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Victoria Cirlot y el santo grial

Cuando empezó la promoción de El fuego invisible, la novela por la que dieron el Planeta a Javier Sierra, leí que su fuente de inspiración había sido Victoria Cirlot, la catedrática de Filología Románica de la Pompeu i Fabra que es, entre otras muchas cosas, reconocida experta mundial en el tema griálico. En concreto, fue una frase que dijo Victoria en un encuentro eleusino de los organizados por Sánchez Dragó:

Chrétien de Troyes murió sin haber acabado su encargo [la historia del grial] y dejó sin explicar qué era exactamente el grial ‒con minúscula‒ que daba título a su obra. Nunca dijo que fuera una copa. Se limitó a describirlo como un objeto portado por una dama, dentro de un cortejo, de cuyo interior emanaba una luz tan intensa que hasta las velas de la sala donde fue visto perdieron su brillo. Era la visión de una lámpara maravillosa”.

En una charla posterior a la conferencia impartida por Victoria, ésta recomendó a Javier la visita a los ábsides románicos que se guardan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. En concreto, el estudio detallado de lo que había bajo el gran pantocrátor de San Clemente de Tahull… y, entonces, escribe Javier:

“Justo debajo del celebérrimo pantocrátor de Tahull, en un friso que representa un cortejo de apóstoles, una dama ‒la Virgen‒ sostiene un cuenco del que emergen rayos de luz. La singularidad no es en sí la imagen, sino que ésta fue fechada por el maestro que la pintó en 1123, año de consagración del templo que la albergaba. Es decir, ¡seis décadas antes de que Chrétien de Troyes redactara su Cuento del grial y lo describiera como un cuenco radiante en manos de una doncella!”

La singularidad no es en sí la imagen… ¿cómo? ¡Ésa es la verdadera singularidad!

Reconozco que no me he leído la novela de Javier pero ya sé que el tema de la Magdalena no es el que le interesa. Quizás, por desvincular su novela de la celebérrima escrita por Dan Brown. Y, sólo por esa razón, la parte más fascinante de esta historia sigue ahí, inédita.

A veces (muchas) la realidad supera (y con creces) a la ficción…

Imagen superior: María Magdalena anunciando la Resurrección de Cristo a los Apóstoles. Salterio de San Albano, realizado hacia 1125-1130 (las mismas fechas en la que fueron pintados los frescos de Tahull). Conservado, en la actualidad, en la biblioteca de la Catedral de Santa María de Hildesheim (Alemania). El salterio perteneció (¿quizás fue encargado?) por Cristina de Markyate, monja cenobita y abadesa del Priorato de Markyate (Hertfordshire, Inglaterra). Ay, mis abadesas de horca y cuchillo…

Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.

Mar Rey Bueno

Mar Rey Bueno es doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó su tesis doctoral sobre terapéutica en la corte de los Austrias, trabajo que mereció el Premio Extraordinario de Doctorado.
Especializada en aspectos alquímicos, supersticiosos y terapéuticos en la España de la Edad Moderna, es autora de numerosos artículos, editados en publicaciones españolas e internacionales. Entre sus libros, figuran "El Hechizado. Medicina , alquimia y superstición en la corte de Carlos II" (1998), "Los amantes del arte sagrado" (2000), "Los señores del fuego. Destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias" (2002), "Alquimia, el gran secreto" (2002), "Las plantas mágicas" (2002), "Magos y Reyes" (2004), "Quijote mágico. Los mundos encantados de un caballero hechizado" (2005), "Los libros malditos" (2005), "Inferno. Historia de una biblioteca maldita" (2007), "Historia de las hierbas mágicas y medicinales" (2008) y "Evas alquímicas" (2017).

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