¿Se puede ser feminista y falangista? Si te llamas Mercedes Fórmica la respuesta es: rotundamente sí.
Gaditana, estudiante de derecho en la universidad sevillana, Mercedes se afilió a la Falange en 1933. Tres años después, el propio José Antonio Primo de Rivera la nombraba delegada nacional del SEU femenino y, por tanto, miembro de la Junta Política de Falange Española. Partidaria de la disolución de Falange una vez muerto su fundador, Mercedes emprende su camino personal que poco tenía que ver con los dictados impuestos por la dictadura para las mujeres del régimen.
Perteneciente a la élite intelectual de aquella España franquista, ve imposibilitados sus deseos de seguir la carrera diplomática y, ante las dificultades que encuentra para acceder a un despacho de abogados, a fin de ejercer su profesión, decide abrir uno propio. Mercedes se transforma, así, en una de las tres únicas mujeres colegiadas, en ese momento, en el Colegio de Abogados de Madrid.
En 1950 publica la primera recensión española de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. Circunstancia insólita, pues la obra de la francesa fue incluida en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica y no fue publicada en España hasta 1968, cuando Ediciones 62 la edita en catalán, con prólogo de María Aurelia Capmany.
Dos años después, empieza a colaborar con ABC. Y, contra todo pronóstico, se acepta la publicación de su artículo titulado “El domicilio conyugal” (7 de noviembre de 1953). Un artículo donde se critica la injusticia del Código Civil para con la mujer española, condenada a convivir con un marido maltratador, pues la propiedad del domicilio conyugal era, por ley, del esposo y la mujer que decidía invocar el artículo 105, a fin de poder separarse de un hombre que amenazaba su integridad física, era “depositada” en casa de sus padres (si los tenía) o en un convento, arriesgándose, además, a perder sus hijos y sus bienes. Antonia Pernia Labrador, la protagonista de esta trágica historia, aguantó por no tener casa donde ir. Aguantó hasta que fue asesinada por su esposo. Doce cuchilladas.
La publicación del artículo de Mercedes generó una polémica que traspasó nuestras fronteras. Hasta el punto de salir en la revista Time (7 de diciembre de 1953). Hasta el punto de que la prestigiosa agencia Magnum decidiera hacer historia, enviando a Inge Morath, su primera fotógrafa mujer, hasta Madrid, para hacer un reportaje de la abogada feminista.
España. 1953. No era fácil escribir un artículo como el publicado por Mercedes Formica. Como tampoco debió resultar sencilla la campaña personal emprendida por esta gaditana hasta conseguir, cinco años después, la reforma del Código Civil, sustituyendo el concepto “casa del marido” por “vivienda del matrimonio”, permitiendo así que los jueces pudiesen sentenciar a favor de la mujer que solicitaba la separación, concediéndole la posibilidad de permanecer en la casa.
Falangista y feminista, la abogada gaditana. Sí, es posible. Y así lo reconoció el Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, concediéndole una calle. Como mujer ilustre que fue.
Imagen superior: una de las fotos que hizo Inge Morath a Mercedes Formica, en el balcón de su casa.
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