovista de chistes bastante ingeniosos, procedentes de la pluma (dicho sea con segundas) del corrosivo articulista y guionista Paul Rudnick, autor también de la sardónica secuela de La familia Addams. Unos chistes que bastan para hacer de esta una comedia bastante divertida, aunque sobradamente olvidable.
Sinopsis
Joanna Eberhard (Nicole Kidman) es una desalmada ejecutiva de la televisión cuyo mundo se desmorona al ser despedida. Para iniciar una nueva vida, su familia se traslada al pueblo de Stepford, donde todo parece perfecto, y cuyas mujeres responden al ideal del ama de casa de los años 50. Pero Stepford guarda un siniestro secreto.
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