El cine se está convirtiendo en un catálogo de fantasmas: ya podemos ver miles de películas donde todos sus participantes han muerto.
Uno de los fantasmas más deslumbrantes que he visto últimamente es la actriz Estelle Taylor. Su composición de una femme fatale en Oriente (Where East is East, Tod Browning, 1929) resulta fascinante porque su look se superpone a la estética de los locos veinte y parece sacado directamente de los años 80: más de medio siglo adelantada, podría estar actuando con esa misma imagen en un filme de Almodóvar o ser entrevistada tal cual en La edad de oro de Paloma Chamorro.
Con su espiritualidad felina y su mirada hipnótica, la actriz logra opacar los fantasmas materializados de la encantadora Lupe Vélez o el impresionante Lon Chaney.
Ver muertos actuando me transmite una paz impagable.
Ojalá que fuera eterna.
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