Cualia.es

Tuan Mac Carell

El Leabhar Gabhála (Libro de las invasiones) cuenta la historia de los distintos pueblos que llegaron a la isla de Irlanda desde el principio de los tiempos.

Los primeros pobladores desembarcaron poco antes del diluvio y fueron tragados por las aguas. Más tarde llegaron otros pueblos. Casi todos ellos desaparecieron sin dejar rastro, quedando desierta de nuevo la isla.

El problema que se plantea con este tipo de relatos es que, si la isla quedó desierta, ¿quién contó la historia de esos primeros pobladores extinguidos?

Una versión de las sucesivas invasiones de la isla de Irlanda propone una solución al problema: la existencia de un testigo que sobrevive a todas las extinciones.

El primer manuscrito en el que se propone la ingeniosa explicación es del año 1100 y se llama El libro de la vaca parda (The Book of The Dun Cow), en gaélico Lebor na hUidre. La historia que contienen sus páginas se remonta al siglo VI, cuando san Finnen (Finnian) llegó a Irlanda y fundó un monasterio en Movilla (Maigh Bhile), Ulster.

San Finnen quiso visitar un día a un rico guerrero que vivía cerca del monasterio, pero no le dejaron entrar en su fortaleza hasta que el monje recurrió “al medio que la ley irlandesa ponía a disposición de los débiles para conseguir que los fuertes cediesen ante su demanda”. Este medio era el ayuno.

Cuando el guerrero le recibió en su hogar, Finnen le preguntó quién era. El guerrero respondió: “Soy originario del Ulster. Mi nombre es Tuan, hijo de Carell (en irlandés, Tuan mac Cairill); mi padre era hijo de Muredach Munderc. Este desierto lo he heredado de mi padre; pero hubo un tiempo en que me llamaban Tuan, hijo de Starn, hijo de SeraStarn, mi padre, era hermano de Partolón.”

El monje Finnen debió de quedarse muy asombrado al escuchar esa genealogía, porque Partolón era considerado uno de los primeros pobladores de Irlanda tras el diluvio. Finnen no quiso perder la ocasión de conocer el pasado de Irlanda, o quizá intentó desenmascarar a un impostor, y pidió a Tuan que le contase su historia. Entonces dijo Tuan: Partolón, hijo de Sera, vino a establecerse en Irlanda. Había sido desterrado; le acompañaban veinticuatro hombres, cada uno de los cuales venía con su mujer. Sus compañeros no eran particularmente inteligentes. Vivieron en Irlanda hasta que llegaron a sumar cinco mil de la misma raza. Entonces les atacó una enfermedad mortal y todos perdieron la vida en el término de una semana; sólo un hombre sobrevivió. Porque es sabido que nunca sobreviene una mortandad sin que de ella escape alguien para contarlo. Ese superviviente único fui yo.”

De este modo, el relato de Tuan lograba solucionar aquella pregunta acerca de quién contó la historia de los primeros pobladores de la isla, de cómo llegaron y de cómo se extinguieron: “siempre sobrevive alguien para contarlo”.

Durante el breve tiempo que Partolón y sus hombres permanecieron en Irlanda construyeron bastantes fortificaciones, según se deduce por el relato de Tuan: “Cuando me quedé solo, fui de fortaleza en fortaleza, de roca en roca, para ponerme al abrigo del ataque de los lobos. Durante veintidós años no hubo en Irlanda más habitante que yo. Caí en la decrepitud y llegué a una vejez extrema. Vivía en las rocas desiertas pero ya no podía correr, y las cavernas me servían de asilo.”

Fue entonces cuando desembarcaron en Irlanda los hombres de Nemed, hijo de Agnoman, que era tío del propio Tuan Mac Carell, aunque ese parentesco no pareció darle mucha confianza al nómada superviviente: “Lo vi desde lo alto de las rocas y me las ingenié para no ser descubierto. Mis cabellos y uñas eran largos; estaba decrépito, gris, desnudo, sumido en la miseria y el sufrimiento”.

Sin embargo, los problemas de Tuan se solucionaron de una manera asombrosa: “Una noche me dormí y por la mañana desperté con una forma diferente: me había transformado en un ciervo. Había vuelto a encontrar mi juventud, la alegría de mi espíritu, y canté versos sobre la llegada de Nemed y de su raza, así como sobre la metamorfosis que yo mismo acababa de sufrir.”

Sospecho que esa alusión a unos versos de transformación no es casual y que intenta justificar algún antiguo poema que se ha perdido acerca de un ciervo legendario, o tal vez un simbolismo animal relacionado con clanes familiares o escudos de nobleza.

Si antes Tuan no hizo ningún intento de acercamiento a los recién llegados, ahora que se había convertido en ciervo, resultaba mucho más peligroso: “Eran poderosos guerreros que hubieran podido herirme cruelmente en el combate; pero sobre mi cabeza lucían dos cuernos armados de sesenta puntas.”

Convertido en el jefe de los ciervos de Irlanda, Tuan vivió hasta que los descendientes de Nemed llegaron a ser “cuatro mil treinta hombres y cuatro mil treinta mujeres”, momento en el que también murieron todos. Ahora Tuan era un viejo ciervo, cada vez más débil, pero entonces: “Cuando estaba en la puerta de mi caverna –guardo clara memoria de ello–, la forma de mi cuerpo cambió y fui transformado en jabalí.”

Tuan decidió celebrar en versos su nueva metamorfosis

“Hoy soy jabalí… soy rey, soy fuerte, venceré.

Hubo un tiempo en que formé parte de la asamblea que rehabilitó a Partolón.

¡Cuán agradable era el canto de mi brillante sentencia!

Agradó a las jóvenes, que, por cierto, eran muy bonitas.

Mi canto era a la vez bello y majestuoso.

Mi voz producía sonidos graves y dulces…

Mi paso era rápido y seguro en los combates.

Tenía un rostro encantador…

Y héme hoy aquí convertido en un negro jabalí”.

A pesar de recordar con nostalgia su tiempo como hombre, Tuan enseguida se consoló, al recobrar las fuerzas de la juventud, y se convirtió en rey de los rebaños de jabalíes de Irlanda. Ahora se había dado cuenta de que siempre que llegaba la vejez debía acercarse a su antigua casa del Ulster. También debía observar tres días de ayuno antes de la transformación.

En diferentes formas, Tuan pudo presenciar la llegada a Irlanda de Semión, hijo de Stariat, de quien descienden los Fir Domnann, los Fir Bolgy y los Galiuin. Sintiéndose de nuevo viejo, regresó a su antigua casa y se sometió al ayuno: “Al cabo de esos tres días mis fuerzas se habían agotado totalmente. Entonces fui metamorfoseado en un gran buitre, o, para decirlo de otra manera, en una enorme águila de mar. Mi espíritu recobró su alegría. Otra vez fui capaz de todo: devine curioso y activo, recorría toda Irlanda y estaba al tanto de cuanto pasaba”.

Para celebrar su alegría, Tuan cantó de nuevo:

“Hoy buitre, ayer era jabalí…

Dios, que me ama, me ha dado esta forma…

Antes viví con una manada de cerdos salvajes.

Hoy formo parte de una bandada de pájaros…

Por una maravillosa decisión de la bondad divina

respecto de mí y de la raza de Nemed,

he aquí que esta raza está sometida a la voluntad de los demonios

y yo, en cambio, vivo en la compañía de Dios.”

Convertido en águila, Tuan vio llegar a Irlanda a Beothach, hijo de Iarbonel el profeta, de quien descienden los Tuatha De Danaan, un misterioso pueblo de dioses que dominó Irlanda, tan sabios que “es probable que el cielo haya constituido el punto de partida de su viaje: sólo así se explican su ciencia y la superioridad de su instrucción.”

Todavía era Tuan un buitre cuando llegó la última raza colonizadora, la de los hijos de Mil, quizá los milesios, que se decía habían llegado desde Grecia a través de Galicia, y que vencieron a los propios dioses, a los Tuatha De Danaan.

Antes de su siguiente metamorfosis, Tuan ayunó nueve días, tras los que se despertó convertido en salmón. Sin embargo, los buenos tiempos de Tuan se estaban acabando. La vida como salmón resultaba muy dura, porque le perseguían los pescadores, las aves y otros peces.

“Uno de esos pescadores me atrapó y me llevó a la mujer de Carell, rey de este país. Lo recuerdo muy bien. El hombre me puso en la parrilla y desperté el apetito de la mujer, que me comió entero, de tal suerte que me encontré en su vientre.”

Este podría haber sido el final definitivo de Tuan, pero como sabemos que está hablando con el monje Finnen, la historia nos depara algún nuevo asombro: “Recuerdo el tiempo que pasé en el vientre de la mujer de Carell, las conversaciones sostenidas en la casa y los acontecimientos que por entonces sucedieron en Irlanda.”

Tuan, por supuesto, fecundó de alguna manera a la mujer y nació como niño humano, al que llamaron Tuan Mc Carell, puesto que era hijo de Carell. Esta manera de nacer, a partir de algo que come una mujer, se encuentra en otros mitos irlandeses y es frecuente en muchas mitologías; también aparece en Las Mil y Una Noches. Es muy probable que sea una de las maneras de justificar infidelidades y embarazos inexplicables.

El nombre de Tuan Mac Cairell

Mac procede de maqos, que significa hijo. Es muy frecuente que los héroes irlandeses se llamen Mac, aunque actualmente solemos pensar que es un termino escocés; pero sucede que los escoceses fueron conquistados por los irlandeses o escotos, de ahí que empleen el mac y que su propia tierra se llame en cierto modo “Irlanda” (escoto significa Irlanda).

Puesto que había presenciado todo lo sucedido en Irlanda desde los tiempos de PartolónTuan fue considerado un profeta. Casualmente, todo ello sucedió ya en época de la cristiandad: “Eso sucedió inmediatamente después de que San Patricio trajera la fe a Irlanda. Hubo muchas conversaciones, me bautizaron, y creí en el creador del mundo, grande y único rey de toda la creación.”

Esta es la historia de Tuan y sus metamorfosis.

Al parecer, se trata de una leyenda pagana que después se quiso prolongar hasta la llegada del cristianismo a Irlanda, lo que supuso la consiguiente extensión de la vida de Tuan. Para probar esta tesis, D’Arbois de Jubainville calcula la duración de la vida de Tuan:

Primera vez como hombre 100 años

Como ciervo 80 años

Como jabalí 20 años

Como águila 100 años

Como pez 20 años

Lo que son 320, a los que hay que añadir los que vivió por segunda vez como hombre. Pero si hemos de llegar hasta San Finnen (siglo VI) desde casi después del diluvio, la vida de Tuan alcanzaría al menos los 2600 o 2700 años (los historiadores bíblicos situaban el diluvio hacia el -2370).

Copyright © Daniel Tubau. Reservados todos los derechos.

Daniel Tubau

Daniel Tubau inició su carrera como escritor con el cuento de terror «Los últimos de Yiddi». Le siguieron otros cuentos de terror y libro-juegos hipertextuales, como 'La espada mágica', antes de convertirse en guionista y director, trabajando en decenas de programas y series. Tras estudiar Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, regresó a la literatura y el ensayo con libros como 'Elogio de la infidelidad' o la antología imaginaria de ciencia ficción 'Recuerdos de la era analógica'. También es autor de 'La verdadera historia de las sociedades secretas', el ensayo acerca de la identidad 'Nada es lo que es', y 'No tan elemental: como ser Sherlock Holmes'.
Sus últimos libros son 'El arte del engaño', sobre la estrategia china; 'Maldita Helena', dedicado a la mujer que lanzo mil barcos contra Troya; 'Cómo triunfar en cualquier discusión', un diccionario para polemistas selectos. 'Sabios ignorantes y felices, lo que los antiguos escépticos nos enseñan', dedicado a una de las tendencias filosóficas más influyentes a lo largo de la historia, y 'Manual estoico de vida', una reinterpretación de los textos de Epicteto.
Además, ha publicado cuatro libros acerca de narrativa audiovisual y creatividad: 'Las paradojas del guionista', 'El guion del siglo 21', 'El espectador es el protagonista' y 'La musa en el laboratorio'.
En la actualidad sigue escribiendo libros y guiones, además de dar cursos de guion, literatura y creatividad en España y América.