Quién me iba a decir que alguno de los mayores placeres literarios del último lustro me lo proporcionaría la obra de esa impecable dama sureña que se sentó a mi lado a firmar libros en el Celsius 2017. En ese momento, no sabía nada de Lisa Tuttle, pero el especialista Jesús Palacios y otras eminencias del festival me pusieron rápido al día. Hoy me parece una cuentista de terror excepcional, que recomiendo a quien desee pasar una noche emocionante bajo el abrigo de algún que otro escalofrío.
Empecé por Nido de pesadillas (Eds. Nevsky), sólido muestrario de relatos sobrenaturales ‒donde se desenvuelve con igual aplomo y eficacia en el gótico americano y en la niebla británica‒ del que, tres años después de leído, sigue acosándome uno de los mejores, «Volando a Bizancio», en el que plasma la pesadilla definitiva de todo autor: que, bajo el pretexto de ser invitado a una feria literaria comarcal, lo devuelvan de una patada a sus orígenes y miedos friquis, al pueblo donde su familia disfuncional lo ignoraba, sus compañeros lo incordiaban y todo el mundo se reía de sus ínfulas, de nuevo despojado del aura de «artista» y sin pedestales de prestigio tras los que escudarse… La protagonista de ese cuento somos todos los que escribimos en algún momento de nuestras vidas, cuando algún elemento del pasado vuelve y hace trizas el traje invisible de reyecillo con el que te sentías intocable y especial.
De ahí pasé a picotear una de sus novelas cifi, pero no me enganchó (creo que también adolecía de una plana traducción), así que hace poco regresé a sus cuentos: en este caso, a Ghosts & Other Lovers, selección notable de historias fantasmagóricas, algunas muy logradas, que acompañarán gozosamente cualquier velada que pida a gritos un poco de silencio y lectura sugestiva.
El enfoque de Tuttle podría enclavarse fácilmente en el terreno del horror psicologista, pero toca también del surrealismo y la fantasía pura. En cualquier caso, resulta muy fácil proyectarse en sus personajes y sabe sacarle todo el jugo a la rutina vivencial de cualquier etapa adulta (emparejamiento, paternidad, amistades) para transformarla en viajes por un túnel de la bruja donde la bruja nos asusta con retazos expuestos de nuestro interior… Son, en fin, historias de fantasmas que juegan con todos los fantasmas cotidianos que habitan nuestra cabeza.
De esta segunda compilación, quiero destacar el primer cuento: «In Jeaulosy», una pequeña obra pérfida y perfecta, donde la autora trae el hecho fantasmagórico a la vida prosaica para plantearnos qué sucedería si una chica se enamora de un tipo y se encuentra de sopetón, rondando su cama, una «manifestación» espectral de la última novia con la que él rompió…
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