Pasaron trece años desde la última cinta en la que Basil Rathbone interpretó a Sherlock Holmes ‒Dressed to Kill (1946)‒ hasta la siguiente aparición del detective en la gran pantalla. El motivo no es otro que la aparición y auge de la televisión.
En su poco más de medio siglo de existencia, la pequeña pantalla ha brindado grandes momentos a los seguidores de Holmes. No en vano, el formato de la teleserie es más propicio para la adaptación de los relatos de Conan Doyle. De hecho, el rival de Rathbone para hacerse con el título del mejor Sherlock Holmes es el televisivo Jeremy Brett.
Ya sea por la hegemonía televisiva o por la falta de interés de las productoras cinematográficas, las apariciones de Holmes en el cine desde los años cuarenta apenas superan a la decena.
La productora Hammer Films, famosa por sus cintas de género terrorífico y fantástico, fue la que tomó el relevo de la Universal. El director Terence Fisher realizó El perro de los Baskerville (The Hound of the Baskervilles, 1959): a priori, un éxito seguro.
Fisher se encuentra en su etapa más creativa, tras las obras maestras La maldición de Frankenstein (The Curse of Frankenstein, 1957) y Drácula (1958), y sin duda es el más indicado para sacar partido a los elementos fantásticos y terroríficos de la novela original.
Peter Cushing (El doctor Frankenstein y el profesor Van Helsing en las cintas mencionadas) interpreta al detective, André Morell da vida al Dr. Watson y Christopher Lee (La criatura de Frankenstein y el conde Drácula en dichos films) a Sir Henry Baskerville. Completan el reparto numerosos rostros habituales de las producciones Hammer. Además, es la primera cinta del detective a todo color.
La productora se jacta de que ésta será la más fiel adaptación de la novela. Una arriesgada afirmación, teniendo en cuenta la magnifica versión de Rathbone, donde se habían hecho modificaciones imprescindibles que el propio Conan Doyle habría autorizado.
Sin embargo, las alarmas empiezan a encenderse cuando la misma productora promociona la cinta como un “sexy Sherlock”. Por desgracia, el resultado final no está a la altura de lo anunciado, quedándose en una cinta poco más que correcta, con especial énfasis en los elementos macabros y truculentos.
El guión es infiel a la novela. Abundan los cambios totalmente caprichosos y arbitrarios, que no aportan nada de valor y que contribuyen a desvirtuar el conjunto.
Las interpretaciones no son demasiado llamativas, aunque Peter Cushing siempre ha ocupado un lugar destacado en la opinión de los aficionados. Posteriormente, volvería a interpretar al personaje en el ámbito televisivo.
Si la Hammer se frotaba las manos ante el filón que suponía un ciclo de películas de Holmes, el resultado cosechado les hizo desistir de rodar posibles secuelas. Fisher y Lee volvieron a coincidir en El collar de la muerte (Sherlock Holmes und das halband des todes, 1962), coproducción franco-germano-italiana sobre la que pesa una pésima reputación.
Lee interpreta a un más que correcto Holmes, con el que guarda semejanzas físicas, y Thorley Walters, otro rostro habitual de la Hammer, está sólo pasable en su papel de Watson. Ambos están inmersos en una trama que implica a Moriarty en el robo de un collar que perteneció a Cleopatra. El guión es obra de Robert Siodmak, escritor de títulos como El hombre lobo (The Wolfman, 1941) y hermano del director Curt Siodmak.
Son significativas las escasas menciones a la película de Fisher. Algunos autores atribuyen a su ayudante gran parte de la dirección. Lo cierto, es que el rodaje se vio constantemente afectado por tensiones entre los distintos productores.
El guión sufrió reescrituras constantes sobre la marcha hasta volverlo casi ininteligible. El diseño de producción es caótico, mezclando vestuario y decoración victoriana con automóviles eduardianos; y es imposible escuchar las voces de Lee y Walters en ninguna de los versiones. De hecho, son doblados por actores americanos en la versión inglesa.
Los pobres resultados abortaron una secuela en la que iban a enfrentarse Holmes y Jack el destripador. Christopher Lee volvió a interpretar a Holmes en varias películas para televisión en los años noventa, y asimismo intervino en La vida privada de Sherlock Holmes (1970), de Billy Wilder.
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