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«Por el Imperio» (2010), de Merwan y Vivès: Los anti-300

Por el imperio (Diábolo Ediciones) podría considerarse la respuesta latina al estoicismo anglosajón de Frank Miller en su 300.

Esta obra épica en tres álbumes de Merwan y Vivès es una alegoría perfecta de la dualidad establecida entre la firmeza de la determinación humana frente a la intrusión irremediable de la vida: se podría considerar una plasmación artística modélica de la dicotomía entre lo apolíneo y lo dionisíaco, tal como la postula en nuestros días Camille Paglia y ha sido contraposición fundamental para una larga lista de filósofos clásicos.

El Capitán Glorim Cortis y unos cuantos soldados a su mando reciben la orden de expandir y salvaguardar para su Imperio las tierras halladas en el confín del mundo conocido y anexionado: sin embargo, lo que se promete como una expedición de jugosas recompensas, tanto en forma de saqueo y violaciones como de concesión de títulos y propiedad de haciendas, termina transformado en un periplo sin sentido ni fin: a la “gloriosa” e irrevocable voluntad humana se le enfrentan imprevistas incertidumbres que despojan de todo brillo y sentido su epopeya vital.

De esta forma, el ciego y abnegado sentido del deber que es único motor de los soldados de 300 (expresado en ese mantra de cosificación colectiva, «We march”, que Merwan y Vivès también se apropian como himno de batalla al inicio de Por el imperio, traducido como “Avanzamos”), termina convertido en un hueco cascarón de desorientación y sinsentido conforme lo dionisíaco (lo femenino, lo pantanoso, lo viscoso, lo imprevisible) corroe y vacía de objetivos la ciega obstinación y el inflexible ardor de los soldados: su clarividencia imperialista. Al final, los que avanzan no saben ni por qué lo hacen ni adónde les lleva su tesón…

Así aniquilan estos dos autores franceses la fiebre y sed de aventura y glorificación de los héroes millerianos: la vida siempre gana la partida y extermina la más sólida (e irracional) tenacidad, socavando incluso la misma razón de ser de un peplum. De esta forma se da la vuelta a una constante de la imaginería anglosajona que ha alimentado su cultura popular (literatura, cine y cómic) durante muchas décadas: el valor incuestionable moralmente del valor.

La claridad narrativa de Merwan y Vivès resulta portentosa (impresionante toda la escena de la explotación sexual del “semental” Virgil o el enfrentamiento a flechazos de los soldados contra las amazonas); y el dibujo, de volubles formas, de lo más apropiado para lo heterodoxo de su propuesta “heroica”, convenientemente difuminada por el gozoso color de Sandra Desmazières. Para el lector amante de la aventura viril, Por el imperio es una lectura obligada: sentirá un tratamiento moderno y refrescante de las convenciones épicas y las motivaciones de la intrepidez, cuestionadas y hasta puestas en jaque; pero sin que se vea anulada en ningún momento la capacidad dramática de emocionar y disparar a niveles estratosféricos nuestra testosterona.

Después de leer Por el imperio, una plácida calma se apodera de los sentidos: la misma calma que sigue al más violento de los orgasmos.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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