Cualia.es

«La Imposible Patrulla X: Dios ama, el hombre mata» (1982), de Chris Claremont y Brent Anderson

Esta creación de Chris Claremont es un ejemplo de cómo el puro virtuosismo narrativo puede triunfar en el cómic de superhéroes. Dios ama, el hombre mata es una de esas novelas gráficas que resume una etapa –en este caso, los años ochenta– y que ejemplifica cómo llega a su apogeo una empresa creativa –Marvel, al mando de Jim Shooter– capaz de renovar a conciencia su producción gráfica.

En este caso, la Patrulla-X protagoniza una aventura que, sin perder las señas de identidad de la serie, logra alternar la épica con el comentario político, entreverando en el puro entretenimiento esas referencias que –para espanto del lector chapado a la antigua– permiten a la crítica académica descodificar cada viñeta con todo el arsenal del psicoanálisis y la sociología.

La trama de Dios ama, el hombre mata ha dejado su huella a lo largo de tres décadas de cómics y películas sobre los X-Men. No en vano, el choque entre la Patrulla-X y el populismo anti-mutante del siniestro predicador William Stryker ha servido de plantilla a otros muchos relatos centrados en esa cruzada de los humanos contra los hijos del átomo.

Obviamente, uno puede acercarse a esta novela gráfica por puro afán de diversión o dándole a sus detalles sociales un mayor énfasis. Al mencionar esto último, me refiero a su aproximación a fenómenos como el racismo, la xenofobia, el sensacionalismo de los medios, el extremismo religioso, la propaganda manipuladora y la exclusión de los desfavorecidos.

En el eje de esa tensión, Charles Xavier representa el espíritu ilustrado contra el que se revuelve el vengativo Stryker, tan violento en su discurso como en su actitud personal. Por suerte para el lector, el reverendo no es un villano de trazo grueso, sino una personalidad compleja, multidimensional, descrita con esa sutileza psicológica de la que suele hacer gala Claremont.

Sin necesidad de darle codazos al lector, el guionista consigue meternos en el sistema nervioso de los fanáticos, deteniéndose con realismo y eficacia en esa mentalidad cargada de prejuicios.

Resulta evidente que la lectura de esta obra le fue muy útil a Bryan Singer a la hora de planificar la segunda entrega fílmica de la saga X-Men, entre cuyos personajes figura un William Stryker diferente, encarnado por Brian Cox.

La lectura de Dios ama, el hombre mata no es solo recomendable: en realidad, es casi una obligación para cualquiera que ame los cómics de superhéroes. Nos hallamos ante una de esas obras que, además, van ganando en intensidad y significación con el paso de los años.

Dejo para el final el trabajo de Brent Anderson. Antes, he aquí una breve aclaración: cuenta Neal Adams que fue Jim Shooter quien le encomendó la tarea de ilustrar este relato, inspirado por el propio editor. En esa primera versión de Adams, Magneto moría, y su desaparición era el desencadenante de la lucha entre Stryker y los X-Men. Al final, Marvel decidió que el dibujo correría a cargo de Anderson. Con ello, la obra adquirió un tono más europeo, y de paso, subraya aún más su aspecto de thriller político, en el que la lucha de ideas y la conciencia moral importan más que los superpoderes.

Sinopsis

Considerada por muchos como la mejor historia jamás contada de La Imposible Patrulla-X, Dios ama, el hombre mata es una novela gráfica muy especial, construida por Chris Claremont en el apogeo de su talento como escritor y realizada con su estilo realista característico por Brent Eric Anderson (Astro City).

A través de una historia sobre el racismo, la intolerancia, la religión y la manipulación de las masas, el Patriarca Mutante aspiraba a componer el relato básico con el que cualquier lector pudiera acercarse a los mutantes, pero realizó mucho más: una aventura mítica cuyos ecos resonarían durante décadas e inspiraría a los realizadores de la franquicia cinematográfica de X-Men.

«La primera y mejor edición de lujo que hayan tenido los estudiantes de Xavier –escribe Felipe Rodríguez Torres–, en una aventura que abrió nuevas e inexploradas puertas a la franquicia, en un tebeo muy negro, dónde el fantasma del racismo y el apartheid sale representado en ese fanático reverendo Stryker, quizás la némesis más peligrosa a la que se haya enfrentado la Patrulla X, ya que su poder residía en la palabra. Para no estropear el disfrute de la lectura a todos aquellos que no han leído todavía uno de los tebeos fundamentales de los 80, solo decir que su legado ha perdurado tras las tres décadas que han pasado desde su publicación. Aquí fuimos testigos de que Magneto era mucho más que el reverso tenebroso de Charles Xavier y que bien podía ser el sustituto y sucesor de este último, además de que este arco argumental fue el que inspiro a Synger en la mejor película de la saga X–Men hasta el momento, X–Men 2«.

«Y para todos aquellos que conservan en perfecto estado la primera edición publicada por Comics Forum en 1983 –añade– o su reedición en tapa blanda en 1993. Esta nueva edición contiene material extra inédito jamás publicado en nuestro país y además sirve para quitarnos el mono a todos los que ansiamos el cuarto volumen remasterizado de la mejor etapa que jamás han vivido los hijos del átomo».

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Marvel Comics, Panini Comics. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.