Vicente DíazEl resumen de esta película es fácil: Aliens + Aullidos. Un comando de soldados británicos es enviado para hacer maniobras en tierras escocesas. Una vez metidos en lo profundo del bosque, se ve acosado por una jauría de hombres lobo, virtualmente invisibles, haciendo inevitable el recuerdo de Depredador.
Los soldados, con ayuda de una superviviente de la región, se hacen fuertes en la cabaña de ésta (un poco más grande que la de Evil Dead, pero ya me entienden) e intentarán resistir hasta que pase la noche. De este modo, la película se inscribe en la honorable tradición inaugurada por La Noche de los Muertos Vivientes, y que ha ofrecido títulos tan deliciosos como Asalto a la Comisaría del Distrito 13 o Abierto hasta el amanecer.
Dog Soldiers se plantea como un film de serie B clásica al 100 %, y se aleja de los vicios del cine reciente de terror prescindiendo del humor autorreferencial y de los efectos generados por ordenador.
Los licántropos están elaborados a la vieja usanza, y son prácticamente idénticos a los de la ya mencionada Aullidos, aunque no alcanzan la calidad de aquellos. De hecho son mucho más parecidos a los de las secuelas del film de Joe Dante. Y es que Dog Soldiers bien podría haber pasado como parte de esa saga.
El amante de la serie B disfrutará de esta honesta peliculita, si bien es cierto que se echa de menos un poco más de originalidad en su desarrollo. Cualquiera que haya visto Aliens comprobará que Dog Soldiers repite con veneración esquemas y situaciones del mítico film de James Cameron.
Aun así, este film es bastante disfrutable gracias a su falta de pretensiones y su correcta realización, que enmascara decentemente la falta de medios. Además el reparto es bastante solvente (¿algún actor británico es malo?) y hay algún susto de los buenos, en especial uno protagonizado por una desafortunada vaca.
Dog Soldiers se nos presenta como una película modelo para pasar una buena tarde en el cine y, sobre todo, como un excelente producto para alquilar en video y rememorar los viejos tiempos.
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Guzmán Urrero
