Ciudadano Kane es una muestra de pasión por la prensa. A lo largo de sus 119 minutos, Orson Welles nos narra la forja de un periodista, Charles Foster Kane, que luego se va a convertir en un magnate, en un tycoon, pero que empieza renunciando a una gran fortuna: esa herencia que recibe de su madre (Agnes Moorehead), propietaria de una mina de oro.
El protagonista emplea ese enorme patrimonio para levantar un periódico, el New York Daily Inquirer, que le servirá para alzar el entramado de empresas que luego formarán su imperio.
No me cabe duda de que la película de Welles transmite amor por el periodismo. Es algo que se advierte, sobre todo, en el momento en que Kane y sus ayudantes llegan a la redacción del Inquirer. A través de dos o tres situaciones, Welles explica lo que es el manual del periodista moderno, dedicado a su profesión las veinticuatro horas del día. Ha terminado la época victoriana de nuestra profesión, que entra en el mundo de las nuevas tecnologías, con la televisión y la radio a la vuelta de la esquina.
Cuando Kane se reúne con Bernstein (Everett Sloane) y con Jedediah Leland (Joseph Cotten) para relanzar el Inquirer, entendemos lo que es la competitividad por la noticia. Kane sabe qué es lo que el público reclama, y con ese propósito contrata a los redactores de la cabecera rival, el New York Chronicle.
Cabría destacar muchos aspectos formales de la película. Creo que Welles vio La diligencia cuarenta veces antes de emprender el rodaje. A la hora de filmar ese western magistral, cuya acción transcurre principalmente en el carruaje que le da título, John Ford se inventó los planos en contrapicado para enseñar el techo de aquel habitáculo tan reducido. En colaboración con Gregg Toland, Welles decidió emplear ese mismo recurso. Con la cámara a la altura del suelo, los personajes quedan engrandecidos, y la visualidad del film adquiere una dimensión sorprendente.
Hay otra escena innovadora. A la muerte del magnate, un grupo de periodistas asiste a una proyección sobre su vida. Cuando concluye dicha proyección, la sala está a oscuras, la pantalla continúa iluminada y vemos a los personajes recortados a contraluz.
Ciudadano Kane –no lo olvidemos– es una película sobre una investigación periodística. Ese grupo de profesionales que ve el newsreel sobre la vida del magnate se hace preguntas. ¿Qué significado tiene «Rosebud», la última palabra que dice Kane antes de morir? Ese es el germen de una investigación que va a llevar al reportero Thompson (William Alland) a viajar por el país en busca de una explicación.
Welles rompe el montaje de la película, logrando que, en este aspecto, la narración también sea original. En este aspecto, hablamos de un largometraje que ha influido enormemente en todo el cine posterior.
Durante la entrega de los Oscar, Ciudadano Kane fue derrotada por Sargento York. En realidad, quien le arrebató el premio a Orson Welles fue William Randolph Hearst, el millonario en quien se inspira el personaje de Kane. El veto de Hearst fue decisivo para que la Academia ignorase a Welles.
Sinopsis
Un importante financiero estadounidense, Charles Foster Kane, dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte, muere en su fabuloso castillo de estilo oriental, Xanadú. La última palabra que pronuncia al expirar es «Rosebud». El país entero y la prensa en general quedan intrigados por saber el significado de esta palabra. Para descubrirlo, un grupo de periodistas se pone a investigar.
“Ciudadano Kane ‒dice François Truffaut‒ es, a la vez, una primera película por su aire experimental de querer ‘meterlo todo’ y una película-testamento por su visión global del mundo”.
«Treinta años después de la muerte de Orson Welles ‒escribe François Thomas‒, ni él ni su obra han conocido un mes de purgatorio. Welles se ha convertido incluso en una figura de ficción: muchas películas, piezas de teatro, novelas, cómics, lo cuentan entre sus personajes. Y siempre es más grande que naturaleza. Llegado a Hollywood por la puerta grande en 1939, a la edad de 24 años, gracias a su reputación de jefe de tropa teatral y a la emisión radiofónica de La guerra de los mundos, Welles acumula las funciones de productor, realizador, guionista y estrella; obtiene el montaje final al que tantos de sus mayores aspiran. Raramente una primera película habrá recibido una crítica tan entusiasta y tan clarividente como Citizen Kane (1941): casi la totalidad de sus grandes innovaciones estilísticas son alabadas desde el primer día. Luego Welles abandona el montaje final de The Magnificent Ambersons (1942), por no poder quedarse varios meses sin salario. Se guarda el control de Macbeth (1948), y en menor medida de Journey into Fear (1942), película que supervisa como productor sin realizarlo. Pero él pierde la partida con It’ s All True (1942), que RKO hasta prefiere no montar, y The Stranger (1946). En cuanto a The Lady from Shanghai (1947), la película no lleva ningún nombre de realizador en los créditos y Welles, inconsciente de su futura aura, la juzga despiadadamente en su estreno: «Es una demostración lo que no hay que hacer.»
«En 1947 ‒añade Thomas‒, Welles llega Europa para pasar allá la mayor parte de las dos décadas siguientes antes de alternar entre el Nuevo y el Viejo Continente en los años 70. Europa representa la libertad, pero al precio de encontrar dificultades extremas para financiar sus películas. Welles extiende su búsqueda de productores a Yugoslavia o Hungría. Ciertas películas son rodadas en muchas veces, para poder completar el presupuesto, o abandonados por el camino. Antes de enemistarse con su amigo y productor Luis Dolivet, Welles renuncia al montaje final de Mr Arkadin (1955) y de varias emisiones de televisión. Los métodos de trabajo y el estilo cambian: pequeños equipos, decorado natural, montaje desmenuzado, postsincronización, doblaje por Welles de ciertos personajes secundarios, hasta doce en la misma película. Después de haber sido el rey de la planificación técnica premeditada, hasta el punto de soñar con una película que sería sólo la ejecución de un plan preconcebido, Welles repiensa de arriba abajo la película en el montaje. Después de Citizen Kane, Welles conoció pues muchos reveses. A menudo los supera gracias a una capacidad de trabajo fuera de serie, que le vale el sobrenombre de «energía pública n ° 1», a su velocidad de concepción y de ejecución, a una capacidad de adaptación que le permite jugar a las contradicciones para llegar al mismo fin por vías opuestas».
«Si observamos toda la filmografía de Orson Welles ‒escribe César Márquez Pretel en La arquitectura en la gran pantalla. Xanadú, el reflejo del morador‒ podremos apreciar el estilo tan propio que tenía de hacer cine. El uso característico que hacía de la profundidad de campo, los planos secuencia, los contrapicados o la iluminación hacen fácilmente reconocibles sus obras. (…) En cuanto a la iluminación, Orson Welles hace una puesta de luces en sus películas inspirado en el modo de iluminar del cine expresionista alemán, utilizando una luz potentemente contrastada, además de hacer un uso constante al recurso del claroscuro. (…) En un arte que es bidimensional, esta manera de iluminar proporcionaba volumen, profundidad, y la sensación de obtener la tercera dimensión (profundidad). Por tanto, los espacios interiores quedan iluminados ofreciendo un juego de luces y sombras que favorecen al dramatismo y al valor psicológico de la escena. De esta manera, Welles inteligentemente puede generar focos de atención controlando el contraste lumínico, pudiendo delatar el estado anímico de los personajes o señalando un punto donde se vaya a desarrollar la acción. (…) Por último, en relación con los decorados, Orson Welles era el tipo de director que tenía muy presente el uso de la arquitectura y su puesta en escena en sus películas, siendo una herramienta que adquiere siempre protagonismo en sus historias. (…) En este análisis nos centraremos en el estudio de los aspectos formales de la arquitectura mostrada en la mansión de Xanadú y sus espacios interiores. Este edificio que construye Charles Foster Kane para su segunda esposa, Susan Alexander, tiene una presencia destacada dentro del film, ya que si analizamos su arquitectura detalladamente seremos capaces de ver que Orson Welles, además de utilizar Xanadú para cumplir los objetivos dramáticos impuestos por el argumento, lo emplea para expresar a golpe de vista la figura pública y los sentimientos del protagonista. La idea de representar una construcción de estas características viene inspirada de la ostentosa mansión de San Simeón de William Randolph Hearst. (…) Esta ostentosa vivienda fue construida, en 1947, a cargo de la arquitecta Julia Morgan, que se encargó de proyectar en lo alto de una montaña de California con vistas al océano Pacífico, más de 165 habitaciones, jardines, terrazas, un zoológico privado con más de trescientos animales, piscinas exteriores e interiores y hasta un aeropuerto. Además, la personalidad extravagante, excesiva e impulsiva y la admiración por Europa y su historia, llevó a Hearst a utilizar una gran variedad de estilos arquitectónicos europeos en su mansión, como el gótico o el renacentista o a coleccionar infinidad de obras de arte, incluyendo castillos o iglesias, trasladándolas piedra a piedra a su país, como por ejemplo el segoviano Monasterio Cisterciense de Santa María. (…) Según cuenta Carringer ningún colaborador de la película había visitado o estado en San Simeón. Se basaban en las imágenes que acompañaban un artículo de la revista Fortune, de 1931, que hablaba sobre la vida en dicha mansión, para realizar los bocetos y los posteriores decorados» (La arquitectura en la gran pantalla, César Márquez Pretel, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Valencia, septiembre de 2015).
Ficha técnica
Director Orson Welles
Título original Citizen Kane
Guión Herman K. Mankiewicz y Orson Welles
Producción RKO Radio Pictures
Productor Orson Welles
Fotografía Gregg Toland (B/N)
Montaje Mark Robson y Robert Wise
Música original Bernard Herrmann
Intérpretes Orson Welles (Charles Foster Kane), Joseph Cotten (Jedediah Leland), Everett Sloane (Bernstein), Dorothy Comingore (Susan Alexander Kane), Ray Collins (James W. Gettys), William Alland (Jerry Thompson), Agnes Moorehead (Mary Kane), Ruth Warrick (Emily Norton Kane), George Coulouris (Walter Parks Thatcher), Erskine Sandford (Herbert Carter), Philip Van Zandt (Rawlson), Paul Stewart (Raymond) y Fortunio Bonanova (Matisti).
Artículo elaborado a partir del programa dedicado a Ciudadano Kane en Cine en Blanco y Negro, emitido por Telemadrid y presentado por José Luis Garci, con Victor Arribas, Luis Herrero y Antonio San José como contertulios.
Copyright del artículo © Víctor Arribas. Reservados todos los derechos.
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