¿Qué puede hacer un escritor desesperado para conseguir ideas cuando el pozo está seco? Manny Coto miró al cielo. Allí fue donde encontró la inspiración que había estado buscando. ¿Qué es lo peor que podría pasar? , se preguntó. La respuesta llegó a su mente con claridad: la destrucción del mundo. ¿Y cómo se podría evitar? Es más, imaginemos que en el momento en que esa catástrofe sucede hay un grupo de gente orbitando alrededor del planeta a bordo de un transbordador espacial. Sobreviven, sí, pero… ¿a dónde pueden ir?
Para desarrollar su idea, Coto recurrió a un elemento un tanto estrambótico, pero que sólo jugaría el papel de simple catalizador que daría inicio a la serie: el representante de una raza alienígena los encuentra y los traslada cinco años hacia atrás en el tiempo para que puedan averiguar lo que ha sucedido con la Tierra y evitarlo. En realidad, no son transportados físicamente, sino que son sus conciencias las que se encarnan en sus versiones físicas de ese momento temporal pasado. Así, se encuentran con que van a revivir una parte de su vida sabiendo lo que les acecha sólo un poco más adelante en el futuro.
Este fue el argumento del episodio piloto de una hora de duración desarrollado por la NBC y que llegó a postularse como guión cinematográfico para Warner Bros. Sin embargo, cuando este último proyecto no obtuvo el visto bueno, la historia acabó olvidada en un cajón hasta que Showtime, la cadena de televisión por cable norteamericana, se interesó por ella. Cuando la productora Columbia Tri-Star accedió a producir el show, las cosas se pusieron por fin en marcha. Habían pasado seis años desde que Coto escribiera el guión hasta que se comenzara a rodar el piloto de la teleserie, de dos horas de duración, en verano de 2000. Una vez más, la paciencia había demostrado ser una virtud necesaria si se quería llegar a alguna parte como guionista en Hollywood.
Inicialmente, la serie iba a llamarse Odyssey 7, puesto que serían siete los astronautas a bordo del transbordador espacial cuando la Tierra estalla, si bien luego se decidió recortar ese número. La intención de Coto era fundir dos series de carácter diferente en una sola: por una parte, tramas argumentales que desarrollaran aspectos personales: ¿qué haría esa gente del futuro si pudieran revivir sus vidas otra vez? ¿Cometerían los mismos errores? ¿Tratarían de cambiar algo? Y, por otra parte y ya más dentro del campo de la ciencia-ficción, las pesquisas que emprenden esos personajes y los misterios a los que deben enfrentarse para evitar la destrucción del planeta. Su creador nunca tuvo la intención de hacer una serie infantil o de adolescentes y su tono, desarrollo y planteamientos están claramente dirigidos a un público adulto.
En el episodio piloto, el coronel Chuck Taggart (Peter Weller), comandante del transbordadorespacial Odyssey, y su hijo –también astronauta– Neil (Christopher Gorgam), se hallan en órbita alrededor de la Tierra junto a otros colegas: el especialista de misión Kurt Mendel (Sebastian Roche), la piloto Angela Perry (Tamara Craig Thomas) y la periodista Sarah Forbes (Leslie Silva). Entonces, de repente, la Tierra explota, y la nave queda atrapada y dañada por las ondas de choque y los escombros derivados de la explosión. Con sólo nueve horas de oxígeno disponible y ningún sitio a donde ir, su final parece inevitable.
Un inesperado salvador que se autodenomina El Buscador los rescata y les revela que civilizaciones de toda la galaxia han ido encontrando el mismo fatal destino que la Tierra. Utiliza sus grandes poderes para transportar la conciencia de los supervivientes hasta sus cuerpos cinco años en el pasado. Así podrán descubrir qué ha sucedido. Ahora tendrán la oportunidad de reescribir y mejorar sus vidas.
Por razones presupuestarias, tanto aquel piloto como la serie regular se rodaron en Toronto, Canadá, aunque en la acción se ambientaba en Houston, Texas. Hay que decir que los diseñadores hicieron un buen trabajo y en ningún momento se notó la diferencia (a menos, probablemente, que seas tejano). En ese primer episodio se prestó un especial cuidado a los efectos visuales de la cabina del transbordador. Se buscó que fuera verosímil y para ello contrataron a la compañía californiana que se había encargado de equipar el interior de los auténticos transbordadores de la NASA. Y, ciertamente, el esfuerzo mereció la pena. No sólo se realizó una excelente labor con los paneles de control y los diferentes elementos de a bordo, sino que se logró transmitir la sensación de claustrofobia y abarrotamiento que forma parte de la experiencia real de los viajes al espacio.
Simular las condiciones de ingravidez supuso otro desafío. Se trata de un efecto muy complejo de realizar y se pensó utilizar un sistema de cableado que moviera a los actores por el aire, pero era demasiado caro, así que se contrató a un mimo para que adiestrara a los actores en la clase de movimientos flotantes que deberían llevar a cabo de hallarse en gravedad cero. Y funcionó (por suerte, Coto se opuso categóricamente a la estupidez propia de los ejecutivos de la cadena que, preocupados porque la fotografía de esas escenas no quedara bien, sugirieron que se inventara en la ficción algún artilugio generador de gravedad en el interior de la nave).
Visualmente, Coto optó por un estilo cámara en mano que recordaba a Canción triste de Hill Street o NYPD Blue y que aportó un efecto dramático, cercano y realista más tarde copiado por otras series. Fue también la primera vez que se utilizó una nueva generación de cámaras. Junto a Tierra: Conflicto final y Las aventuras secretas de Julio Verne, Odyssey 5 fue la primera en abandonar el tradicional sistema de grabación en película. Se utilizó un método conocido como 24P high-definition que proporcionaba una definición equivalente a la de una película cinematográfica.
Aunque el episodio piloto se rodó en el verano del año 2000, hubo de pasar otro año antes de que la serie comenzara a rodarse (Showtime dio luz verde al proyecto en el verano de 2001). Coto tenía en mente una historia que se prolongaría cinco temporadas y planificó los episodios en función de ese calendario. A grandes rasgos, sabía cómo iba a transcurrir la serie y cuál sería su conclusión.
Al ser pagada y emitida por Showtime, un canal por cable, Coto gozó de ventajas sobre otras cadenas gratuitas en más de un aspecto. Desde el punto de vista narrativo, siendo un canal de pago, no existía la obligación de estructurar los episodios en función de las interrupciones publicitarias. Por otro lado, una cadena gratuita nunca hubiera sido tan permisiva con el lenguaje más duro –y realista– que utilizan los personajes o con la libertad con la que se presentaba la faceta sexual –si bien nunca se llegó a abusar de ello–. Esa libertad se extendió al desarrollo de los personajes, construidos con más aristas, amargura y cinismo de lo que suele ser habitual en los programas televisivos.
Peter Weller encarnó al coronel Chuck Taggart, un papel pensado para George Clooney cuando Odyssey 5 se estudió para llevarlo a la pantalla grande. Sin embargo, el trabajo de Weller no pudo ser más diferente al que podemos imaginar hubiera hecho Clooney. Socarrón, cínico, duro y con un lado oscuro, Taggart, con cinco años que revivir por delante, se encuentra con problemas en su matrimonio cuando su extraño comportamiento y nuevos amigos lleva a su esposa a pensar que está trastornado. Por no hablar del desafío que supone volver a ejercer el papel de padre de sus dos hijos, uno de los cuales, Neil, es en realidad un adulto de veintitantos encerrado en el cuerpo de un chico de diecisiete. Neil se ve asimismo como un astronauta cualificado y brillante que se encuentra atrapado en el papel de un adolescente, debiendo asistir de nuevo al instituto y enamorándose de su antigua novia.
El científico Kurt Mendel (excelentemente interpretado por el actor francés Sebastian Roche) es quien saca más partido de sus conocimientos acerca de los cinco años venideros, llegando a casarse con una chica anónima que él sabe se convertirá en una gran estrella de rock y apostando sobre seguro a los resultados deportivos. Escéptico al principio en cuanto a las posibilidades de evitar la destrucción de la Tierra, su desconfianza se irá suavizando al comprobar lo fácil que, para bien y para mal, resulta cambiar el futuro.
En el caso de Sarah, su futuro se presenta aún más oscuro. Se reúne con su exmarido y su hijo, pero sabe que éste desarrollará un cáncer que lo matará. Sus esfuerzos por tratar de encontrar un tratamiento mientras el niño aún no manifiesta síntoma alguno son interpretados por su esposo como una malsana obsesión, lo que desembocará en la desintegración de su matrimonio. Sarah, no obstante, utilizará lo que sabe sobre el futuro para tratar de cambiar otras cosas aparte de las personales: cuando la historia de un asesino de niños vuelve a ocupar las noticias, recuerda detalles de los crímenes y enrola a Angela para evitar que todo se repita de nuevo. Angela, por su parte, tiene que lidiar con su padre, un senador corrupto, y también utilizará su pasada experiencia para tratar de cambiar las cosas. Son personajes principales bien fundados y alejados del concepto de héroe sólido e intachable.
Como en las mejores series de ciencia-ficción, en cada episodio, Coto y los diferentes guionistas consiguieron equilibrar con éxito las líneas narrativas que desarrollaban las vidas privadas de los personajes con el marco general definido por una idea propia de la ciencia-ficción: destruir a los Sensibles y los Sintéticos. Los Sensibles son criaturas informáticas creadas y liberadas en internet por el doctor Naran Chandra. Los Sintéticos son criaturas de apariencia humana creados por los sensibles a través de agentes humanos y cuyo propósito parece tener algo que ver con la futura destrucción de la tierra. Era, por tanto, la vieja idea del surgimiento y la expansión secreta de una raza de seres artificiales creados por una inteligencia global escondida en Internet e intentando expandir su poder al mundo real. Y no, no es Terminator. De hecho, la historia prometía un desarrollo mucho más complejo e interesante que el de la serie de Cameron.
Coto comparaba a los Sintéticos y los Sensibles con los Cylones de la nueva Battlestar Galactica. En esa serie, el malvado Baltar cree que la atractiva Número Seis se le aparece debido a un chip implantado en su cabeza. Coto declaró que para la segunda temporada tenía pensado un arco argumental en el que algunas de estas formas artificiales se manifestaban únicamente en la mente de los protagonistas. A medida que avanzaba la temporada, los espectadores pudieron ver episodios tan interesantes como la de la inteligencia artificial femenina obsesionada con Neil hasta el punto del acoso criminal; o el penal para reclusos violentos cuyo edificio resulta estar vivo; o el episodio en el que los Sensibles desarrollan Arrebato, una poderosa droga que hace furor entre los adolescentes y que los reúne en una intensa comunidad telepática.
Inmerecidamente, la serie nunca recibió la publicidad necesaria durante su emisión inicial en Estados Unidos. Showtime ni siquiera ofreció todos los episodios de la temporada y solo ¡dos años después!, en 2004, los aficionados pudieron ver los seis restantes hasta totalizar los veinte rodados. Y lo peor de todo es que la cancelación no se debió a la baja audiencia, todo lo contrario, sino a simple y fría política de empresa. El canal decidió abandonar la programación de ciencia-ficción a favor de los dramas urbanos.
Manny Coto se encargaría a continuación de escribir y producir Star Trek: Enterprise. Años después, todavía se encuentra con aficionados que en las convenciones y entrevistas le preguntan cómo tenía pensado terminar Odyssey 5. Nunca lo ha revelado, quizá porque no ha renunciado a la esperanza de retomar la serie en un formato diferente. ¿Quién sabe? No sería la primera vez que eso sucede. Alien Nación, de Kenneth Johnson, fue cancelada tras solo una temporada pero acabó generando cinco telefilmes cinco años después de su cierre. El Increíble Hulk de Bill Bixby volvió a la pantalla en formato de tres telefilmes seis años tras la cancelación de la serie en 1982. Firefly, de Josh Whedon, tuvo aún una carrera más corta como teleserie en 2000, pero fue resucitado en forma de película para la gran pantalla, Serenity, en 2005. Babylon 5 tuvo una continuación similar tras su finalización…
Sea como sea, Odyssey 5 es un buen ejemplo de cómo sacar el máximo provecho de un presupuesto ajustado. El único episodio que contaba con efectos especiales llamativos fue el piloto. En el resto de episodios… no hizo falta. Entre tramas detectivescas, conspiraciones gubernamentales, zombies, invasores inhumanos escondidos entre nosotros, virus informáticos de lo más desagradable,.. hubo un momento en que, atrapado por la intriga y las peripecias íntimas de los personajes, se dejó de echar de menos las escenas con naves espaciales. Inteligente, bien interpretada y con un suspense creciente, Odyssey 5 fue una de las cancelaciones menos merecidas de la ciencia-ficción televisiva.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.