Clive Brook fue el primer actor que dio vida a Sherlock Holmes en el cine sonoro, concretamente en la película The Return of Sherlock Holmes (1929). Cuando Brook encarna al famoso detective, la filmografía de Holmes ya acumula un buen número de películas mudas.
Realizada durante un periodo de transición entre los sistemas mudo y sonoro, una versión de The Return of Sherlock Holmes se distribuyó con rótulos para salas carentes de sistema de sonido, por lo que también se puede considerar a Brook como el último Holmes mudo. La cinta toma elementos de diversos relatos originales. Holmes y Watson se enfrentan a Moriarty y al coronel Moran, su principal lugarteniente, con la hija y el yerno de Watson de por medio. Estos dos últimos personajes, casi sobra añadirlo, no figuran en los relatos originales.
La crítica se mostró unánime al calificar la cinta de manera negativa. No obstante, respecto a Brook se mostró dividida: para unos se trataba de un galán suave que no encajaba en el papel, mientras que la otra parte juzgó positivamente su interpretación del detective.
Brook retomó el papel en dos ocasiones: el sketch humorístico Murder Will Out de la cinta Paramount on Parade, junto al detective aficionado Philo Vance (William Powell) y Fu Manchú (Warner Oland), y el largometraje Una aventura de Sherlock Holmes (Sherlock Holmes, 1932).
El guión de esta última es un delirio que traiciona completamente el espíritu holmesiano: gánsters americanos, tiroteos, artilugios más propios de la ciencia ficción, y el detective a punto de casarse con una mujer que desea que se retire de su azarosa existencia para montar una granja avícola.
En 1931 se estrena la primera cinta sonora de producción británica, The Speckled Band, cuyo guión adapta con bastante fidelidad el relato La banda moteada e incluye elementos de la adaptación teatral escrita por el mismo Conan Doyle.
Supuso el debut de Raymond Massey a los 35 años de edad, uno de los más jóvenes intérpretes del detective hasta el momento, con una edad era similar a la del personaje.
La película incluye a un Dr. Watson inteligente y decidido, interpretado por Athole Stewart.
Este tratamiento del doctor contrasta con el generalmente dispensado por los guionistas: el de un bufón que roza la estupidez.
El año 1931 es también la fecha del estreno de la primera película en que el actor Arthur Wontner dio vida a Holmes. Wontner fue el intérprete que más veces encarnó al personaje desde los días de Eille Noorwood, aunque sin alcanzar las cifras de éste.
En los cinco filmes que protagonizó (1931-1937), Wontner fue considerado por la crítica y los aficionados como el actor que más se acercaba a la imagen creada por el ilustrador Sidney Paget.
No obstante, hoy cuesta creer el entusiasmo unánime que Wontner despertó: su desarrollo dramático es muy lento, y además actúa de manera fría y mecánica.
En 1931 se estrenó una nueva versión de The Hound of the Baskervilles, cuyo guión fue escrito por Edgar Wallace. La crítica dijo que el mejor actor era el perro,
Igual de decepcionante resultó Estudio en rojo (A Study in Scarlet, 1933), que a pesar de su título, no se inspira en la novela homónima de Conan Doyle. En realidad, toma elementos de la novela Diez negritos, de Agatha Christie. Da vida a Holmes Reginald Owen, que fue el Dr. Watson en la versión protagonizada por Clive Brook en 1932.
Con un físico sumamente alejado del que distingue al detective, lo interpreta sin ir más allá de la simple corrección.
Pese a que, durante los años treinta, la mayoría de las producciones procede de Estados Unidos y, en menor medida, del Reino Unido, también se estrenaron películas holmesianas rodadas en otros puntos de Europa. Sin embargo, su escasa calidad no las hace dignas de mención. Por suerte, poco tiempo después, el gran Basil Rathbone se hizo con el personaje y lo llevó a nuevos horizontes.
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