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«Destino Final 5» (Steven Quale, 2011)

Aunque la cuarta parte de la saga nunca se llamara Destino Final 4 –se tituló El Destino Final–, aquí tenemos Destino Final 5, una nueva entrega en 3D, repleta de desternillantes e imposibles accidentes, a cada cual más sangriento. Más de lo mismo, sí, pero irremediablemente divertido.

A estas alturas, conviene recordar –de hecho, reivindicar– que Destino Final (James Wong, 2000) fue una de las mejores películas de terror de su época, y aún se mantiene fresca gracias a su original idea, a su guión detallista y a una brillante puesta en escena donde el suspense, el humor negro y el fatalismo llevado al extremo son aprovechados al máximo por su autor.

La historia de Destino Final se desarrollaba tan bien que hacía difícil su extensión en forma de secuela.

El buen hacer del director David R. Ellis maquilló con buena narrativa audiovisual los forzados malabarismos argumentales de Destino Final 2 (2003), donde se intentaba establecer una continuidad lógica respecto a la primera entrega, pero a partir de la tercera parte (2006, de nuevo dirigida por James Wong) los responsables deciden relajarse en cuestiones de guión, limitándose a hilvanar aparatosos accidentes y a repetir la estructura de la primera película una y otra vez.

La plantilla es férrea: una persona joven prevé, pocos segundos antes de que se produzca, un espectacular accidente en el que hay muchos muertos. El / la protagonista entra en pánico y alerta a unas cuantas personas que están a su alrededor. Le acompañan en su huida y se salvan, pero lejos de agradecérselo, todo son desconfianzas, incluyendo las lógicas suspicacias por parte de las autoridades.

Tras una charla con el forense interpretado por Tony Todd descubren que han engañado a la Muerte, y que la Parca se va a cobrar sus víctimas haciendo morir a los supervivientes en el orden que debían haber fallecido.

La quinta entrega no se aleja lo más mínimo de esa estructura, e incluso el protagonista Nicholas D´Agosto guarda un asombroso parecido con el actor de la cinta original, Devon Sawa, pese a interpretar a otro personaje distinto.

Como mucho, el film se saca de la manga una nueva regla, y es que los supervivientes pueden evitar la venganza de la Muerte realizando un sacrificio humano, es decir, eliminando a alguien ajeno al accidente. Es una especie de trueque para que la Muerte se cobre una vida.

Más allá de ese detalle, y de un simpático guiño final dedicado a los fans de la saga, la película es una sucesión de rocambolescas secuencias de suspense en las que el espectador ha de adivinar cómo va a palmarla cada personaje, siempre de una forma extremadamente grotesca. Tanto, que es imposible no soltar una carcajada por lo poco realista de la tragedia.

Por desgracia, han desaparecido ciertos detalles de las anteriores películas –algunos tan interesantes como las pistas que los protagonistas podían leer para saber cómo iba a atacar la Muerte–. El film cede terreno casi exclusivamente al gore digital, un tipo de efecto generalmente molesto, pero que encuentra su utilidad, e incluso su impacto estético, en el cine tridimensional.

Destino Final 5 está dirigida a un público adolescente, o al menos con espíritu adolescente. No se trata de una cinta de humor sofisticado, y mucho menos de cine de buen gusto, sino más bien de una derivación sanguinolenta de los inmortales cortometrajes protagonizados por Wile E. Coyote, en su siempre catastrófica caza del Correcaminos. O, si nos queremos poner más cultos, podríamos decir que esta saga, como Saw, viene a continuar la tradición del teatro del Gran Guiñol, en versión juvenil y palomitera, claro está.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © 2011 Jellystone Films y New Line Cinema. Cortesía de Warner Bros. Pictures International España. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).