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«Un buen puñado de ideas», de G.K. Chesterton

Gran parte de su ficción sigue siendo un placer irresistible. Además, produjo ensayos que no han perdido un ápice de actualidad, tanto por su efecto chocante o paradójico como por la profundidad de sus reflexiones. En este sentido, Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) ya se ha incorporado al panteón de los clásicos, una vez transcurrido el tiempo necesario como para convertir sus libros en una trampa de la que no sentimos deseos de escapar.

Los juegos de ingenio y los cultismos están insertados con tanta habilidad en sus obras que uno apenas los distingue del marco narrativo. Esa aparente espontaneidad de su inteligencia convierte a Chesterton en uno de los sabios más cordiales de la literatura inglesa: un enemigo del aburrimiento, dispuesto a convertir cualquier proyecto erudito ‒es decir, cualquiera de sus ensayos‒ en una empresa polémica, pero sin perder esa simpatía que caracteriza a todas sus creaciones.

La envergadura de Chesterton como pensador tiene otra consecuencia que notamos especialmente en la era de Twitter, y es que se ha convertido en una fuente inagotable de citas. En esta década en la que predomina la homeopatía expresiva, cualquier frase chestertoniana nos parece un aforismo insuperable, incluso cuando está diseñada para apostar por posiciones que, en principio, no compartimos.

Esto último define otra de las cualidades del escritor: su habilidad persuasiva. Me refiero al hecho de que, pese a no aceptar algunas de sus premisas, seguramente acabemos compartiendo muchas de sus conclusiones.

Hoy en día, ya lo ven, conviene recetar una dosis frecuente de Chesterton, y en este sentido, el magnífico volumen que han editado Enrique García-Máiquez y Luis Daniel González viene a ser un suplemento idóneo para el lector moderno.

Ambos editores nos ofrecen una maravillosa colección de aforismos, ordenando los pensamientos que el escritor eduardiano incluyó en novelas, cuentos y ensayos. El resultado es un catálogo de meditaciones muy bien estructurado, en el que Chesterton se desdobla en filósofo e ideólogo, en humorista y consejero, unas veces tranquilo y prudente, y otras veces atrevido y apasionado, como si estuviera a punto de traicionar sus propias lealtades.

Incluso aquellos que despachan a Chesterton con etiquetas despectivas ‒las de reaccionario o Pantagruel católico, sin ir más lejos‒, deberían acercarse a este libro para entender en qué medida era fértil su pensamiento. Sin duda, esa elegancia intelectual y las emociones que inspira tienen un efecto vertiginoso, que ha sobrevivido al paso del tiempo y que merece la pena por sí mismo.

Como podrán comprobar, hay algo profundo y eterno en estos aforismos y pensamientos. Algo que nos eleva por encima de la mediocridad y que no es difícil admirar.

Sinopsis

Edición de Enrique García-Máiquez y Luis Daniel González.

Gilbert Keith Chesterton nació en Londres en 1874 y murió en Beaconsfield en 1936. Poeta, narrador y ensayista, fue un pensador original e ingenioso, cuyas obras están trufadas de sentencias, máximas y aforismos. Mantuvo fogosas polémicas con Bernard ShawH. G. Wells y Rudyard Kipling, que hicieron las delicias de los lectores. Su obra literaria fue muy leída y sigue siendo traducida a todos los idiomas. Sus novelas son excelentes, en particular El hombre que fue Jueves (1908) y La taberna errante (1914). Abordó el género biográfico con particular viveza en obras como Robert BrowningCharles DickensGeorge Bernard ShawWilliam Blake y Robert Louis Stevenson. Sus ensayos son ingeniosos y con frecuencia profundos. Sus narraciones detectivescas del Padre Brown no desmerecen respecto a las de Conan Doyle, precursor del género. Jorge Luis Borges dijo que «la obra de Chesterton es vastísima y no encierra una sola página que no ofrezca una felicidad» y añadió que «quizá ningún escritor me haya deparado tantas horas felices como Chesterton».

Los editores de este volumen han espigado con esmero, página a página y libro a libro, un buen puñado de agudezas, que confiamos en que hagan las delicias también de los lectores españoles. M.N.

Chesterton destacó en todos los géneros literarios, en la novela, la poesía, el periodismo, la biografía, el libro de viajes; pero especialmente en el menos convencional y menos cerrado de todos, el ensayo. Sin duda el ensayo era el género que más convenía a su peculiarísima personalidad humana y artística. Porque Chesterton siempre fue polémico y polemista, es decir, un hombre curioso y apasionado para quien no había asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusión. Tal y como Chesterton afirmaba, «no hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse». Este humor y peculiar visión de las cosas, hizo que fuera conocido como «el príncipe de las paradojas».

Gilbert Keith Chesterton, nació en el seno de una familia de clase media. Sus padres, Arthur Chesterton y Marie Louise Grosjean tenían una agencia inmobiliaria y topográfica ubicada en la localidad de Kensington, si bien, su verdadera pasión era el arte y la literatura. Gilbert Keith nació en Campden Hill, Londres, el día 29 de mayo de 1874, tal y como el mismo relata en su autobiografía. Los padres de Chesterton no eran devotos creyentes, y ambos aceptaron bautizar a Gilbert por una mezcla de presión social y tradición familiar, ya que realmente se definían como «librepensadores» al estilo de la época victoriana. El bautismo tuvo lugar en una pequeña iglesia anglicana llamada St. George.

Su educación se iniciaría en la preparatoria «Colet Court», en 1881; a esta escuela asistiría hasta 1886, ya que en enero de 1887 ingresó a un colegio privado «St. Paul» en Hammersmith Road. Gilbert describiría el sistema educativo, como «ser instruido por alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber». En 1893 comenzaría sus estudios de dibujo, pintura y literatura en la «Slade School of Art», adscrita al University College London. Allí, se volvió un dibujante con talento y más adelante llegó a contribuir con ilustraciones tanto para sus propias obras, como a las de amigos, como es el caso del poeta Hilaire Belloc. Sin embargo, en 1896, decide abandonar, estos estudios superiores, para dedicarse al periodismo. Ese mismo año, Chesterton se hizo periodista por cuenta propia y crítico literario, -comenzando a recibir encargos del editor londinense Redway- al tiempo que trabaja como editor de literatura espiritista y teosofía, asistiendo a reuniones de ambos campos. Es en esta época cuando Chesterton publica su primer libro, The Wild Knight (1900), un poemario escrito a los 26 años de edad, publicado en el año por Espuela de Plata bajo el nombre Lepanto y otros poemas, en el año 2003.

En 1901 el diario Daily News le dio una columna de opinión semanal en sus páginas, que Chesterton mantendría hasta 1911. Algunos de estos artículos fueron posteriormente recogidos por G. K. Chesterton en su libro Enormes minucias (1908), publicado por Espuela de Plata en 2011. Posteriormente, en el año 1958, tras la muerte de Chesterton, fue publicada una segunda selección de artículos, que abarcaba hasta 1911, y que en España fue editada por primera vez en el año 2008, bajo el título de Lectura y locura y otros ensayos imprescindibles.

En 1901, Chesterton publicó los artículos de otro diario para el que colaboraba –The Speaker– en su libro El acusado, editado por Espuela de Plata en 2012.

A partir de 1905 Chesterton comenzó a colaborar semanalmente en las páginas de opinión, del que con el tiempo, acabaría por convertirse en su diario de cabecera, The Illustrated London News. Los artículos publicados en The Illustrated London News fueron recogidos en 1955 en el libro The glass walking sick and other essays, publicado por Espuela de Plata en 2007 bajo el título de El color de España y otros ensayos.

En 1904 Chesterton publica su primera novela, El Napoleón de Notting Hill (1904), la cual inspiró a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses y en 1905 su obra, titulada Herejes. Tres años después, en 1908, publica Ortodoxia, donde refleja la historia de su evolución espiritual, desde el agnosticismo de sus años de juventud hacia la recuperación de la fe de su infancia. Chestertton, desarrolla en estos años una conciencia espiritual y política que se ve plasmada en una serie de obras que publica en el año 1910, como son Qué está mal en el mundoLa Esfera y la Cruz , y en especial, en su primera gran novela: El hombre que fue Jueves.

El hombre que fue Jueves es un relato de espías, ambientada en un Londres surrealista, donde construye toda una alegoría sobre el mal y el libre albedrío, a través de la cual Chesterton se posiciona en contra del anarquismo y el nihilismo. Esta novela ha sido publicada por Espuela de Plata en 2010.

Sin embargo, durante la década de los años 10, la producción de G. K. Chesterton no se limita al ensayo y la novela, sino que también se estrena como un sagaz biógrafo. En 1903, publica su primera biografía, Robert Browning (Espuela de Plata, 2010). A este libro, le sigue en 1906, su estudio crítico sobre la figura y obra de Charles Dickens, y en 1909, la semblanza de su amigo George Bernard Shaw, publicada por Espuela de Plata en 2010. Del mismo modo también dedica sendos estudios biográficos a dos interesantes artistas ingleses G. F. Watts (1904) y William Blake (1910), reeditados por Espuela de Plata en 2010 y 2011 respectivamente.

Mención aparte, merece su libro Tipos diversos, una obra publicada en 1908, donde Chesterton realiza un compendio de veinte microbiografías, donde esboza de forma magistral personalidades que van desde Tolstoi y Byron, a Savonarola y la Reina Victoria, todo un ejemplo de la transversal y abarcadora curiosidad chestertoniana.
En 1911, publica el primer relato de El padre Brown, un personaje de aspecto humilde, descuidado y taciturno, que resuelve enigmáticos crímenes y al que dedicará una serie de cinco libros que no concluye hasta 1935.

En 1912 compone «La Balada del Caballo Blanco», un largo poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa frente a los daneses en el siglo IX; un poema que C. S. Lewis admiró mucho.

En el año 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Chesterton fue invitado, junto con otros 25 importantes autores de la época –como Arthur Conan DoyleRudyard Kipling y H. G. Wells– a unirse al War Propaganda Bureau. De este modo se fraguo una especie de pacto secreto por el que los intelectuales del país se comprometían a apoyar el esfuerzo de guerra británico, a través de panfletos, artículos de opinión y ensayos. Como ejemplo de este firme compromiso Chesterton publica en 1914 Sobre el concepto de barbarie, un ensayo en defensa de los valores de la civilización occidental , y de cómo podían verse amenazados por la maquinaria bélica teutona, publicado por Espuela de Plata en 2012.

En 1920, Chesterton publicó, La superstición del divorcio, editado en 2013 por Espuela de plata, junto con su ensayo Divorcio versus democracia.

Durante la década de los años 20 Chesterton se adentró cada vez más lecturas de la patrística, al tiempo que mantenía una asidua correspondencia con los padres John O’Connor y Ronald Knox, así como con su amigo Hilaire Belloc, con quien compartía muchas convicciones, tanto religiosas, como políticas y económicas. Así, poco a poco, la fe de Chesterton cristiana se fue orientando más hacia el catolicismo, hasta que en el año 1922 abandonó definitivamente el protestantismo y se convirtió oficialmente en una ceremonia oficiada por el padre O’Connor, quien años antes, le había servido de inspiración para crear su personaje El padre Brown.

Las consideraciones y razonamientos que condujeron a Chesterton a su conversión fueron publicados en dos ensayos Iglesia católica y conversión (1926) y Doce apóstoles modernos y sus credos (1926), así como en un sinfín de artículos que Chesterton reunió en el año 1929, bajo el título La cosa y otros artículos de fe, publicado por Espuela de Plata en 2010.

En el año 1922, se publica Lo que vi en América, un libro en el que relata no solo su visión de Estados Unidos en un momento clave de su historia, sino en el que también reflexiona sobre los avatares que parece depararnos la modernidad.

En el año 1928, el poeta Hilaire Belloc transcribió un apasionante debate entre G. K. Chesterton y su amigo George Bernard Shaw, bajo el título ¿Estamos de acuerdo? El único de los cara a cara -entre los dos grandes polemistas de aquel tiempo- que ha llegado hasta nuestros días, y que ha sido publicado por Renacimiento en el año 2010.
En 1932, Chesterton publica su última gran biografía, Chaucer, donde ahonda en la personalidad del autor de los Cuentos de Canterbury, pero sobre todo en la gran influencia que tuvo su obra en la formación del espíritu inglés.

Chesterton murió el 14 de junio de 1936, en su casa de Beaconsfield, Buckinghamshire, Inglaterra, poco después de haber corregido las pruebas del que sería su último libro, El hombre corriente (1936).

Espuela de plata también ha publicado el teatro completo de G. K. Chesterton, compuesto por los siguientes tres títulos: MagiaUna comedia fantásticaEl juicio del Dr. Johnson y La sorpresa, esta última, publicada por Ediciones Ulises.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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