Es muy arriesgado enarbolar la primera bandera que te ponen en las manos o gritar la primera proclama que te suena conocida y coincide, en gran medida, con tus ideas porque puede ocurrir que sea un señuelo para introducir otros conceptos y creencias infinitamente más peligrosos.
Los años 30 y 40 del siglo XX vieron florecer tres modelos muy parecidos de autoritarismo: el fascismo italiano, el nazismo alemán y el falangismo español. Éste último acabó derivando en nacionalcatolicismo y, de los tres, fue el único que pervivió décadas en el poder. Fascismo, nazismo y falangismo eran paganos, politeístas y anticristianos, nacidos (entre otras muchas fuentes) de movimientos ocultistas y esotéricos decimonónicos que alcanzaron su apoteosis en las primeras décadas del siglo XX.
Los nuevos autoritarismos de corte fascista no serán fáciles de identificar. No vendrán con bigotitos hitlerianos, ni camisas pardas/azules/negras ni esvásticas en el brazo. Utilizarán los esquemas creenciales propios de nuestro tiempo para introducirse en nuestra forma de pensar y nuestra actitud ante la vida. Y no sé por qué estoy hablando en futuro, porque ya lo están haciendo. De hecho, llevan años haciéndolo.
Hace un cuarto de siglo, Umberto Eco, que había vivido el fascio italiano en todo su esplendor, inventó un nuevo concepto, Ur-Fascismo o fascismo eterno, cuya primera característica dice así:
“En la cuenca del Mediterráneo, los pueblos de religiones diferentes (aceptadas todas con indulgencia por el Olimpo romano) empezaron a soñar con una revelación recibida en el alba de la historia humana. Esta revelación habría permanecido durante mucho tiempo bajo el velo de lenguas ya olvidadas. Estaría encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de las religiones asiáticas. Esta nueva cultura habría de ser sincrética. «Sincretismo» no es sólo, como indican los diccionarios, la combinación de formas diferentes de creencias o prácticas. Una combinación de ese tipo debe tolerar las contradicciones. Todos los mensajes originales contienen un germen de sabiduría y, cuando parecen decir cosas diferentes o incompatibles, lo hacen sólo porque todos aluden, alegóricamente, a alguna verdad primitiva. Como consecuencia, ya no puede haber avance del saber. La verdad ya fue anunciada de una vez por todas, y lo único que podemos hacer es seguir interpretando su oscuro mensaje. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se alimentó de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano. El hecho mismo de que, para demostrar su apertura mental, una parte de la derecha italiana ampliara recientemente su cartilla juntando a De Maistre, Guénon y Gramsci es una prueba fehaciente de sincretismo. Si curiosean en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontrarán incluso a San Agustín, el cual, por lo que me parece, no era fascista. Pero el hecho mismo de juntar a San Agustín con Stonehenge, es un síntoma de Ur-Fascismo.”
En la imagen, Serrano Súñer acompañando a Heinrich Himmler. Serrano Súñer fue la cabeza visible del falangismo pagano. Tras ser apartado del poder, en 1942 (cuando el régimen franquista empezó a alejarse del nazismo e inició su viraje al nacionalcatolicismo), fundó la emisora de Radio Intercontinental…
Queda dicho. A quien pueda interesar.
Nota en 1921
Ayer, leyendo sobre temas que, en apariencia, nada tenían que ver con el hallazgo que se iba a producir a continuación, me encuentro con la historia de un prado de brujas y una trágica maldición… me pongo a buscar posibles informaciones paralelas… me topo con discursos nacionalistas y esotéricos que tergiversan los datos que yo he leído, escritos en un libro cualquiera por el protagonista de los mismos… y, entonces, me acuerdo de Umberto Eco y su definición de fascismo eterno… y pienso que sigo sin estar del todo de acuerdo con él… y vuelvo a pensar, una vez más, en la ignorancia manifiesta de quienes utilizan, sin cesar, conceptos como fascista, fascismo, nazismo, nazis y neonazis desconociéndolo absolutamente todo del trasfondo histórico en el que nacen y se desarrollan… y veo, de nuevo, que nadie se molesta en comprobar los datos y las historias que cuentan… y me aburro de ver a tanto ignorante orgulloso de su ignorancia haciendo apología de la misma…
La definición de Eco tiene un grave inconveniente: si te limitas en exclusiva al primer punto (no te digo que avances de ahí) fascistas somos todos… circunstancia muy a propósito, en los tiempos actuales, para allanar el camino y utilizar un concepto al que se vacía de contenido real y sirve para lacrar a cualquiera a quien se quiera atacar. Y esto se te mete de tal manera dentro que hace unas semanas, leyendo al Ortega y Gasset de 1917, me sorprendí considerándolo un fascista… y me dije: has caído, de lleno, en el anacronismo más absurdo…
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