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«Viaje en autobús», de Josep Pla

La palabra «viaje» parece indicar esa eficacia característica del observador que convierte su itinerario en un intervalo memorable. Se trata, sin duda, de un punto de vista familiar cuando hablamos de Josep Pla, autor de este Viaje en autobús donde convierte en alta literatura su realidad más próxima.

El nomadismo de Pla puede parecer modesto y de vuelo raso, pero oculta una ambición muy notable. Para poder explicarlo mejor, esta vez debemos situar el foco sobre otro escritor: Stendhal. No en vano, es el referente que subraya Xavier Pla, responsable de esta soberbia edición que debemos a Cátedra: «El modelo ‒nos dice‒ es el viaje literario stendhaliano, híbrido, imperfecto, sin planes preconcebidos ni orden lógico. Por encima de todos, se debe a la lectura de las Mémoires d’un touriste, publicado en 1838, libro en el que el gran autor francés (…) recorre pausadamente la Francia de provincias escribiendo y observando, con gran vivacidad, expresividad y naturalidad el paisaje exterior a la vez que explora sus propios recuerdos, sus sensaciones, sus alegrías y decepciones, también sus obsesiones, pequeñas manías, cambios de humor y anécdotas de la vida cotidiana».

Pla decía que «todos nosotros somos hijos de Stendhal«. Con esa cita en el recuerdo, hojeo el Diccionario Pla de literatura, editado por Valentí Puig, y encuentro estas líneas tan divertidas, tomadas del volumen de sus obras completas que incluye Itàlia i el Mediterrani y Les beceroles del Mediterrani: «Cuando yo era joven fui un gran admirador de Stendhal. Le consideraba un escritor extraordinario. He leído casi todo lo que ha escrito. Siempre tiene interés. A veces es demasiado teatral. Yo creo que esto es indudable. (…) Sobre lo que sigue, mi juicio es favorable. Los libros italianos de Stendhal son un puro y simple plagio, las anécdotas que contienen son un plagio maravilloso. Siempre he defendido que la literatura buena es un plagio. (…) Las Memorias de un turista son magníficas, son un plagio».

Como ven, al tiempo que ironiza sobre la copia, Pla defiende la tradición ‒tantas veces desactivada por los vanguardistas‒ y también ese curioso desvío que todo escritor sigue antes de reencontrarse con los libros que leyó y con las cosas que le contaron. Quizá ‒no lo sé con seguridad‒ también nos está diciendo que él mismo se siente cómodo siguiendo el mismo itinerario de Stendhal (o ya puestos, el de Montaigne, por citar a otro de sus ídolos).

Ahora bien, si hay una idea, una sola, que atraviesa este libro es la de un paisaje físico y humano descrito con agrado y minuciosidad. Por lo demás, aquí el tono es cordial, pero la divagación del ampurdanés nos pone en contacto con un narrador libre, individualista y punzante. Dispuesto a ir a lo esencial, paciente y también seducido por ese pequeño mundo que supo describir como nadie.

Viaje en autobús viene a ser la decantación de varios de los artículos que Pla escribió para Destino, donde había empezado a colaborar semanalmente en 1940, y para el Diario de Barcelona, que lo acogió tres años después. También incluye textos y fragmentos de otra procedencia (Las Provincias, Arriba…), recopilados y reelaborados en este libro prodigioso, que fue editado en 1942 y revisado en 1948.

La edición de Xavier Pla añade, por vez primera, los fragmentos que fueron recortados por la censura franquista. Se trata, pues, de una ocasión excelente para recuperar, en una impecable edición, todo un clásico de nuestras letras.

Sinopsis

Viaje en autobús es un artefacto literario mucho más complejo y sofisticado de lo que pueda parecer en una primera lectura. Bajo la apariencia de un título fácil y poco comprometido, detrás de la idea previa de un libro de viajes que tan solo sería una mera recopilación de artículos periodísticos de posguerra, ante un escritor que se desacredita insistentemente a los ojos del lector y una literatura que hace todo lo posible para no parecer literaria, Jose Pla propone un libro que, en una calculada mezcla de ambigüedad y reserva, no admite lecturas rápidas ni superficiales.
Al contrario, este volumen, publicado en 1942 y que esta edición recupera, por primera vez, con los fragmentos no autorizados por la censura franquista, solicita un lector activo que sepa desmontar críticamente el andamiaje supuestamente anti-retórico de sus páginas para entrever lo que queda y lo que deja latente, lo que se ve y lo que no se ve, lo que se dice y lo que no se dice, en un corrosivo retrato de la Cataluña de posguerra en toda su miseria moral, intelectual y económica.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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